Luis Ernesto Terán y su Sensacional Diez sobre Diez

Foto: Derecha, animando un evento por las Fiestas de Quito. Derecha superior, en el Estadio del Aucas con Cristóbal Guita, Mauricio Olivo, Armando Heredia y Luis Ernesto Terán. Derecha inferior, en canal 23.

Viene de una familia de comunicadores. Su padre, Don Azael Terán Reyes, fue propietario de la primera emisora comercial de la provincia de Imbabura: Radio Equinoccial de Ibarra, en onda corta de los 49 metros. También era dueño del Teatro Avenida, donde se presentaban los artistas más connotados de la época: Huberto Santacruz, El Dúo Benítez y Valencia, Carlota Jaramillo “La Reina del Pasillo” y Olimpo Cárdenas. Su madre, Violeta Pinto Flores, tenía una voz prodigiosa y también locutaba. Luis Ernesto Terán Pinto lleva casi 50 años en la locución y animación. Quiso ser médico, pero le ganó la comunicación. Ha trabajado en las radios Mambo, de Guayaquil; La Nación, Central, Sideral, Canal Tropical, El Sol, Éxito, Gran Colombia, Nacional Espejo y Reloj, de Quito. De ahí pasó a la televisión, lleva 36 años con el “Sensacional Diez sobre Diez”.

 

Cuando tenía cinco años, su padre les hacía recitar en el micrófono a Luis Ernesto y sus hermanos, mientras él ecualizaba los equipos. Les grababa en las cintas, en ese tiempo modernas, que eran la sensación en esa época, “porque el sonido debía salir nítido”. A los 18 años comenzó en serio, en una emisora que su papá tenía en Colombia.

Por Radio Equinoccial pasaron Carlos Alfonso Espinosa de los Monteros y Modesto Jarrín Barba. El primero padre de Alfonso y Gabriel, y el segundo de Patricio y Raúl, así como el propietario de Radio Zaracay, Hólger Velastegui Domínguez; Edmundo Grijalva, El Gallo Giro ecuatoriano, entre otros. El tema musical que identificaba a esta emisora era sangre ecuatoriana, cuyo autor es el compositor baneño Julio Cañar, radicado en Quito. En esta estación había los mensajes musicales y saludos donde avisaban a los familiares que les iban a visitar a tal lugar.

En Radio Equinoccial, los domingos había música nacional y Luis Ernesto sigue esa tradición. “Mi papá, para iniciar el programa, siempre ponía una banda porque decía que un programa sin inicio de banda no era programa”. Recuerda que su progenitor tenía cajas de reconocimientos de Imbabura, era un hombre de mucha cultura y un gran emprendedor.

Azael Terán Reyes

Su padre Azael estudió por correspondencia radiotécnica y electrónica en los Laboratorios National School Technics de Estados Unidos. A fines de la década de los 30 trabajó en la Radio Municipal de Ibarra, allí conoció a un ciudadano alemán, que era técnico, que vino al Ecuador en la Segunda Guerra Mundial. Don Azael contaba que le hacía desbaratar el transmisor para tener comunicación en las noches con su país y les hacía bajar a la onda internacional.

Era radiotécnico e hizo los transmisores y los equipos de tubo de Radio Equinoccial, que funcionó desde 1946 hasta 1966. Parece que desde allí inicia su acercamiento a la comunicación, insiste Luis Ernesto, quien asegura que “pega mi papá, de ahí sigo yo, luego Edwin Ernesto Terán Muñoz y dos nietos, Aron y Sarita, que también lo hacen muy bien en su corta edad. Lo que se hereda no se hurta”, repite con una sonrisa.  

Don Azael fue un referente de la comunicación, tenía la facilidad de hacer muchos amigos, uno de ellos fue Luis “Loco” Larrea, quien ganó tres veces la vuelta al Ecuador en automovilismo. Cuando iba a Ibarra, dejaba su carro y su papá le prestaba uno, que era el modelo que usaba Elvis Presley, descapotado y con asientos de cuero rojo, para darse una vuelta por la ciudad. Luis Ernesto recuerda que, cuando era niño, en el Teatro Avenida se presentó un mago que se llamaba Albert Jans, quien salió vendado los ojos en uno de los carros de su papá, para dar la vuelta en toda Ibarra. No hubo ningún accidente en una ciudad que en esa época tenía más o menos unos 40 mil habitantes. Los magos hacían hipnosis. La gente miraba con total asombro los eventos artísticos y musicales. Esto se hacía en el intermedio de las películas, donde también se presentaban artistas.

El dueño de la radio la Voz del Valle de Machachi, Aníbal Cueva, que ahora es una emisora on line, le contaba a Luis Ernesto que se puso su estación porque le encantaba la radio Equinoccial y le hizo escuchar la versión original de sangre ecuatoriana.

Luis Ernesto recuerda que, cuando Azael se radicó en Quito en 1978, al volver de Colombia, era el único que arreglaba los equipos transmisores de tubos del Instituto Ecuatoriano de Telecomunicaciones (IETEL), hoy CNT. Era técnico de frecuencias en HF. En esta entidad laboró por 16 años, por su trabajo recibió varias condecoraciones. “Era una eminencia, era un ingeniero sin título. Además, fue el fundador de AER, igual que Gerardo Brborich que era su amigo”, indica.

De la medicina a la comunicación

Luis Ernesto detalla que, a mediados de los 60, en Unión Nariño-Colombia, su papá llevó los transmisores de Radio Equinoccial, los adaptó y creó la emisora. Su mamá locutaba en la estación, al igual que todos sus hermanos, “pero el que cogió derecho la comunicación y dejó la medicina fui yo”.  Luis Ernesto tiene en su casa como recuerdo un parlante donde anunciaban el teatro, por ahí comenzó el bichito” de la comunicación.

Don Azael tenía teatros en la Unión Nariño, Pereira y El Bordo Cauca, donde también se puso una emisora, y sus hijos, hacían la promoción y perifoneo en los altoparlantes en los pueblos… “Hoy el Teatro Ideal de Unión Nariño presenta: El Bolero de Raquel, protagonizado por Mario Moreno “Cantinflas”, Manola Saavedra y Flor Silvestre…” Era la época cuando estaban en auge las películas de El Santo, protagonizada por Rodolfo Guzmán Huerta o Clint Eastwood, con “El bueno el malo y el feo”. Estas películas se alquilaban en Cali por un fin de semana. Luego los hijos le ayudaban a escoger las películas para que la asistencia de los espectadores sea mayor.

A Luis Ernesto Terán Pinto le llevaron a los seis años a Colombia. Primero a Unión Nariño, luego a Pereira y luego a El Bordo-Cauca. Estuvo hasta los 18 años, cuando terminó el bachillerato e ingresó es estudiar en la Facultad de Medicina de la Universidad Central del Ecuador. Estuvo hasta cuarto año. En Quito, su tío, el Dr. Pedro Pinto Flores, dueño de la clínica de Fracturas Quito que estaba ubicada en la avenida Colón, fue una influencia para seguir esa carrera. “Verlo trabajar con tanta pasión me llegó, porque mi tío era un genio de la medicina”.

Era inicios de los 70 y en ese tiempo se fue de vacaciones a Colombia, pero le ganó el amor, conoció a su esposa Zoraida Muñoz Guevara y se casó en 1974. “Ahí quedó la medicina”, pero ganó una familia y el cariño de la gente.

Radio La Nación, de “El Gallo Giro”

Desde niño permaneció entre cables, micrófonos y grabadoras, a tal punto que cuando estuvo en Colombia trabajó un tiempo en Pereira y Cali. También lo hizo en Guayaquil, en la famosa radio Mambo y Reloj, de Inocente Yances. Eso hizo que combine los dos estilos.

En 1974, al volver a Ecuador, trabajó con Armando Grijalva, a quien le decían “El Gallo Giro”, que en ese tiempo también era locutor de HCJB – La Voz de Los Andes, pero también era el dueño de Radio La Nación. Edmundo, al enterarse que era hijo de Azael Terán Reyes, le dijo “encantado de la vida venga a trabajar”. Estuvo poco tiempo, llegó casi al cierre de las transmisiones. Condujo música popular porque venía con el “bichito de Julio Jaramillo, Lucho Barrios, Carmencita Lara e incluyó música tropical con La Sonora Matancera…” Para Luis Ernesto fue un gusto muy grande conocer a Edmundo, quien le contaba la época cuando trabajó con su papá en Radio Equinoccial.

En La Nueva Emisora Central fue narrador comercial

En 1975, Luis Ernesto Terán hablaba muy rápido, con un estilo heredado de su paso por las ciudades colombianas y por Guayaquil. Mientras los otros locutores comerciales locutaban tres cuñas “yo decía seis y se me entendía”. El propietario de la estación Carlos Efraín Machado le preguntó ¿Quiere irse conmigo a la Copa América? Le contestó que sí, fue a Montevideo y Asunción. “Fue una experiencia maravillosa, porque yo estaba recién llegado prácticamente”.

Como anécdota, cuenta que a su esposa le dejó toda la quincena que le pago don Carlos Efraín Machado. Se había quedado solo con un sucre en el bolsillo del pantalón. Se dio cuenta en la primera escala en Lima. En esta emisora conducía un programa de música tropical y hacía locución comercial. Fue compañero de Raúl Cruz Molina, Fabián Gallardo, Patricio Vargas. Carlos Cabezas, era el ingeniero de sonido.

Los concursos de locución en Radio El Sol

En 1976, en Radio El Sol se hacía concursos de locución y de cantantes. En esta emisora inició con los eventos. “Yo veía que papá hacía eventos con empresas propias y por ahí me enfoqué”. La radio era de propiedad de César Estrella, dueño de Foto Estudio Estrella, que en esa época estaba ubicada en las García Moreno y Esmeraldas, en el Centro de Quito. Fue compañero de Jorge “El Chino” Carrera, Wilfrido Espinosa y Alan Flores.

En esa emisora había un programa conducido por Jorge Espinel, “El Mariscal del Sonido”, “Así cantan los Jaramillo”, desde doña Carlota hasta Julio Jaramillo. “Ese programa era un parlante en la capital. Era la rockola de ese entonces”, destaca Luis Ernesto.

Radio Éxito y los panfletos del AVC

A inicios de los 80 llegó a Radio Éxito, “La radio que más quiere y sirve a Quito”. En esta estación conducía un programa musical con línea tropical. Era variadito: Los Melódicos, orquestas ecuatorianas: Don Medardo, Los Titos, Onda Latina… Este programa iba luego del espacio que tenía el propietario de la estación, José Rodríguez Santander.

Recuerda que un día, a las 14:00, cuando él llegaba a la estación salía una chica, que se presentó como integrante del grupo Alfaro Vive Carajo, y dejó un mensaje en contra del Gobierno de esa época. Era un programa político que generaba muchas reacciones. “Era muy sintonizado por eso. Me dio cabida porque Luis Ernesto hacía eventos y él hacía las 12 horas Éxito”.

Sideral, la máxima nota de la capital

 

Eran inicios de los 80 y Luis Ernesto ingresó a Radio Sideral, que estaba situada por la avenida Mariana de Jesús e Inglaterra. Considera que una radio debía tener locutores todo el día, para que acompañe a los oyentes, para que no sea solo una rockola, que solo ponga discos. “Es necesario que alguien anime y salude”.  

 

Cuando inició en la estación solo se emitía música moderna. Estaba Enrique Tovar Mideros, una gran voz. Luis Ernesto comentó al dueño de la emisora, Jorge Aguilar Veintimilla, que él hacía música tropical. Luego de eso hicieron música popular con “Los cantores de Pueblo”. “Yo le di el cambio”. Se empezó a colocar música tropical, posicionar a los artistas y orquestas nacionales. En esta estación nació Onda Latina. Se difundió la música de Los Titos, Don Medardo, con la cumbia andina, que tenía como director musical al peruano Andrés de Colbert, que trajo el sabor especial con El Aguajal, La Novia, entre otros.

Por Radio Sideral pasaron varios locutores, entre ellos, “El Viejo” Edgar Rodríguez, quien empezó como su control de sonido, después Mauricio Olivo, quien trabajaba en la madrugada, Armando Candela Heredia, el fallecido Rodolfo Fonseca, Cristóbal Guaita y Carlos Guerrón. “Ese era el tren delantero de la Sideral. Cuando nosotros hacíamos un llamado a un conductor de un bus, se salía de su ruta para obtener el regalo y se les entregaba presentes a los pasajeros y se iban. Movilizamos todo Quito”.

El Swing de la Rockola

Cuando Luis Ernesto Terán gerenciaba Canal Tropical, que pertenecía al Sindicato Único de Choferes de Pichincha, el fallecido locutor Mauricio Olivo, le preguntó cómo le pone a un programa de música rockolera en la Sideral. “Por quitármelo de encima, ya que estaba apurado porque trabajaba en las dos emisoras, vi un LP que decía el Swing de los Melódicos y le respondí: “ponle el Swing de la Rockola”. Pegó ese nombre.

Empezó hacer rockola porque le encantaba la música de Julio Jaramillo, Carmencita Lara, Lucho Barrios, Los hermanos Yacelga. Antes de que Mauricio le ponga el Swing de la Rockola, se llamaba “Los Ídolos del Pueblo”. Considera que Radio Sideral logró el sitial que tuvo, porque le dio al pueblo lo que le gusta.

Recuerda que se iniciaban clases en la Sierra y bautizó a Sideral como “La máxima nota de la capital”. Luego formó versos para los barrios de Quito: De domingo a domingo estamos en Santo Domingo, Sideral la máxima nota de la capital y así se iba formando frases de cercanía con los diferentes sitios de la capital. “Sideral marco tendencia, por lo que es muy difícil que se la olvide”.

El saludo para los amigos canarios

A Luis Ernesto se le ocurrió ponerles a los taxis, por su color amarillo, como canarios. Ahí se inventó la onda de los amigos “canarios”. Se pedía a los taxistas que quieran trasladarlos a tal parte y llegaban. “Fuimos los pioneros de la animación donde no se ganaba mucho, pero se lo hacía con cariño”.

“Nosotros, que no teníamos transporte, les invitábamos para que nos movilicen de la casa al trabajo o viceversa. Era un trueque por el saludo que era más efectivo que cualquier cosa. Eso fue espectacular y se quedaron de canarios”. Si iban dos o tres taxis cogían el primero que llegaba. Además, se les regalaba un Long Play en gratitud al favor que le hacían a uno. “Eran los famosos canarios de la Sideral”.

Lizandro Meza le escuchaba en Medellín a través de Radio Reloj

Después de estar en varias emisoras de la capital, llegó la posibilidad de trabajar en la Cadena Amarillo, Azul y Rojo del Ecuador. Luis Ernesto cuenta que a Gerardo Brborich le conoció cuando falleció su hermano Fernando, quien le dio cabida en Radio Nacional Espejo, luego en Radio Reloj, que era de 50 mil vatios. Eran de unos tubos inmensos, muy caros. “Me decía Lizandro Meza que en la noche tranquilamente me escuchaba en Medellín a través de Radio Reloj”. Luis Ernesto Terán presentó a Lizandro Meza en todo el país. Antes el intérprete, cantante, compositor y músico colombiano, conocido con el apodo de “El macho de América”, venía seguido al Ecuador.

Luis Ernesto era la voz que identificaba a Radio Reloj, después de la Patricio Díaz. Este medio era tropical por excelencia. Todos los spots, avances y la hora eran grabados, igual que Onda Azul, que era de la misma cadena. Todo se grababa en Radio Nacional Espejo que estaba en el centro, en la calle Oriente.

En Radio Nacional Espejo hacía un programa de música rockolera y popular. Antes no había las computadoras para hacer un clic y que salga el disco que solicitaba la audiencia. “Cuando la gente llamaba yo le hacía la conversación, mientras que el control seleccionaba el disco y se le complacía enseguida”. Recuerda que una vez lo visitaron los integrantes del grupo de teatro de la calle Eclipse Solar, quienes miraban asombrados como era el trabajo dentro del estudio. Después ya llegó Ángel Cuenca, quien le ayudaba a ver los discos y locutaba.

Luis Ernesto indica que hubo un tiempo que su voz identificaba a unas 40 radios en todo el país. “Salíamos de Quito con Radio Reloj, en Ambato, Latacunga, Santo Domingo, Guayaquil y llegábamos a otras ciudades donde salía mi voz. Cuando regresábamos a la capital en Radio reloj continuaba mi voz. Wilfrido Espinosa a modo de broma decía “que, no habrá otra vocecita”.

Le pedían sus grabaciones de todo el país y Luis Ernesto enviaba por flota interprovincial los casetes.  Hugo Granda, quien participó y ganó un concurso de locución y animación en Radio El, era quien grababa. Luis Ernesto lo llevó a los espectáculos que realizaba en el coliseo Julio César Hidalgo.

Luego pasó a Emisoras Gran Colombia, de propiedad de Eduardo Cevallos Castañeda, a quien le gustaba su voz, que la escuchó en los comerciales que hacía en la Nueva Emisora Central. En esta estación tenía un programa musical. Ahí conoció a uno de los mejores narradores deportivos del país, Edgar Villarruel Caviedes, a quien le califica como “una excelente persona”. Su estadía fue muy corta, pero fructífera, indica.

Nueva forma de presentar a los cantantes

 

Luis Ernesto considera que su estilo de locución es una mezcla entre colombiano y guayaquileño. “Yo presentaba a los artistas con alegría y con sabor. No presentaba diciendo señoras, señores aquí están los hermanos Miño Naranjo… Yo le ponía más cariño y alegría. Empecé a presentar la música nacional como se presenta una cumbia, tratando de ingresar por el oído a los oyentes y el resultado está ahí. Una escuela que muchos no conocen de donde viene, pero la inicié yo”. Reitera que muchos locutores han seguido su estilo en todo el país. Comenta que cuando hubo una carrera ciclística, en el sitio de llegada en el Coliseo Rumiñahui, la gente le reconocía y decía: “él es Luis Ernesto Terán. En ese tiempo todavía no estaba en la televisión. Hasta ahora me ubican por la voz. Gracias a Dios”.

La anécdota de los números y el Diez sobre Diez

A finales de los 60, le sucedió una anécdota: Luis Ernesto cuenta que estaba en El Bordo-Cauca, cuando de pronto se aparece una persona y le dice “le leo la mano”. Luego de eso le indica que un número le va a cambiar la vida. “Yo compraba la lotería y nada. Resulta que fue el 10 sobre 10, que vino de buscar la excelencia de la música nacional y popular”.

Su esposa Zoraida es colombiana, un día le comentó “Luis Ernesto, por qué no hacemos los domingos un programa con música tradicional ecuatoriana”. Fue un boom, porque muchos no querían mezclarse con la rockola y este día se hizo música para las grandes glorias del país.  “Nuestro eje al norte era Jorge Barón y El Show de las Estrellas, que era de los duros que hacía la música colombiana y se transmitía por RCN. Por sugerencia de Zoraida está vigente el programa y se ha cultivado una amistad maravillosa con muchos artistas. “Las nuevas generaciones deben hacer nuevas propuestas musicales, sin dejar de lado nuestras raíces”.

En 1985 pasó a la televisión. Y se dio por necesidad, dice. Hacía eventos en los barrios con las radios Sideral y El Sol. Los realizaba con amigos, que muchos de ellos ya han partido, eran quienes le ayudaban en la animación, como Wilfrido Espinoza, Roberto Landines, Rodolfo Fonseca, Hugo Granda, Ángel Cuenca y Luis Ernesto como principal. De pronto, un señor le sugirió grabar el programa en el coliseo Julio César Hidalgo, en el centro de Quito. Así nació el programa, ya cumplió 36 años como Diez sobre Diez.

El nombre se dio porque iba a presentar a 10 orquestas y 10 solistas y Zoraida le sugiere que le ponga “El sensacional Diez sobre Diez”. Dice que su esposa es el un 10 y él es el otro 10. El programa estuvo primero en canal 13, 23 y 40.

Ahora con su familia trabajan en un documental sobre este programa, no con videos porque sería muy largo, pero sí con fotos, ya las tiene editadas, “porque resumir en cinco o 10 minutos más de tres décadas con los artistas ecuatorianos es un trabajo duro”. Antes decían que grabar un disco es graduarse para un cantante, ahora dicen que estar en el Diez sobre Diez es graduarse “y eso es bonito”. Comenta que se les ha dado el impuso y los tips para que graben algunos discos. A su esposa le encantaba el tema “Decime Papaito”, cuando Natalie Silvana era pequeñita y le sugirieron a Máximo Escaleras que lo cante con ella y pegó bastante.

Luis Ernesto es un experimentado productor de eventos artísticos, actividad que la compara como el juego de la ruleta rusa con dos balas, por su riesgo. “En el mundo del espectáculo se gana, se empata y se pierde”. Recuerda que en la Plaza de Toros Quito, en agosto, hacía un solazo, era verano. Todo estaba planificado y decían que sería un boom. El rato que iban a vender la taquilla cayó un tremendo aguacero. “Creo que sacamos para pagar la Plaza, el cartel era magnifico, pero el aguacero mató el gusto. Uno de los grupos que se presentaba eran Los Cuatro del Altiplano”.

Entre todos los artistas que ha ayudado, impulsado y descubierto, están las familias Aymara y Escaleras, así como Segundo Rosero. Impulsó a las orquestas Don Medardo y sus Players, Los Titos y Onda Latina. Difundió la música nacional, con los Hermanos Miño Naranjo, Hermanas Mendoza Suasti y Mélida María Jaramillo “La Lojanita”, entre otros. Recuerda con mucho cariño a la interprete lojana, quien le dijo “Luis Ernesto, a usted le dejo estos casetes de VHS, porque sé a quién los dejo. Eso es maravilloso. Es una forma de reconocer lo que uno ha hecho por ellos”. Ahora los está digitalizando.

Son personalidades del pentagrama nacional que han dejado huella y han llevado en alto al pasillo, albazo, tonada y sanjuanito. “Yo vi en Colombia cómo quieren a los artistas de su país y a los ecuatorianos, especialmente en los departamentos del sur. Los cantantes son el corazón del país”, asegura.

En los inicios de Jaime Enrique Aymara le gustaban las baladas y doña Lola Zapata, dueña de Producciones Zapata, que estaba ubicada junto al Arco de la Reina, le sugirió que mejor interprete música popular y le ha ido muy bien. Acota que la tecnología ayuda a que sus programas lleguen a Italia, España, Estados Unidos donde están los ecuatorianos. “Es bonito ser portador de un mensaje, de optimismo a los compatriotas en el mundo”.

La música rockolera

 

Se le puso rockola porque antes se ponía un sucre en el aparato y se elegía la canción. Luis Ernesto, de niño, en Otavalo, observaba que ponían a Los Panchos, Lucho Gatica, Marco Antonio Muñiz, Julio Jaramillo, pero luego ya les gustaba Claudio Vallejo, Ana Lucía Proaño, Roberto Calero, Noe Morales, Segundo Rosero… “Yo quise regresar al país para ayudar al artista nacional. Al inicio fue duro, porque duraron unos 11 años para tener un pequeño reconocimiento”.

En su poder tiene una cintoteca inmensa, de 36 años. Se ha grabado en casetes de VHS, en mini casetes, en todos los formatos que han salido. “Cierto día, me dijo alguien por qué no vas al Ministerio de Cultura, porque cuando tú faltes quede ese historial musical que tienes. Se fue, pero casi quedo debiendo. Mejor me quedo con mi Diez sobre Diez hasta que pueda”. Ahora que está digitalizando hay cosas que se han grabado que ni él se acordaba y que son valiosas emocionalmente”.

Los canjes

Luis Ernesto tuvo como norte a su papá que tenía sus empresas. En Emisora Central y Éxito sí le pagaban un sueldo, pero en las otras no. “Yo tuve la oportunidad de no ganar una mensualidad. Conmigo creo que empezaron hacer el canje”. Al principio fue muy duro. Teniendo a Radio Reloj con un sonido y una potencia que llegaba hasta Colombia y Perú, no podía vender. “Me estaba comiendo la camisa físicamente”. Era el tiempo que vivía Fernando Brborich. Fue duro hasta cogerle el golpe, pero mejor ha sido vender”, reitera.

El Chavezaso

Uno de los eventos más grandes que hizo fue El Chavezaso, en la administración del alcalde Mauricio Rodas. Nadie quería retomar ese programa por las Fiestas de Quito, que se realizaba en la avenida Rodrigo de Chávez, una de las más concurridas del sur de la capital. Le contactaron del Municipio de Quito y lograron convocar a unas 50 mil personas, solo con artistas nacionales.

La municipalidad Les encargó que reactiven el Chavezaso, pero había oposición porque anteriormente hubo problemas, porque la gente tomaba y se registraban hechos de violencia. Los moradores del sector les pedían a ellos firmas, sin saber que ellos estaban tras el andamiaje del evento: seguridad, artistas y sonido. Se presentaron las Hermanas Naranjo Vargas, Gerardo Morán, Máximo Escaleras, El Pocholo Cevallos y su orquesta. Todo salió sin contratiempos.

Dice sentirse realizado y contento con lo que le ha tocado vivir. Pide a las nuevas generaciones que busquen nuevas canciones, lo diferente, lo sabroso, las nuevas propuestas. “Los artistas se peleaban por quien salía primero, porque el repertorio se podría repetir, pues escogían los mismos temas”. Sabe que la música nacional tiene un repertorio maravilloso, “pero si no es El Aguacate o Collar de Lágrimas no había más y ahora que canto decían los de atrás, por eso hay que tener nuevas propuestas. La música nacional es lo que nos identifica, son nuestras raíces, son nuestros sentimientos”, insiste.

 

Pepe Jaramillo el señor del pasillo ecuatoriano

 

Luis Ernesto Terán asegura que en los medios artísticos y en las disqueras importantes, JD Feraud Guzmán e Ifesa, la voz del pasillo era de Pepe Jaramillo. “Si alguien se menciona como pasillero es Pepe Jaramillo”, porque se caracterizó por interpretar este género. Considera que Julio Jaramillo es la voz más importante del Ecuador, la voz más comercial, “pero en el pasillo de nuestro país se menciona siempre a Pepe que es el Señor del Pasillo ecuatoriano”.

Cuenta que su hermano, Edmundo, que vive en los Estados Unidos, le envío un documental sobre Julio Jaramillo que se presentó en el teatro Million Dollars, de Los Ángeles, donde se presentaban Juan Gabriel, Vicente Fernández y otros artistas de esa talla. Muchos decían que Julio Jaramillo era mexicano, pero después él aclaraba que era de Guayaquil-Ecuador. Cuenta que en el video se observa que el intérprete de “Fatalidad” iba pueblo por pueblo. La siembra que hizo Julio Jaramillo allá fue maravillosa. Es necesario conocer la historia no conocida de JJ en los Estados Unidos

Luis Ernesto indica que Julio Jaramillo ingresó como el artista que abría el programa y terminó cerrando, porque era el mejor. “Julio Jaramillo es Ecuador en cualquier parte del mundo”, insiste.

Zoraida

En 1974 se casó con Zoraida. “Del 10 sobre 10 mi esposa es el otro 10”. Es una persona que no le gusta salir en cámaras, pero es creativa y emprendedora. “Dios me dio la mujer precisa para mi vida”, resalta. La conoció cuando su padre, Don Azael, estaba en el Cauca y Luis Ernesto Terán iba a pasar vacaciones. Estudiaba en el Colegio Sánchez y Cifuentes de Ibarra. De pronto, un amigo le dijo “te voy a presentar a una mujer bonita”. Fue un enamoramiento en el instante. Fue amor a primera vista. Es la persona que me a acompañado siempre. “Los dos remamos al mismo lado”.

Tiene dos hijos. Edwin Ernesto y Luis Andrés, que está inmerso en el mundo de la digitalización, de las computadoras. Ellos le han dado cinco nietos “maravillosos. Hablar de Edwin Ernesto Terán como presentador, como locutor como gente de medios es hablar de ser 11 años la voz oficial de las fiestas de Quito. Me nació crecido y aumentado”. Aron, su nieto, también “tiene una chispa”, a pesar de que tiene seis años.

Luis Ernesto cuenta que su hijo, Edwin Ernesto, es un excelente animador y conoce a todos los artistas nuevos. Cuando era niño lo llevaba a las ruedas de prensa de los grupos Menudo, Los Chicos… En una ocasión iba, con su esposa Zoraida, en el carro sintonizando una emisora y escuchan la voz de Edwin Ernesto se quedaron impresionados. “Si tu papá hace calzado, que bueno que el hijo le haga la fábrica de calzado”, insiste.

Destaca el profesionalismo de Los hermanos Vargas Acosta que tienen voces impresionantes y espectaculares. “Esas eran las voces potentes de la época”. Cuando había las convenciones de discos eran los que ponían la chispa. Son de Otavalo, igual que mi mamá”. “Si no iban los Vargas no había ambiente”, reitera.

Como comunicador radial y animador de espectáculos, Luis Ernesto ha viajado del Carchi al Macará y fuera de las fronteras patrias. Pero su sencillez no ha perdido. “Cuando me dicen maestro, yo me pregunto; será a mí”, concluye.

 

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Voces de la Radio

Iliana Cervantes Lima

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