Foto: Edmundo Grijalva Valencia en 1968. Derecha superior en 1965 en Radio consular. Derecha inferior en 1985.

Era locutor, cantaba y ayudaba en los oficios religiosos de su parroquia. Le gustaba la publicidad y el turismo. Además, hacía cine en los barrios. Era un emprendedor de la época, pues pudo fusionar todas sus aficiones y las hizo realidad. Edmundo Grijalva Valencia nació en Ibarra, el 31 de diciembre de 1938. Era el mayor de ocho hermanos del matrimonio formado por Medardo Grijalva Pavón y Rosita Valencia Armas.

El padre de Edmundo le regaló una guitarra pequeña y desde ahí inició su trajinar en el canto, imitando a grandes cantantes mexicanos de la época: Pedro Infante, Jorge Negrete y Luis Aguilar… Su hijo, el comunicador y catedrático universitario, Armando Grijalva, señala que la voz de su padre se parecía mucho a la de Jorge Negrete, pero como   estaba de moda Luis Aguilar, le pusieron el apodo de “El Gallo Giro ecuatoriano”.

En las décadas de los 40 y 50, la música y la radio era lo que más atraía a los jóvenes y Edmundo Grijalva no era la excepción. Una de las primeras personas que se fijó en él fue Don Azael Terán, fundador de Radio Equinoccial de Ibarra, papá de Luis Ernesto Terán, el creador del programa musical Diez Sobre Diez. Esta estación estuvo al aire 20 años, desde 1946 hasta 1966. Don Azael le invitó a ser parte de su staff de locutores. Sus “pininos” los dio a los 12 años.

 

 Azael Terán también era propietario del Teatro Avenida, donde se realizaban presentaciones de artistas. A Edmundo, el estar en las tablas y tarimas, le proporcionó la oportunidad de cantar y actuar. Sus pasiones eran la música y la locución. Tenía una voz grave, pero siempre estaba pendiente de aprender nuevas formas de expresión. “Se nace, pero también hay que tener gusto y pasión para cuidar y perfeccionar la voz”, repetía.

 

Azael Terán y Gerardo Brborich

 

El propietario de la estación imbabureña, Azael Terán, era amigo del dueño de las radios quiteñas Nacional Espejo, Melodía y Reloj, Gerardo Brborich. Le propuso a Edmundo Grijalva, que en ese momento tenía 16 años, que viaje a Quito. Por ello conversó con sus padres y eso garantizó que siga estudiando. En “La Ciudad Blanca”, lo hacía en el colegio La Salle y en Quito se graduó en el Instituto Nacional Mejía. Fue compañero de Enrique Gallegos Arends, dueño de radio Añoranza, hoy La Rumbera.

Armando asegura que, en los años 50 y 60, en el Ecuador se tomaba como referencia a México en la música, la locución y la actuación. Su padre fue uno de los que adoptó las técnicas de ese momento que eran muy ceremoniosas y expresivas. Las usó, tanto para el canto, como en la locución. Tenían esas formas rimbombantes de hacer las presentaciones, que eran muy elegantes, con voces moduladas y cuidadas. Recuerda que Edmundo Grijalva decía: “En el escenario sobre el croquis sugestivo de las rosas de los vientos aparecen las estrellas que iluminan el firmamento y se presenta una de ellas y es ahora… Tenemos al dúo Los Benítez y Valencia, Segundo Bautista, Los Indianos, Huberto Santacruz”, con el músico y pianista quiteño presentaban shows en todo el país en las caravanas artísticas.

En 1954 se inicia en Radio Nacional Espejo, locutó identificaciones y creó el “El Show del Gallo Giro”.  Fue el presentador de Teletigre, de propiedad de Gerardo Brborich. “Parece que le tenía mucho cariño a mi padre”. Transmitía partidos fútbol con una sola cámara.

La amistad con Fabián Vizcaino

En 1960, Edmundo, con 22 años, quería tener su propia emisora, para ello tenía como referencia a una radio internacional, ABC de España, y creó una estación con el mismo nombre. Fue financiada por su familia. Tuvo el acompañamiento de otro talento joven de la época, el guayaquileño Fabián Vizcaino, quien trabajó en Telecentro, canal 10. Era una de las voces más connotadas del país. Los dos amigos de juventud hicieron que sus sueños en la locución y la comunicación se hicieran realidad. Emprendieron esta aventura que les permitió ingresar en el mundo de la radiodifusión, como propietarios y administradores.

Radio Consular que luego sería Radio Éxito

A mediados de los 60, Edmundo Grijalva creó Radio Consular y logró integrar un equipo muy competitivo, una programación distintiva. Fabián Vizcaino siempre lo acompañó en este caminar. Trascendió la forma de presentar la programación. En ese tiempo se propuso hacer microprogramas y no programas extensos de deportes, porque quería una parrilla selecta en la radio y que tenga una proyección internacional. “La radio para que se destaque debía tener buenas voces. Como locutores estaban Armando Rivas no Rubianes, que había laborado con un grupo radial colombiano e ingresó también por poco tiempo Carlos Efraín Machado, a quien le dieron cinco minutos para que hable de deportes porque tenía una cuña del Banco del Pichincha”. Se inician los programas complementarios y los otros que duraban una hora, como “Españolerías”, porque en esos años tenía mucha trascendencia la música ibérica, de México y Argentina.

Hubo espacios como El Club Filatélico, dedicado para las personas que coleccionan estampillas de correos se hablaba sobre los valores que iban teniendo no solo de significación, sino de conmemoración. Para los coleccionistas eran valiosos estos datos. Esta emisora se caracterizaba por realizar segmentos que las otras estaciones no tenían, porque su objetivo era llegar a un público específico.

Armando Grijalva recuerda que en el programa infantil “El Abuelito Benjazmín” había voces que acariciaban los oídos de los capitalinos. Era de este par de jóvenes que se entusiasmaron por tener una radio. Edmundo hacía la voz del abuelito y contaba un cuento. Fabián Vizcaino y otro talento de la época, Oswaldo Merizalde Catefort, hacían los libretos. “Mantener una radio con programas especializados, como exigían las audiencias más ilustradas de esa época, era un poco complicado”. Así también inyectó novedades en la competencia para que puedan cambiar las programaciones.

El programa más sintonizado era Romance de Boleros. Se difundían temas de Los Panchos, Los Tres Ases, Lucho Gatica, Tania Libertad, Marco Antonio Muñiz, entre otros… También había el espacio informativo, que muchas veces era la lectura de noticias de El Comercio y Ultimas Noticias. Había también avisos clasificados, mensajes, avances, la hora… Esta radio la compró a Edmundo el radiodifusor carchense, José Rodríguez Santander, luego sería Radio Éxito, que tenía el distintivo de “La emisora que más quiere y sirve a Quito”.

La anécdota con Edison Terán en Radio Cordillera

En 1964 estuvo en Radio Cordillera, que era de propiedad de los dueños de la Botica Pichincha, que ahora es Fybeca. Estaba ubicada en la calle Guayaquil y Esmeraldas, en el centro de Quito. Armando relata que le estrenó el director, Edison Terán, una de las figuras de la radiodifusión ecuatoriana, quien quería que con total precisión manifieste la identificación de la emisora “Radio Cordillera”. “Le tuvo unas dos horas, para que diga a gusto del director de la estación, la identificación de la emisora. El maestro Gonzalo Portugal, quien hacía los libretos de las Leyenda y Tradiciones de Quito, era uno de los espectadores”.

Años más tarde, como Edmundo tenía una voz muy cotizada, le solicitaban que sea la voz oficial de las empresas más posicionadas de la época: Avianca, Ecuatoriana, Tame… “El mismo Edison Terán, que en un inicio le tuvo dos horas para que pronuncie bien Radio Cordillera”, le invitaba para que haga cuñas para la aerolínea Ecuatoriana, porque era jefe de Relaciones Públicas de la desaparecida Línea de Bandera. Armando asegura que su padre por esta situación se ligó a la publicidad. “No es nuevo que el conseguir los auspicios constituye parte de los ingresos del locutor – productor”, indica.

Edison Terán, quien también trabajó en Ciespal, era un hombre talentoso para la producción radial. Tenía ideas fabulosas y sabía cómo contarlas. Era un excelente libretista. Muy exigente, reitera el catedrático universitario, Armando Grijalva.

Cine en los barrios con el auspicio de manteca La Única

 

A fines de los 60 e inicios de los 70, Edmundo Grijalva llevaba el cine a los barrios de Quito y otras ciudades del país. Tenía una furgoneta Morris donde estaba el proyector. Ponía un telón de tela percalina que lo colgaba para plasmar las imágenes. Antes de la película había, una entrada espectacular para que la gente asista. Se paseaba por el barrio haciendo el perifoneo… “Vamos a proyectar la película ‘Nosotros los pobres’, protagonizada por Pedro Infante y Blanca Estela Pavón…. les invitamos a ver esta película de Ismael Rodríguez, filmada en 1948…”.

Mientras la película seguía, las impulsadoras vendían los productos y así alimentaba a la lista de auspiciantes que tenía su cine de barrio.  Se convirtió en la voz oficial de mantecas La Única. La empresa le pagaba la gira, cuando se cumplía, su padre buscaba otros auspiciantes. Siempre conseguía buenos aliados para que le costeen sus giras promocionales.

Su hijo, Armando, también heredó el talento de su padre y hacía calendarios publicitarios que se plasmaba en tela, a través de serigrafía. “Aprendí a calar para hacer las planchas, manejar bien en nylon, raquear para poner la imagen. Junto con Salomón Guerrero, propietario de Grafex Compañía, que fue una de las empresas más grandes de impresos, trabajó con esta técnica de estampado”. Después, con su padre, hicieron banderines deportivos. En octubre de 1968, cuando estuvo para pelear el campeonato mundial Jaime “Chico de Oro” Valladares, hicieron unos banderines con la caricatura del pugilista y los vendía en el Coliseo Julio César Hidalgo. Así también de jugadores de la Liga el Nacional, Deportivo Quito… Edmundo siempre encontraba muchas cosas para ofertar.

En 1970, Edmundo creó el primer álbum deportivo ecuatoriano, que lo pasaba en un programa de televisión, canal 8 de Quito-Televisora Nacional. Promocionaba para que compren los cromos. Cada semana había un espectáculo, donde había rifas. “Era muy creativo. Se ideaba una cantidad de nuevos formatos concursos, siempre buscaba cosas dinámicas para presentar”, comenta Armando.

Radio Independencia, La Nación, Aeropuerto y luego Cristal

Edmundo Grijalva, en 1974, se vinculó a HCJB La Voz de Los Andes. En esa estación presentó el noticiero con el periodista Paco Camino, quien fue presidente de la Unión Nacional de Periodistas (UNP). Era la época de producción de la estación. Eran parte del grupo Lenín de Janón, el dominicano José “Chema” Reinoso, Germán Carvajal… En la parte técnica estuvo René Bermúdez.

Edmundo seguía apasionado por el mundo de la radiodifusión y compró Radio Independencia, 1380 KHz, que se convirtió en La Nación. Armando Grijalva, su hijo, asegura que en esta estación él dio sus primeros “pininos”, cuando era niño. La Radio estaba ubicada en la América y Bolivia, en el tercer piso del edificio donde estaba situada la ferretería Castillo Hermanos. Edmundo, con Paco Camino, hacían el “Noticiero Nación”, que se emitía de lunes a viernes. En esta estación también se inició, en Quito, el conocido locutor imbabureño Luis Ernesto Terán.

En 1975, la radio tenía el auspicio de firmas importantes, por ello creaba programas, con sus respectivos auspicios. Uno de esos fue Perlan, una crema dental. Después hizo la Tombola Camel, que se paseó por todo el país. Era un concurso de adivinanzas que se realizaba cada hora y el ganador recibía el Combo Camel, que incluía cigarrillos, medias Ingesa, productos Perlan, etc. “Mi padre comenzó a realizar giras por el país, haciendo promociones con impulsadoras, promocionando los productos que le auspiciaban”. Eran caravanas artísticas, pero también se vendían los productos, reitera Armando.

Cuenta que esta idea inició porque a fines de los 60 e inicios de los 70, Almacenes Tía tenía una cabina de locución y contrataban por una hora a los locutores famosos, para que los compradores desde el local escuchen la voz de moda, que vendía los productos que había en Almacenes Tía. Otras empresas también lo hacían. En ese tiempo era una forma de vender. “Quizá empezó por ahí su pasión por la publicidad y creó una de las primeras agencias que su nombre era en inglés Promoción y Publicidad”.

En 1978, Radio La Nación se trasladó al pasaje Yaupi, por la avenida Mariana de Jesús, paralela a la América. Ahí se organizaban eventos musicales. En ese tiempo llegó a trabajar en la estación Juan Felton, el protagonista de El Cura Carrasco y Ronda Policial, que se emitió por Radio Nacional Espejo. En la parte de deportes estaba Enrique Arévalo Benítez. Su hijo cuenta que Edmundo Grijalva siempre estaba rodeado de personalidades que dejaron mucha huella en la radiodifusión ecuatoriana.

Como estaban de moda las baladas y la música disco, las incluyó en la programación, pero empezó a depurar las microprogramas para buscar auspicios específicos, como onomásticos de la ciudad. Se consiguió una base de datos y así alimentaba los horarios para poder financiar y generar la producción propia.

En ese tiempo, Edmundo Grijalva solo hacía la locución institucional de la emisora, porque empezó a incluir voces jóvenes y exponer nuevas formas de expresión. Llegaron Roberto Ramírez, que sigue haciendo locución en Imbabura; Enrique Tobar Mideros, quien luego fue locutor comercial de las radios Sonorama y Pública.

Armando recuerda que en 1981 esta estación, por cuestiones económicas, llegó a un acuerdo con el hermano de Carlos Armando Romero Rodas y crearon Radio Ritmos, con un matiz más juvenil y tradicional, con temas de Julio Jaramillo, valses y música más popular. A Edmundo no le gustó este cambio, “porque siempre buscó una programación más elitista”.

Luego concretó una alianza con la Aviación Civil y la Fuerza Aérea Ecuatoriana e instaló una radio en el Aeropuerto Mariscal Sucre, ahora Parque Bicentenario. Les facilitaron un espacio donde instalaron la cabina de transmisión y desde ese lugar anunciaban los vuelos, horas de la salida y llegada; información meteorológica, música del momento… para que sea escuchada dentro de la terminal aérea.

A las señoritas que hacían la vocería sobre la información de salida de los vuelos, su papá las preparó en dicción y modulación, para que lo hagan desde la radio. “Muchas chicas se emocionaban porque no solo anunciaban los vuelos, sino también los discos”.  En una primera experiencia fue Radio Aeropuerto, lo que después pasó a ser Radio Cristal de Quito, 1300 Khz, que tuvo sus estudios en la Av. De la Prensa, a pocos pasos del hoy desaparecido aeropuerto quiteño. No obstante, esta radiodifusora ya no fue administrada por Edmundo Grijalva, sino fue concesionada al guayaquileño, don Carlos Armando Romero Rodas. Era finales de los 80.

Paralelamente, desde 1975 se involucró de lleno en la agencia de turismo. Fue de los primeros que hizo los vuelos charter a las Islas San Andrés, en Colombia; e Isla Margarita, en Venezuela, con las líneas Ecuatoriana, Tame y Avianca. Esta actividad le comenzó a gustar a Edmundo y dejó a un lado la radio. Aunque cuando le invitaban a Radio Quito y Ciespal siempre iba porque – a pesar del cambio – tenía a la radio en su alma. Hizo grabaciones para otras emisoras, a más que viajó por América Latina haciendo locución y cantando.

Los referentes de Edmundo Grijalva

Sus referentes fueron Azael Terán y Gerardo Brborich, quienes le motivaron a continuar en el trabajo comunicacional; y Édison Terán, quien “quizá por la gana de molestar”, logró que la voz que escuchó tenga esa delicadeza para que no se le olvide al oyente que la estación que escuchaba era Radio Cordillera. Aprendió mucho de Gonzalo Portugal, de los técnicos Jaime Iván Moya, Alfredo Falconí y René Bermúdez. Valoró a sus amigos como César Estrella, dueño de Radio El Sol. Apreció a los hermanos Vargas Acosta por su profesionalismo, en especial a Edison. También a Fernando Fegan, René Torres, Erika Von Lipke, Marjorie Morales, Raúl Castellanos Jiménez, Raúl Hidalgo, entre otros. Siempre valoró lo que aprendió de ellos.

En 1995, Álvaro San Félix mientras visitaba a Edison Terán, en Ciespal, se encontró con Armando Grijalva y le comentó que quería hacer una radionovela. “Me encantaría que su papá actúe en la radionovela. Mi papá feliz, pero por asuntos de negocios no pudo”. Indica que con Álvaro San Félix se unió una generación de locutores, comunicadores y escritores y grabaron los 10 capítulos de 30 minutos de la serie Atahualpa. “Asdrúbal de la Torre, que era director de Ciespal, les permitía grabar los jueves, a partir de las 17:30 hasta las 19:00. Álvaro San Félix cada vez que venía un nuevo locutor decía “es el hijo del Gallo Giro. Siempre me sentía muy alagado”.

Su legado

“Edmundo Grijalva dejó una huella que, aunque no esté en los textos o no se escuche en las emisoras, ha quedado en el espíritu de su familia y sus amigos que todavía le tienen un buen recuerdo”, señala Armando Grijalva. “Me he sentido muy orgulloso, porque las personas que lo conocieron resaltan la sencillez y calidad humana de mi padre”.

Paco Camino, quien fue su compañero en HCJB y Radio La Nación, destaca la calidad humana y profesional de Edmundo, “quien tenía un talento que le permitía siempre cumplir sus objetivos”. Mario René Arias, que laboró en Radio El Sol, acota que Edmundo Grijalva, aparte de la calidad humana que tenía, “podía hacer una infinidad de voces para los comerciales y era muy requerido para las cuñas”. Roberto Landines, con quien trabajó en Radio Consular, comenta que era una persona que brindaba confianza y seguridad. “Cantaba con el corazón, la voz le acompañaba siempre y emocionaba a quienes lo escuchaban.

Edmundo Grijalva Valencia dejó plasmada su calidad humana, el respeto a las personas y la cordialidad. Tuvo 8 hijos: Armando, Vannina, Valerié, María Fernanda, Ricardo, Vianey y David. A inicios de los 60 se casó con Elvia Pinto Mena, quien lo acompañó hasta el final de sus días. El locutor y empresario falleció a los 62 años. El 28 de julio de 2021 se cumplieron 20 años de su partida.

 

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Iliana Cervantes Lima

Voces de la Radio

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