Mario Moreno Garibotto, la voz de la danza moderna en el Ecuador
Foto: Izquierda, Mario Moreno Garibotto con su esposa, Julia Torricheli, en Argentina, a inicios de la década de los 60. Derecha superior, en un encuentro con Mario Moreno, Cantinflas, en mayo de 1964. Derecha inferior, con Rosita Lincango, quien desde 1968, le vende flores al coreógrafo argentino; y la autora de esta nota.
Mario Moreno Garibotto, es coreógrafo, poeta, escritor y dramaturgo, nació en Buenos Aires el 28 julio de 1932, tiene 91 años, de ellos, 60 los ha vivido en Ecuador. Fue fundador del Instituto de Arte Moderno Ecuatoriano Argentino, el Centro Internacional de Estudios Poéticos del Ecuador, el Instituto Nacional de Danza, el Primer Ballet Moderno de Guayaquil en 1964, la primera Escuela de danza Contemporánea en Portoviejo y Manta en 1965, el ballet juvenil del Ecuador en 1968, el Teatro Experimental Jorge Icaza, entre otros. Además, la ONU lo nombró Embajador de la Paz.
Fue presentador de televisión y radio en Quito y Guayaquil. Ha escrito más de 40 libros entre novelas, filosofía y prosa. Ha brindado su aporte en los colegios de capital, entre ellos el Simón Bolívar, donde tenía un ballet con 60 estudiantes. Las presentaciones se realizaron en el teatro Sucre, donde pusieron en escena: Rapsodia Húngara, del compositor Franz Liszt; Ave María de Schubert, Vals de las Flores de Tchaitovski, Danza de las horas de Ponchielli, además de un tema nacional que denominó” La Voz de la protesta de la zafra”, entre otras.
Fue amigo del promotor cultural y coleccionista, el ambateño, Wilson Hallo, de los pintores: Luis Enrique Tábara Serna, Gilberto Almeida Egas y Gustavo Guayasamín, de este último porque una de sus hijas fue su alumna en la escuela de danza. Conoció a Benjamín Carrión al que describe como el hombre más ilustre de la literatura ecuatoriana. Fue parte del grupo de escritores que hubo en la Casa de la Cultura, que se denominaba Camino. Cuando llegó al Ecuador fue recibido, por el entonces presidente de la Casa de la Cultura de Guayaquil, Abel Romeo Castillo, autor de la letra de la canción Romance de Mi Destino.
Asegura que Ecuador le ha dado todo, por ello es feliz. Todos los días recorre el centro histórico, donde tiene su academia de danza. Las calles, casas y personajes se los conoce al dedillo. Sin embargo, ahora hay algo que le llama la atención, no hay periódicos de papel. “Antes yo me llevaba con los periodistas que cubrían cultura de los diarios El Comercio, Ultimas Noticias, El Tiempo, Hoy, La Hora… pero ahora ya no los encuentro en los sitios donde antes los vendían”, comenta. Hoy todos los días coge el Metro de Quito y se baja en la estación San Francisco.
Hasta ahora tiene los recortes de prensa de sus presentaciones en Argentina, Brasil, Uruguay, España, Estados Unidos y Ecuador. Recuerda con nostalgia cuando en el café El Madrilón se juntaban los periodistas, escritores, artistas y políticos para comentar el quehacer nacional. Ahí se encontraban a las 09:00 y las tertulias terminaban a las 12:00 o 13:00. En aquella época diario El Comercio, estaba cerca de la Casa de Gobierno; El Tiempo a tres cuadras. “Todos los poderes se concentraban cerca del Palacio de Carondelet”.
Cuando llegó al Ecuador a inicios de la década de los 60 del siglo anterior, fue coreógrafo de canal 6 de Guayaquil, conducía el programa Arte, así como Paz y Vida. Canal 2 se inauguró en 1967, este medio estaba junto al canal 6 y le pidieron que integre, alternaba canal 6 con el 2. Un directivo del medio un cubano de apellido López le insistió que se trasladé a la sierra y sea parte de Teletigre, canal 6, pero en Quito, que estaba ubicado en el sector del Itchimbía. Le separaron habitación en el Hotel Majestic. Ahí realizó los mismos programas que hacía en el Puerto Principal, además había “La abuelita Alegría”. Mario fue el pionero de este canal en Quito.
Cuando se cerró el canal lo llamó el presentador chileno, Alberto Cañas Cañitas, de Teleamazonas, para hacer la parte coreográfica del programa Telejardín. También participó en Sábados Espectaculares, conducido por el venezolano Christian, Johnson. A los tres les invitaban a los eventos sociales y solidarios. Eran muy famosos y solicitados no solo en la capital, sino en todo el Ecuador. La televisión ecuatoriana no se inició con personal nacional sino extranjero: cubanos, argentinos y peruanos, repite.
Trabajó también en las radios Nacional, Municipal, Católica y Espejo. Nunca cobró un centavo en la radio y la televisión, porque en esa época era solvente, trabajaba en varios planteles educacionales que le pagaban un sueldo, el salario básico era de 300 sucres y Mario ganaba 4 mil. Lo hacía para difundir el Instituto de Arte Ecuatoriano Argentino que llegó a tener 150 alumnos, así como para el Centro Internacional de Estudio Poético del Ecuador. Con todos los canales y emisoras fue así, todo gratuito. Trabajaba hasta 16 horas diarias.
Mario fue asesor pedagógico y artístico, cuando fue ministro de Educación, el general Guillermo Durán Arcentales, quien luego fue parte del triunvirato que gobernó Ecuador desde 1976 hasta el retorno a la democracia en 1979.
En la mañana daba clases, en la tarde trabajaba en los canales, en la noche, como era joven, se dedicó a la vida bohemia. Se iba a la peña, cantaba y bailaba, aparte de eso era el paganini. “A todos les decía, yo pago”. Hasta que un día dos personas de Quito: Aida LeMarie de Watson, dueña del Hotel Savoy y la Dra. Mata Martínez le insistieron que gastaba mucho su dinero, al estar hospedado en un hotel, lo hacía en el Majestic. Ahí ya tenía 35 años.
Le sugirieron que si va a vivir en el Ecuador debe tener su casa, su estudio, su automóvil. “Usted puede ser la persona más inteligente del mundo, pero si no tiene nada, prácticamente no vale nada, porque nuestro país es tanto tienes, tanto vales”. Eso le hizo pensar y logró comprarse su departamento en el norte y su estudio en el centro, donde tiene el Instituto de Arte Moderno Libre Ecuatoriano-Argentino, que fue aprobado por el acuerdo ministerial 526 en el año 1968.
Desde ahí ya no fue el paganini, porque se quedó sin dinero. No pudo viajar por 12 años. Después ya se estabilizó y pudo recorrer el mundo. En Zaragoza le dieron un homenaje como coreógrafo y escritor.
Mario dejó de bailar cuando cumplió 68 años, estaba en Los Ángeles, Estados Unidos, invitado por el Departamento de Estado. Hizo música electrónica con danza, pero sus giros ya no salían fluidamente, esa fue la última gira que bailó, pero siguió como coreógrafo y maestro de danza, ya no como artista.
Con su talento artístico recorrió Brasil, Uruguay, Chile, Perú y Bolivia. Llegó al Ecuador en enero de 1964 por invitación del diplomático e historiador guayaquileño, Jorge Pérez Concha. Le propusieron pagar 150 dólares, eso era una gran oferta. En esa época tenía 30 años.
Eso se dio porque a Alfonso Barrera Valverde, que era agregado cultural en Argentina, el entonces presidente de la Casa de la Cultura de Guayaquil, le pidió desde Ecuador, que consiga un coreógrafo joven para hacer danza moderna, porque en el país solo se hacía la clásica y folclórica.
El autor del libro “El País de Manuelito y que luego fue canciller del Ecuador, en el Gobierno de Jaime Roldós Aguilera, estaba junto con su familia y observó una presentación de Mario Moreno, en el Teatro del Lago, de Buenos Aires, que está ubicado en el Bosque de Palermo y tiene un lago donde hay cisnes naturales, de un lado está la tribuna con los espectadores y en la otra un escenario natural donde la gente observa el espectáculo. Cuando se presentan los artistas se levanta un puentecito sobre el lago y nadie puede pasar al escenario, solo cuando termina la actuación.
Concluido el evento Alfonso Barrera se acercó y le felicitó. Ese día también estuvo el agregado cultural del Brasil con su familia. Los dos diplomáticos le dieron sus respectivas tarjetas de presentación, pero el ecuatoriano le insistió que quería hablar con él. El coreógrafo del Ecuador no conocía nada, solo tuvo como referencia una revista que publicó sobre Las Galápagos. Se imaginó que el país estaba formado de muchas islas.
El escritor y director artístico argentino, primero partió a Brasil donde el gobierno dispuso que realice una gira por todo el país. En esa época estaba casado y le comentó a su esposa, Julia Torricheli, bailarina, actriz, y modelo, “tenemos esta linda oportunidad para los dos”, pero ella no quiso acompañarlo y se quedó en la capital argentina. La pareja artística la completó con Susana del Valle, que era una excelente bailarina. Les fue bien en Rio, Brasilia y en todos los lugares donde se presentaron.
Su compañera de baile a los tres meses a tuvo que regresar a Buenos Aires o perdía el empleo. Mientras que Mario consiguió un año de permiso para que decida si seguía en el Ministerio de Marina, donde era tecnólogo químico, o si continuaba con el arte.
Mario Moreno Garibotto tuvo muchas ofertas laborales, pero su mamá, Emma Garibotto, le envió un cablegrama y le pidió que regrese para navidad, caso contrario, no solo perdería a su esposa sino también a su mamá. Viajó a Uruguay, le fue muy bien, luego se trasladó a Buenos Aires donde le hicieron un homenaje al que asistieron los artistas, su familia, incluida su esposa, quien le llevó a su hijo Jorge, con quien jugó hasta la madrugada. El papá de Mario se llamaba, Rafael Moreno. Tanto su esposa como su hijo fallecieron en Buenos Aires el 2013.
A su llegada estuvo un año en la Casa de la Cultura de Guayaquil y tres en la de Manabí. En el mes de mayo de 1964, visitó el Ecuador Mario Moreno, Cantinflas, quien necesitaba un ballet de televisión moderno. Un empresario le sugirió al actor mexicano a Mario Moreno Garibotto, quien desde enero de ese año estaba en canal 6. El promotor le indica al “Mimo de México” que hay un inconveniente porque se llama igual que él. Le llamó al hotel, le dio la mano y le repitió “qué tal tocayo”. Ahí decidieron que en la cartelera saliera con los nombres: Mario Moreno “Cantinflas” y Mario Moreno “Coreógrafo”, en el mismo nivel. Tiene una fotografía del día del encuentro.
Su legado al Ecuador son sus libros y las instituciones que ha fundado. Asegura que siempre ha recibido el cariño de la gente. Ahora desde su casa coge el metro y se baja en la parada San Francisco. A las 09:00 llega al centro histórico, pero a las 12:00 o 13:00 arriba al Institutito, eso se da, porque conversa con la señora de la espumilla, el señor del ponche, la señora del café o Teresita que vende mercadería, con el señor que vende los libros a todos les dedica media hora para conversar, la gente le detiene en la calle, porque recuerdan su época de televisión y la radio o como escritor. “Son tertulias que me enriquecen”, insiste.
Un caso aparte es Rosita Lincango, quien desde 1968, le lleva a su estudio en el Pasaje Amador, las flores, para que las ponga en su mesa de centro. “Yo le vendo las flores, le conocí muy jovencito. Cuando él caminaba y pasaba por la calle Venezuela o García Moreno, las señoras y señoritas siempre le regresaban a mirar, porque era alto y bien guapo”. Indica que la sencillez y calidad humana son las características se este gran señor de la danza.
Una vez estaba sentado en el metro y un señor recitó un poema de Mario, quien decía para sí, “este es mi poema”. La atención estaba con el oído, pero no con la mirada. El señor se acerca y dice en voz alta, el señor que está aquí es el autor de este poema. Los pasajeros lo aplaudieron, recuerda con emoción.
Lo conocía porque, años atrás, había leído sus libros, eso se dio porque diario El Comercio y Ultimas Noticias publicaban “Sábados Poéticos”, que eran escritos de los miembros del Centro Internacional de Estudios Poéticos (CIEPI), que todavía funciona y que se reúnen todos los martes, en el Pasaje Amador, a leer poesía. “Son 1 343 veces que nosotros hemos leído acá poesía”. Al inicio eran 30, ahora solo quedan cinco. El locutor deportivo Alfonso Laso Bermeo, que laboraba en los periódicos quiteños era el motivador y promotor.
Recuerda que cuando publicó el poemario “A quién pudiera”, le llamó la secretaria de la dueña de El Comercio, Guadalupe Mantilla de Acquaviva, quien le indicó que leyó los poemas, que eran muy sentidos, por ello alguna vez se desbordó en llanto. En ese momento le comentó que le va a sacar una publicación sobre su libro y una página sobre su vida, que hasta ahora la tiene guardada.
Mario Moreno Garibotto estudio en la universidad Florentino Ameghino y en el Instituto Pizzurno, Técnica Química. Trabajó en el Ministerio de Marina por 13 años y era maestro de danza en la tarde, integró el primer ballet moderno de Buenos Aires, creado por la hija del médico italiano, José Ingenieros, autor del libro “Evolución de las ideas argentinas”. Ella trajo la danza Moderna a la Argentina, donde estuvo 6 años e hizo su propio grupo, le apoyó el Municipio de Buenos Aires.
El sueño de Mario Moreno Garibotto es que el mundo viva en paz, armonía, donde brille la paz y el sosiego. Indica que primero hay que triunfar en el país de uno para salir y por eso vinieron las invitaciones a recorrer el mundo, pero con su talento.
Uno de los motivos por los que se quedó en el Ecuador fue la muerte de su madre, quien le había dicho “mira hijo algún día vas a tener que parar en algún lado”. La Mitad del Mundo le dio todos los motivos para quedarse: gente sencilla que siempre está presta para servir al prójimo, ese es el quiteño y ecuatoriano verdadero, enfatiza. Recuerda a las personas que iban a rezar en el sagrario, al cargador, que ya no existe, que hacían una reverencia a las beatas, en la calle García Moreno.
Anhela que su nombre no desaparezca, porque a los artistas no hay que olvidarlos. Asegura que él cree en Dios, cuando ora y lo hace todos los días, pide por los intereses de la humanidad, no solo de él. Una vez quiso alejarse de la oración y una voz interna le dijo “Mario, no te alejes, queremos hablar contigo, tú vas a morir a los 100 años, a las 03:00 de la madrugada, por ello sigo acá…”.
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Iliana Cervantes Lima
Voces de la Radio
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