Gonzalo Godoy, el maestro del acordeón

Foto: Izquierda; Gonzalo Godoy. Derecha superior, en Radio América de Guayaquil, con Rosalino Quintero, Sergio Bedoya Laura y Mercedes Mendoza Suasti. Derecha inferior. Familia Godoy Aguirre, sentados de izquierda a derecha: Lilia; Rosita Aguirre (esposa del maestro Gonzalo Godoy) tiene en sus piernas a Paquito Godoy; don Gonzalo Godoy tiene en sus piernas a Chabela; y alado está Carmita. De pie de izquierda a derecha: Guadalupe, Antonio, Mario, Hugo, Anita y Aníbal.

El acordeón de Gonzalo Godoy se escuchó y se sigue escuchando en todo el Ecuador y gran parte de América. El pasado 15 de mayo de 2023 cumplió 92 años, de ellos más 80 los ha consagrado al arte de crear música. Este talento lo llevó a estar junto a los grandes del pentagrama nacional: Olimpo Cárdenas, Julio y Pepe Jaramillo Laurido, Rosalino Quintero, Carlos Rubira Infante, Fresia Saavedra, Dúo Aguayo Huayamabe, Hermanas López Ron, Mendoza Suasti, entre otros músicos, compositores e intérpretes. Se ha presentado en Estados Unidos, México, España, Francia, Perú, Chile y Colombia.

Es acordeonista, compositor, pianista y maestro de capilla, nació en Sicalpa – Colta, en 1931, se inició en este trajinar desde que tenía ocho años, cuando interpretó sus primeras notas en la Iglesia de Santa Rosa de Riobamba, ubicada a los pies del imponente Chimborazo.

En la familia Godoy Carrillo, Gonzalo forma parte de la quinta generación de maestros de capilla. su mamá, Senobia Godoy Carrillo, cantaba y su papá, Ángel Serafín Pulgar, era director de la banda de la Brigada Blindada Galápagos. Su abuelito materno, Agustín Godoy Velarde, interpretaba el órgano y el acordeón en la capilla del barrio Santa Rosa de Riobamba, de la comunidad de los padres Dominicos.

En los años 50, Guayaquil era el centro de la producción musical del Ecuador. Gonzalo Godoy se trasladó al Puerto Principal, porque en Riobamba, en ese tiempo, a los músicos apenas le pagaban 10 sucres la hora y en la Perla del Pacífico ganaban 50.

Fue muy amigo de los integrantes del Dúo Aguayo Huayamabe, que estaba constituido por Fausto Marcial Huayamabe y Néstor Aguayo, originarios de Durán, grabaron “Porque Dios mío”, el vals “Di que me quieres” y “El Chulla Riobambeño”. Así como del Dúo Ayala Coronado.

En Guayaquil había lugares donde se reunían los músicos de la época, uno de ellos era una peluquería de propiedad de un riobambeño Julio Ñama. Ahí se reunían intérpretes, compositores, arreglistas y de vez en cuando también asistían los representantes de las disqueras, quienes buscaban nuevos talentos.

Gonzalo se fue abriendo campo en el Puerto Principal, por ello, con el cantante Olimpo Cárdenas integraron un equipo musical “y cobraban bien”, eran los populares lagarteros. En el Puerto Principal “surgió una bolita” de que en esa ciudad se encontraba un buen acordeonista de Riobamba, por eso le llamaron para grabar con Julio Jaramillo que todavía era principiante.

En una ocasión, antes de grabar con El Ruiseñor de América, fueron a una presentación en la casa del empresario ambateño Luis Noboa Naranjo, donde cantaron y tocaron hasta la madrugada, pero no les pagaron en ese momento. Al siguiente día, Gonzalo acudió a la misa de 11:00 donde tocó “Las Catacumbas”, JJ le comentó que el tema era hermoso.  En ese día hicieron un pacto, consistía en que, cuando él muera primero, Gonzalo interpretaría ese tema y, si Gonzalo se iba primero, Julio debía cantarlo. Avanzaron, nuevamente, hacia la casa del empresario y les pagaron inmediatamente “con un buen cheque”, que lo cambiaron en el restaurante de un amigo.

El 9 de febrero de 1978 falleció Julio Jaramillo. El acordeonista estaba en Riobamba y su hijo, el historiador musical Mario Godoy Aguirre, le informó que había muerto el Ruiseñor de América. Inmediatamente Gonzalo se trasladó a Guayaquil para cumplir la promesa.

A inicios de la década de los 80, en televisión, el programa que lideraba sintonía era Puerta a la Fama, emitido en Telecentro, Canal 10. Gonzalo Godoy hacía el acompañamiento musical con el acordeón, grababan los viernes y se transmitía el domingo. El Maestro también estuvo en el popular programa “La estrella Cristal”, de la emisora de Carlos Armando Romero Rodas. El trabajo del músico serrano era muy respetado en la ciudad.

Antes era difícil grabar discos, la mayor parte de productores estaban en Guayaquil con los sellos Feraud Guzmán, Onix, Orión, Cóndor y Lluvia de Estrellas. Ingresar al estudio de grabación significaba ir con todo listo, porque si alguien se equivocaba se iniciaba de nuevo.

El maestro Luis Gonzalo Godoy a lo largo de su carrera artística grabó más de 600 canciones y acompañó a artistas de la talla de Julio Jaramillo, Fresia Saavedra, Carlos Rubira Infante, Pepe Jaramillo, Mélida María Jaramillo, Ángel Urquizo; así como a los dúos Aguayo Huayamabe, Mendoza Sangurima, Mendoza Suasti, entre otros estacados cantantes populares del Ecuador, recuerda su hijo Mario Godoy Aguirre.

El historiador de la música nacional también destaca el aporte de su padre con los estribillos en acordeón de algunos éxitos de Julio Jaramillo, como los pasacalles “Chica Linda” y “El Mendigo”; los valses “El regreso”, “Pasionarias” y “Golondrinas”, así como los pasillos “Consuelo Amargo” y “Carmita”.

Gonzalo recuerda, con nostalgia, esta etapa porque pudo crear y trabajar en la difusión de la música popular; conocer a los talentos artísticos que se presentaban en la radio y la televisión. “Ellos dejaron todo su amor en el escenario y nosotros continuamos en esta tarea”, repite.

En los últimos años, hasta antes de la pandemia por la Covid 19, se lo veía con su acordeón y órgano en la Iglesia de Santo Domingo, en el centro histórico de Quito, interpretando el canto a San Vicente Ferrer, uno de sus temas religiosos preferidos.

Para Gonzalo su familia fue muy importante, por eso cuando permaneció en Guayaquil enviaba a su esposa, Rosita Aguirre, y sus 10 hijos: Mario, Lilia; Paco, Chabela; Carmita, Guadalupe, Antonio, Hugo, Anita y Aníbal, el dinero con algún amigo que viajaba por tren desde Durán hasta Riobamba.

Gonzalo Godoy, es el maestro del acordeón, quién mantiene intacta su memoria al recordar la época de oro de la música nacional. El pasado 24 de octubre se realizó en Riobamba, el lanzamiento de los dos tomos del libro Gonzalo Godoy, su legado, que habla sobre la trayectoria de este gran señor de la música nacional.

Sus primeros acordes musicales fueron en una capilla

En la familia Godoy Carrillo, Gonzalo forma parte de la quinta generación de maestros de capilla (músicos que tocan en las iglesias). Además, su mamá, Senobia Godoy Carrillo, cantaba y su papá, Ángel Serafín Pulgar, era director de la banda de la Brigada Blindada Galápagos, acantonada en Riobamba. Todos sus tíos maternos fueron maestros de capilla, los hermanos de su padre fueron músicos de soplo.

Su abuelito, Agustín Godoy Velarde, era quien interpretaba el órgano o el acordeón en la capilla del barrio Santa Rosa de Riobamba, de la comunidad de los Padres Dominicos. Los sábados, Gonzalo madrugaba y, las 03:00 ya se iba con su papá al rosario de la aurora. El resto de los días había misas desde las 05:00; y los domingos, desde las 04:00.

Cuando le acompañaba a su abuelito, “como ya era de una edad avanzada”, Gonzalo le ayudaba a dar la vuelta a las páginas de los libros, que en ese tiempo tenían una letra pequeñita y el papel era bien delgadito. Esto le ayudó, porque las canciones las conocía de memoria.

Para Gonzalo, ser maestro de capilla es convertirse en el otro personaje principal de la misa, en conjunto con el sacerdote, quien en la liturgia comparte la palabra de Dios; mientras que la música y las canciones las realiza el organista. Recuerda que antes se cantaba en latín, que era un poco más complicado y las ceremonias también eran más largas.

El viaje a Guayaquil

En los años 50, Guayaquil era el centro de la producción musical del Ecuador. Además, en Riobamba en ese tiempo a los músicos apenas le pagaban 10 sucres la hora y en el Puerto Principal ya ganaban 50. Por ello decidió trasladarse a esa ciudad.

Al llegar al Puerto Principal, acompañó al Dúo Aguayo Huayamabe, que estaba constituido por Fausto Marcial Huayamabe y Néstor Aguayo, originarios de Durán, pero que ya gozaban de mucha aceptación en las apacibles calles de Guayaquil. Gonzalo, de broma, les llamaba el Dúo aguado de guanábana.

Con este dúo grabaron varios temas que fueron un éxito, entre ellos: “Porque Dios mío”, y el vals “Di que me quieres”. También temas que con el paso del tiempo se transformaron una especie de himno de las ciudades, una de ellas es “El Chulla Riobambeño”.

Siempre se destacó en las grabaciones. Los productores y músicos ya sabían que había un Gonzalo Godoy, especialista en la entonación del acordeón; y un Rosalino Quintero, quien era un maestro con la guitarra. Julio Jaramillo, en ese tiempo todavía era aficionado, y grabó su primer disco con Fresia Saavedra el tema “Pobre mi madre querida”.

De a poco, el acordeón y virtuosidad del maestro Gonzalo Godoy, iban ganando espacio en las calles, plazas y emisoras de Guayaquil. Las estaciones de radio hacían las audiciones en vivo. Fue una época de mucho movimiento para los músicos y artistas, de una estación a otra se trasladaban en taxi, les cobraban cinco sucres la carrera, que eran costeado por los músicos, quienes pagaban un sucre cada uno.

Su apego a la familia

Para viajar a la Sierra el único medio que había era el tren. Gonzalo tenía unos amigos ferroviarios que llegaban a Durán y su mamá, que vivía en ese lugar, le comentaba de algún conocido que iba a Riobamba y le pedía que le lleve dinero a su esposa.

En la capital de la provincia de Chimborazo, la feria era los sábados y Rosita Aguirre necesitaba dinero para comprar los productos para toda la semana: las papás, el tomate, la cebolla, mellocos, habas… el diario era para la carne. “Yo no me despreocupaba y marchaba bien la familia. Era bien organizado, pagaba las pensiones de los colegios, los uniformes…”. Gonzalo es padre de 10 hijos y todos están vinculados con la música y la comunicación.

La peluquería de Julio Ñama, un sitio de encuentro de los músicos

En Guayaquil había lugares donde se reunían los músicos de la época, uno de ellos era una peluquería de propiedad del riobambeño Julio Ñama. El sitio era una concentración de intérpretes, compositores, arreglistas… Si alguien tenía una composición iba donde el productor de los discos, en este caso J.D. Feraud Guzmán, y le indicaban “tengo esta canción”, en la disquera le daban la hora para oír el tema.

Si le gustaba al dueño de la marca, le daban la fecha, el artista que iba a interpretar y el marco musical con quienes iba a grabar. “Los músicos éramos un pequeño grupo. Había una particularidad de que era muy difícil la grabación, porque al mínimo mal movimiento o falla, el técnico paraba y se repetía. Y como ellos ganaban por tiempo, a los técnicos les convenía quemar tiempo para ganar más. Nosotros éramos los fregados”. Sin embargo, Gonzalo nunca se equivocaba, era preciso y los intérpretes no se confundían.

Relata que, durante las grabaciones, delicadamente les hacía señas con la cabeza o con la boca para que ya inicien con la canción. Le tenían confianza al músico, por ello salían rápido del estudio de grabación. Muchas veces, viendo el profesionalismo del maestro, el productor les preguntaba. ¿y qué más tienen? Enseguida le preparaban otra canción, porque había compositores en el grupo e inmediatamente se grababa uno o dos temas más.

Fue parte del acompañamiento musical de Olimpo Cárdenas 

Olimpo Cárdenas ya era muy popular y vivía en Guayaquil, aun no viajaba a Colombia donde hizo su vida y falleció. Recuerda que con el cantante de la provincia de Los Ríos integraron un equipo musical “y cobraban bien” a los clientes que pedían serenatas. En esos años había lugares específicos donde se encontraban músicos para dar serenos en el Puerto Principal. Ellos eran los populares lagarteros.

Don Gonzalo comenta que, en el Puerto Principal “surgió una bolita” (un rumor) de que en esa ciudad se encontraba un buen acordeonista de Riobamba, por esa situación le llamaron para grabar con JJ (Julio Jaramillo) que todavía era principiante, todos los temas tuvieron éxito y recibieron el apoyo de los oyentes de las radios.

En una ocasión, antes de grabar con Julio Jaramillo, fueron a una presentación en la casa del empresario Luis Noboa Naranjo, donde cantaron y tocaron hasta la madrugada, pero no les pagaron en ese momento.

Al siguiente día, Gonzalo tenía una misa de 11:00 en la iglesia de San Francisco, le dijo a Julio: “asómate para ir a cobrar, después de la misa”. JJ llegó y le preguntó ¿cómo se llama esa canción que tocaste y que casi me hiciste llorar? Gonzalo le contestó se llama “Las Catacumbas”.  Qué linda canción, fue la respuesta de Julio.

Así avanzaron hacia la casa del empresario para cobrar por la presentación de la noche anterior. La familia había estado en los festejos, les brindaron el almuerzo y les pidieron que sigan con la música. Tocaron y cantaron hasta muy tarde. Al final les pagaron “con un buen cheque”, que lo cambiaron en el restaurante de un amigo.

Un pacto con Julio Jaramillo

En el día que Julio Jaramillo escuchó “Las Catacumbas” los amigos hicieron un pacto. Este consistía en que, cuando él se muera primero, Gonzalo tocaría ese tema y, si Gonzalo se iba primero, Julio lo cantaría.

El 9 de febrero de 1978 falleció Julio Jaramillo. El acordeonista estaba en Riobamba y su hijo, el historiador musical Mario Godoy Aguirre, le informó que se ha muerto el Ruiseñor de América. Inmediatamente Gonzalo se trasladó a Guayaquil a cumplir la promesa a su amigo Julio. Por una emisora se informó que después de los tres velorios: en el Salón de la Ciudad del Municipio, en Radio Cristal y en el Coliseo de Deportes, el cuerpo de JJ iba a ser enterrado en el Cementerio General.

Gonzalo tuvo algunos obstáculos para cumplir con la promesa, porque Nancy, la esposa de Julio, no era de la religión católica y no aceptaba que se realice una misa, recuerda el músico. La consigna del acordeonista riobambeño era cumplir la promesa que le hizo a su amigo. Observó que en la calle sí podría hacerlo, estaba frente del cementerio. “Nos fuimos lejísimo, pero cumplimos con la promesa que le hice al Julio”.  Asegura que dos traslados (entierros) han sido tan masivos en el Puerto Principal: el del Julio Jaramillo y del presidente Jaime Roldós Aguilera.

Puerta a la Fama y la Estrella Cristal

En televisión, el programa que lideraba sintonía era Puerta a la Fama, un concurso que se realizaba todo el año en Telecentro – Canal 10. Gonzalo Godoy hacía el acompañamiento musical con el acordeón para todos los participantes.  Se grababa los viernes y se transmitía el domingo. Al final del programa quedaba un solo finalista, que al concluir el año participaría para definir quién sería el ganador.

La presentación decía “Porque somos dueños de un folklore musical de riqueza extraordinaria que nos llena de orgullo. Telecentro canal 10, presenta en Ecuador Puerta a la fama”.

Antes la tecnología no era tan avanzada, por ello era difícil grabar discos, aunque la mayor parte de productores estaban en Guayaquil: Feraud Guzmán, Onix, Orión, Cóndor, Lluvia de Estrellas… A todas estas marcas se les iba a ofrecer la canción con el intérprete, compositor, arreglista y marco musical. Ingresar al estudio de grabación significaba ir con todo listo, porque si alguien se equivocaba tocaba parar todo e iniciar nuevamente. “Había un foco de emergencia que si se paraba era el cuco de los artistas”.

También estuvo en el popular programa “La Estrella Cristal”, de Radio Cristal, propiedad de Carlos Armando Romero Rodas. De ahí salió una paisana de don Gonzalo: Ana Lucía Proaño. Fue una época donde la música nacional brilló y tenía mucha aceptación en la población.

Recuerda con nostalgia esta etapa porque pudo crear y trabajar en la difusión de la música popular; conocer a los talentos artísticos que se presentaban en la radio y la televisión. La mayoría de ellos ya han partido, como Armando Romero Rodas, de Radio Cristal; el director de Puerta a la fama, Edgar Tobar, quien era un gran cantante y acompañaba al Dúo Ayala Coronado, especialmente con Alfredo Ayala.

Así es la vida del maestro Luis Gonzalo Godoy. A lo largo de su carrera artística grabó más de 600 canciones. Con su magistral interpretación del acordeón, acompañó a artistas de la talla de Julio Jaramillo, Fresia Saavedra, Carlos Rubira Infante, Pepe Jaramillo, Mélida María Jaramillo, Ángel Urquizo; así como a los dúos Aguayo Huayamabe, Mendoza Sangurima, Mendoza Suasti, entre otros estacados cantantes populares del Ecuador, recuerda su hijo Mario Godoy Aguirre.

El historiador de la música nacional también reitera el aporte de su padre con los estribillos en acordeón de algunos éxitos de Julio Jaramillo, como los pasacalles “Chica Linda” y “El Mendigo”; los valses “El regreso”, “Pasionarias” y “Golondrinas”, así como los pasillos “Consuelo Amargo” y “Carmita”.

En los últimos años, hasta antes de la pandemia por la Covid 19, se lo veía con su acordeón y órgano en la Iglesia de Santo Domingo, interpretando el canto a San Vicente Ferrer, uno de sus temas religiosos preferidos.

Gonzalo Godoy, es el maestro de la música, que mantiene intacta su memoria para recordar la época de oro de la música nacional.

 

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Iliana Cervantes Lima

Voces de la Radio

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