Foto: Izquierda, Carlos Edmundo Sandoval Pasquel. Derecha superior, con su amigo Pepe Granizo Cisneros en Gamavisión en 1990. Derecha inferior, personal Tarqui Deportes. De pie: Guillermo Padilla (+), Enrique Recalde, Ernesto Almeida, Vicente Salgado, Wilson Robalino, Fernando Buitrón, Patricio Díaz. Sentados: Edwin Carmona, Carlos Sandoval, Judith Mena (secretaria) y José Granizo (director).
Carlos Sandoval Pasquel es otavaleño de nacimiento y de corazón. Estudió la primaria en la Escuela de Demostración José Martí, la secundaria en el Colegio Nacional Otavalo. Primero fue abogado y doctor en Jurisprudencia, luego periodista, los dos títulos los obtuvo en la Universidad Central del Ecuador de Quito.
El relato deportivo siempre fue su pasión. En el colegio, un poco antes de terminar los partidos, se sentaba con sus compañeros, Eduardo Vega y Silvio Valenzuela, al filo de la cancha, y con un palo de escoba que simulaba un micrófono, narraba lo que sucedía en la cancha.
Sus inicios en la comunicación se dieron en su ciudad, en radio Otavalo, “La Voz del Altiplano”. Le tiene una gratitud especial a su propietario Marco Chicaiza, quien le dio la oportunidad de ser parte de este mundo mágico de la radio.
Carlos Sandoval Pasquel escuchaba las emisoras deportivas de la capital: Nacional Espejo, Emisoras Gran Colombia, pero fundamentalmente Quito, La Voz de la Capital, con los relatos y comentarios de Alfonso Lasso Bermeo y Blasco Moscoso Cuesta. El locutor comercial, era la del ilustre otavaleño Edison Vargas Acosta.
Cuando llegó a Quito fue parte de las radios Cosmopolita, Noticia, El Sol, Continente, Metropolitana, Tarqui y Sonorama. Integró el equipo de Goles y Recuerdos, dirigido por Carlos Rodríguez Coll, en “La T Grande de Quito y Telenacional (Canal 2) hoy Gamavisión.
En Teleamazonas relató en el programa Ring Side. Tuvo que aprender los términos boxísticos, por ello acudió al gimnasio de La Tola. Asegura que a las transmisiones por televisión de este deporte las mató Mike Tyson, ya que en uno o dos rounds ganaba al contrincante y eso no era rentable para los auspiciantes.
En el período 1974-1975, ya graduado del colegio, tuvo que salir de Otavalo a Quito, para estudiar Jurisprudencia en la Universidad Central del Ecuador, que es otra de sus pasiones. La familia Sandoval Pasquel se trasladó completa a la capital. Cuando aprobó el preuniversitario se fue a trabajar con el abogado Alberto Sarmiento, la oficina estaba en el edificio La Unión, frente a la Vicepresidencia de la República. Ahí se fue adentrando en el mundo del derecho y la abogacía.
En la oficina jurídica recibió una llamada telefónica que cambió su vida, era del licenciado Hernán Dávila Viteri, quien al escuchar su voz le propuso trabajar en Radio El Sol, que funcionaba en la calle Benalcázar y Espejo. Su primera salida al aire se dio cuando llegó el presidente de Colombia, Alfonso López Michelsen. En 1975 cubrió la revuelta del general Raúl González Alvear en contra del general Guillermo Rodríguez Lara, más conocido como “El Bombita”.
Con Hernán Dávila, que era también director del Servicio de Prensa del Ecuador, pasaron a Radio Noticia de propiedad del radiodifusor Arcesio Arcentales Rubio, en la calle Olmedo. Luego de estar poco tiempo en El Sol y Noticia, ingresó a Continente, que estaba ubicada en la Plaza del Teatro, en el último piso del edificio de la Confederación Ecuatoriana de Organizaciones Clasistas (Cedoc).
La coyuntura permitió que ingrese en Radio Metropolita, porque no fueron los narradores estrella de la estación: David Veloz, Juan Eduardo Palacios y Luis Alberto Pumagualle. El licenciado Jorge Puente Alarcón (Jorpal), arrendaba el espacio deportivo y le dijo: “Carlitos a usted le gusta narrar el fútbol, venga”. El joven locutor sin ningún problema le contestó, bueno.
Carlos estaba en la facultad de Jurisprudencia, cuando se encontró con el periodista carchense Carlos Chamorro, quien estudiaba Sociología, y le invita a ser parte de Radio Cosmopolita, donde tenía un espacio deportivo. “Consígase una firma comercial para que sea su sueldo y venga”, le repitió.
Se acercaba un fin de año cuando su hermana, Alba Lucía, le insiste “mira aquí hay este aviso, a ti que te encanta, ¿por qué no vas a probar”? Había recortado del diario Últimas Noticias un aviso que requerían locutor. Era para la Radio Metropolitana. Ingresó en “la emisora del buen gusto y calidad”, que era administrada por el periodista deportivo Eduardo Loza Cabrera. Era 1976.
Tenía solo 19 años, cuando recibió la invitación del director de la estación quiteña para transmitir box para Teleamazonas. Tuvo que aprender los términos boxísticos en el gimnasio de La Tola, don Henry Chasi, un exboxeador, le ayudó con ese tema.
Carlos estaba bien en Metropolitana, cuando se encontró con un emisario de don Carlos Rodríguez Coll. Se trataba de Gabriel Ayerve, quien le insistió que el director de deportes quería conversar con él, porque necesitaba un narrador joven. Carlos aceptó el reto y acompañó “al hombre que televisaba el fútbol”, en las radios Tarqui y Punto 83, que hoy es Vigía, así como Telenacional, hoy Gamavisión, en su programa Goles y Recuerdos.
El comunicador otavaleño califica a Carlos Rodríguez Coll como extraordinario narrador y periodista. “Un maestro en la narración deportiva”. El Hombre que televisaba el fútbol le decía a Carlos Sandoval Pasquel “Chaliboy”.
Asegura que “ir a radio Tarqui era lo máximo cuando la emisora era el peso pesado más grande de Quito. Tenía los programas más importantes de capital: El Informativo Ahora, El Maestro Juanito, La Hora sabrosa, Cante usted si puede, la sorpresa de la Una… era un sueño…”, repite Carlos.
En esa estación hizo una dupla muy recordada y querida por la audiencia, con su gran amigo Pepe Granizo Cisneros, quien era el director de Tarqui Deportes y actualmente es presidente de la Asociación de periodistas Deportivos de Pichincha (APDP). A ese equipo el locutor riobambeño Agustín Guevara Morillo le puso el slogan “Las voces jóvenes que sigue la afición”. Estaban también Patricio Díaz Guevara, Froilán Cabrera, Vicente Salgado, Wilson Robalino, Guillermo Padilla, Enrique Recalde, entre otros.
Todo estaba bien en Tarqui, cuando de pronto, recibió una propuesta para ingresar a Sonorama, era agosto 1998. Le pidió un consejo a Gustavo Herdoiza León, propietario de la T Grande de Quito, quien después de escuchar sus argumentos le dijo “a pesar del aprecio que le tenemos, váyase, Carlos…”.
En Sonorama se inició como director de Deportes, donde estuvo 23 años, salió en la pandemia, para dirigir su emisora Radio MAS de Otavalo.
El Nacional es el equipo de sus afectos. Es amigo de los principales jugadores del bitricampeón, especialmente de la época de Fernando “el Gato” Maldonado, Quinteros, Castillo, Cococho Escalante, Atilio Alcívar, Luis Gonzalo Benavidez, Pedro Vicente Cabezas, Eduardo Enríquez, Milton Rodríguez, Fabián “Flaco” Pazmiño, Vinicio Ron, Carlos Ron, Luis Granda, José Jacinto Vega, entre otros.
Tiene previsto escribir un libro sobre su trayectoria. Afirma que no es buen bailarín, pero cuando escucha el ritmo de la música nacional no se deja y se defiende muy bien. Ahora dirige y gerencia Radio MAS 95.5 FM, en Otavalo. Asegura sentirse contento del trabajo realizado, porque sigue haciendo lo que le gusta, trabajar en radio y estar con su familia.
Marco Chicaiza y Radio Otavalo, la voz del Altiplano
A Carlos Sandoval Pasquel le gustaban las emisoras deportivas. Hasta su ciudad llegaba la señal de Nacional Espejo, algo de Emisoras Gran Colombia, pero fundamentalmente Quito, La Voz de la Capital, con las transmisiones de fútbol de la dupla histórica que la formaron Alfonso Lasso Bermeo (Pancho Moreno) y Blasco Moscoso Cuesta. La voz comercial, era de un ilustre otavaleño Edison Vargas Acosta. Los tres ya fallecidos. También oía a los hermanos Marco y Walvin Vargas Acosta.
Carlos le imitaba a Alfonso Laso Bermeo, por ello ya tenía la idea de cómo se narraba un partido. Siempre le gustó el deporte, en especial el fútbol, por ello fue seleccionado del curso y del colegio. Ahora, en cambio, practica tenis de campo.
El relato deportivo siempre fue su pasión. En el colegio, un poco antes de terminar los partidos, se sentaba con dos compañeros el uno hacía de comentarista y el otro como locutor comercial. Carlos al filo de la cancha, y con un palo de escoba que simulaba un micrófono, narraba lo que sucedía en la cancha. Los otros alumnos de su curso se arremolinaban alrededor del equipo deportivo recién formado del plantel.
“Todos le quedaban viendo cómo narraba el fútbol a la velocidad de su mente”. De eso se acuerdan mucho sus amigos de colegio, cuando se encuentran luego de tantos años. Carlos así ingresó este mundo mágico del relato.
Sin embargo, la primera vez que se puso frente a un micrófono de verdad, fue en radio Otavalo, la Voz del Altiplano, cuyo propietario era Marco Chicaiza Toapanta. Recuerda que, con sus compañeros de la especialización de Ciencias Sociales, que eran unos 12, ganaron las elecciones del Consejo estudiantil, Carlos era el vicepresidente. También estaban Eduardo Vega y Silvio Valenzuela.
Marco Chicaiza Toapanta les dio una hora, los viernes, en la tarde, para que hablen de sus proyectos y aspiraciones en el colegio. Era 1972. Desde ese momento, Carlos Sandoval Pasquel supo que “el secreto es hacer lo que a uno le gusta, pero bien”.
Sabía que el miedo escénico es natural. Eso le obligó a superarse, porque le motivó e impulsó a seguir. Las manos le sudaban, los tres jóvenes todo tenían libretado. Antes el propietario de la emisora les había comentado que no hay que acercarse al micrófono para que no sopletee y también por higiene. Decía que el micrófono tiene imanes y puede afectar la salud.
Esto a pesar de que Carlos ya había tenido experiencia previa, porque como le decía su papá, “era perro de toda boda”. Carlos era muy aficionado a al canto, los sainetes, las bandas de guerra, los coros y todo lo relacionado con el público… Se graduó en 1974.
Alberto Sarmiento y la llegada de Alfonso López Michelsen
En el período 1974-1975, ya graduado del colegio, tuvo que salir de Otavalo a Quito, para estudiar Jurisprudencia en la Universidad Central del Ecuador, que es otra de sus pasiones. Toda la familia Sandoval Pasquel se trasladó a la capital.
Aprobó el preuniversitario y cuando ya estaba un año, se fue a trabajar con el abogado Alberto Sarmiento, la oficina estaba en el edificio La Unión, frente a la Vicepresidencia de la República. Ahí se fue adentrando en el mundo del derecho y la abogacía.
Carlos estaba en la oficina e ingresa una llamada telefónica y contesta. Una persona al otro lado del auricular le pregunta por el abogado, Carlos le indica que no está. ¿Quizá algún mensaje? Si dígale que le llamó el licenciado Hernán Dávila Viteri.
Cuando estaba por cerrar el auricular, le insiste, “oiga joven ¿a usted no le gustaría trabajar en radio?” Sí, le contesta Carlos. El licenciado Dávila le indica que está cerca, porque era para Radio El Sol que funcionaba en la calle Benalcázar y Espejo.
Luego de la tarea en el estudio jurídico fue a la estación, al mediodía, y le hicieron una prueba. Leyó unas hojas grandes de papel periódico con información que producía la Secretaría Nacional de Información Pública (SENDIP), así como otros recortes. En ese momento se transmitía el noticiero, ese día llegó a Quito el presidente de Colombia Alfonso López Michelsen.
Era mediados de la década de los 70, los estudiantes de la Federación de Estudiantes Universitarios del Ecuador (FEUE) y de la Federación Nacional de Estudiantes Secundarios del Ecuador (FESE) hicieron una manifestación en rechazo a la visita y cerraron la circulación hacia el centro de la capital, por ello no pudieron llegar quienes leían las noticias: Víctor Emilio Sánchez, Fernando Buitrón y Patricio Díaz Guevara.
El operador le pide que, por este imprevisto, el licenciado Dávila le pide que lea las noticias, así lo hizo, eran los años cuando el papel escrito a máquina era imprescindible. Se lanzó al noticiero de mediodía, así empezó en este caminar en la radiodifusión en la capital.
Radio El Sol y la revuelta del general Raúl González Alvear
En la capital siguió escuchando los programas deportivos, en una ocasión se ganó un premio en Radio El Sol. En esa estación se encontró con un personaje de la radio y la televisión, el recientemente fallecido Patricio Díaz Guevara, que laboró en Canela radio y TV, primo de Agustín Guevara Murillo, la voz de Marlboro en Ecuador.
Lo observó, vio como trabajaba, eso le gustó e impacto al adolescente Carlos Sandoval. Se inició en noticias como reportero y estaba donde las papas queman. En 1975 cubrió la revuelta del general Raúl González Alvear en contra del general Guillermo Rodríguez Lara, más conocido como “El Bombita”.
Carlos se estrenó grabando los sonidos de los disparos al reloj del Palacio de Carondelet, en la Plaza Grande, en el centro de Quito. Fue cortó el tiempo que estuvo, al igual que en Radio Noticia, la Voz de la Manzana, de propiedad del radiodifusor chimboracense, Arcesio Arcentales Rubio, porque hubo nuevas oportunidades.
Radio Continente de la Cedoc
Con Hernán Dávila, que era director del Servicio de Prensa del Ecuador pasaron a Radio Noticia de propiedad del radiodifusor Arcesio Arcentales Rubio, que estaba ubicada en la calle Olmedo.
Luego de estar por poco tiempo en las radios El Sol y Noticia, ingresó a Continente, que estaba ubicada en la Plaza del Teatro, en el último piso del edificio de la Cedoc. Estaban a cargo del noticiero, pero por problemas económicos todo quedó ahí.
Carlos se hizo amigo de los operadores y de la gente de la radio. Siempre le gustó el fútbol. Iba con sus hermanos caminando desde su casa, que estaba ubicada en las calles Carrión y Páez hasta la 6 de Diciembre. Llevaban cucayo con una buena poma de limonada. Compraban los boletos para la general, en ese tiempo no pagaban los niños.
En Radio Continente el director de deportes era Jorge Puente Alarcón, después que salió David Veloz. Carlos le pidió a Jorge que le deje ser parte del equipo y que le podía ayudar con las alineaciones. Aceptó gustoso. En esos años no había credenciales, solo listas. Tocaba correr por las gradas del estadio Estado Olímpico Atahualpa y bajar a toda velocidad para obtener las alineaciones y subir nuevamente. Luego tocaba hacer los mismo con el otro equipo, era una tarea rápida. Carlos tenía 18 años y lo hacía con mucha agilidad.
Posteriormente ya se modernizó, con un equipo móvil, que funcionaba con un alambre, bajaba hasta los camerinos, donde había alambres físicos de teléfono. “Ahí se entorchaba y daba salida para luego subir”. El joven cumplía responsablemente con su actividad, salía a ver los partidos desde la comodidad de la tribuna y estar cerca de los jugadores. En esos años todavía se podía entrar a los camerinos, recuerda con una sonrisa. Ese trabajo lo hacía “encantadísimo de la vida”.
Mientras estaba en Radio Continente, un sábado tarde jugaba el Deportivo Quito con el Macará, el equipo de la academia ganó. La coyuntura permitió que ingrese en Radio Metropolita, porque no fueron los narradores estrella de la estación: David Veloz, Juan Eduardo Palacios y Luis Alberto Pumagualle. El licenciado Jorge Puente Alarcón (Jorpal), arrendaba el espacio deportivo y le dijo: “Carlitos a usted le gusta narrar el fútbol venga”, el joven locutor sin ningún problema le contestó bueno.
Era muy jovencito y trató de hacer una voz diferente, terminó con la garganta “hecho pedazos”, por forzarla y hacerla más grave. Jorpal le indicó que todo había salido bien, pero que era necesario corregir algunas cosas, por ello le sugirió que narre los partidos, se grabe y luego se escuche. “Vengan o no vengan los locutores estrella usted va a narrar 15 minutos”, le indicó el director de deportes. Carlos era feliz con esa disposición.
Continental, los dos bandos de la CEDOC y Cosmopolita
Todo el equipo de periodistas, locutores y técnicos salieron de Radio Continente, por la disputa que hubo entre los dos bandos de la Cedoc, el uno liderado por Jorge Puisana, respaldado por la Dra. Isabel Robalino; y el otro, que era un poco más progresista, encabezaba por Emilio Velasco, cuyos seguidores se quedaron en el mismo edificio.
La gente que perdió el edificio le puso una bomba al trasmisor de la radio que quedaba en el Itchimbía. Todos se quedaron sin trabajo y a buscar nuevas oportunidades.
Carlos como estudiaba Derecho se encuentra con el periodista carchense Carlos Chamorro, quien estudiaba Sociología. Un día le invita a Carlos Sandoval a ser parte de Radio Cosmopolita, donde tenía un espacio deportivo. “Consígase una firma comercial para que sea su sueldo y venga”, le repite. Era para el programa “Órbita Deportiva”.
En esta estación realizó su primer viaje a Guayaquil. Transmitió en el Estadio Modelo la final entre Emelec y Deportivo Cuenca. Hasta ahora le resuena en sus oídos el sonido del clacson del Deportivo Cuenca. Fallaban las comunicaciones y en el estadio guayaquileño había que subir unas gradas como churo, para llegar a las cabinas, pero el armario de las telecomunicaciones, en esa época IETEL, eran abajo. Cuando no salía la señal le tocaba subir y bajar unas tres veces, a la carrera, hasta que el sonido se corregía. Estuvo poco tiempo, unos dos meses en la estación que estaba ubicada en la avenida 24 de Mayo y era de propiedad del radiodifusor Numa Pompilio Castro Cisneros.
Radio Metropolitana y “Una hora con mamá”
Se acercaba un fin de año cuando su hermana, Alba Lucía, le dice “mira aquí hay este aviso, a ti que te encanta, ¿por qué no vas a probar”? Había recortado del diario Últimas Noticias un aviso que requerían locutor. Era para la Radio Metropolitana, que estaba situada en el occidente de la Plaza del teatro, mientras que Continente quedaba al otro lado. Estaban en el mismo sitio.
En ese lugar estaba ubicado el Acuario Lumar de la mamá de Eduardo Loza Cabrera, quien arrendaba la radio. Además, trabajaba en Teleamazonas en deportes, era relacionador público de Concentración Deportiva de Pichincha, escribía para diario Expreso y dirigía Radio Metropolitana. Por sus múltiples ocupaciones iba poco por la emisora. Era hijo único de doña Luz María Cabrera.
A Carlos le hizo la prueba Víctor Juventino Campoverde, quien era el hombre fuerte de la estación. Dejó la grabación con su voz y la respuesta fue positiva, le dijeron “venga a trabajar acá”.
Se inició en la animación musical, pero también era responsable de la parte de sonido. En esa época se manejaba los platos de discos de vinil, de acetato, de 33 revoluciones por minuto y los de 45. Se acababa un tema y Carlos debía tener listo el otro, cogiendo las rayitas del disco con la aguja para ir al siguiente tema. Le ponía alcohol con un algodón para que no suene ese scrash del disco y el sonido salía amigable al oído.
El joven locutor tenía un horario de trabajo de 8 horas, ingresaba a las 06:30 para conducir el noticiero y a las 14:00 cerraba su labor con el programa “Una Hora con Mamá”, donde se emitía música y poemas a la madre. La música era selecta, además había declamaciones. La sintonía era muy amplia.
Radio Cosmopolita y el pedido de Víctor Juventino Campoverde
Carlos estaba en la Radio Metropolita ya de empleado, pero Carlos Chamorro, le pidió que le ayude con el tema deportivo para Cosmopolita, cuando en una ocasión Víctor Juventino Campoverde le dice “oiga Carlitos cómo va a ser posible que usted esté trabajando aquí en la Metro y esté hablando también en la Cosmopolita.
Carlos le responde “es que ustedes no me han dicho nada”. Víctor Juventino le contesta que va a hablar con Eduardo Loza Cabrera para que desde el siguiente fin de semana “usted venga a narrar aquí”. Así fue y en la radio “del buen gusto y calidad” se vinculó al noticiero y las transmisiones deportivas.
Ring Side de Teleamazonas
En 1976 inició formalmente a trabajar, afiliado al seguro, en la desaparecida radio Metropolitana, que administraba el periodista deportivo, Eduardo Loza Cabrera. Iba a la radio los sábados. La presencia de Carlos Sandoval Pasquel en la televisión fue anecdótica, porque no cumplía los 19 años.
Era más o menos las 11:00 cuando le dice “oiga Carlitos le espero a usted en la América y Diguja en el edificio de Teleamazonas, pero vendrá con terno y corbata porque va a salir en televisión. Le espero a las 19:00”. Teleamazonas, canal 4, fue el primer edificio construido específicamente para ser un canal de televisión.
Carlos le contesta “bueno y qué voy a hacer”. Unas entrevistas. “Sabe que Teleamazonas armó una transmisión boxística”. Este canal instrumentó un programa llamado Ring Side. Tenía su propio set, instalaron el cuadrilatero, los graderíos, se veía como si fuera un coliseo y se transmitía el boxeo en vivo.
Carlos llegó puntual, ingreso a una sesión de maquillaje, sombras, fijador en el pelo. Estaba todo listo. “Ahí te seguía un camarógrafo, un amigo que llevaba la casetera y otro que tenía una especie de ollas de aluminio grandotas, eran las luces que quemaban como el infierno, eso sumado a los nervios, cómo estaría sudando peor que tapa de olla, no”, insiste Carlos con una sonrisa.
Le entrevistó al boxeador y al final del diálogo decía “adelante don Eduardo con glostora lavanda para que refresque la ardua pelea”. Le daba el paso y se iba al otro camerino. “Hice las entrevistas y me puse a observar el boxeo arrimadito en una de esas columnas que tiene el set de Teleamazonas”, cuando de pronto, llega caminando rapidito Eduardo Loza Cabrera, quien le señala que el Pato Ávila, productor de Teleamazonas le insiste que él no puede ser el conductor, el director, el coordinador, el narrador. “Venga usted para que narre”
Esto se dio porque no asistió el narrador oficial, que era Enrique Arévalo Benítez, es del grupo selecto de voces poderosas del Ecuador, como las de Edgar Villarruel Caviedes, Carlos Rodríguez Coll y otros… Al principio se sintió temeroso, un poco nervioso, aunque en las entrevistas, que realizó previamente, no tuvo problema, pero narrar boxeo, era difícil, porque tiene una terminología específica y técnica.
Carlos no lo quería hacer, pero el director del programa le insistió. “Venga, venga, no se preocupe”. En el escritorio que se había montado en el set, estaban Marco Aguirre, el doctor Mafla presidente del Comité Amateur, Dr. Quirola dirigente del boxeo profesional, por ahí le hicieron “un cuchito” al joven locutor y entró a narrar.
La programación debe haber durado unas dos horas y media, pero lo más chistoso, indica, es que el productor Patricio Ávila baja de dos en dos las gradas “emocionadísimo”, llega al mezanine a abrazarles a todos los directivos, empresarios, incluido Eduardo Loza Cabrera. De pronto se encuentra con Carlos, le da una palmada y le repite “bien guambra, bien muchacho”. Carlos no creía, pasó la prueba.
Luego Patricio Ávila le sugirió que cuando los boxeadores estén en el cuerpo a cuerpo, el narrador no debe ir al mismo ritmo, sino ponerle calma, porque el televidente ya está observando. La preparación es importante.
Después de varios años, cuando fue a la Universidad a estudiar periodismo, en la materia de televisión, Sammy de la Torre y especialmente Fausto Jaramillo, le dijeron las razones porque no hay que narrar igual que los golpes.
Fausto Jaramillo, quien también fue presidente del Colegio de Periodistas de Pichincha (CPP), les explicaba a sus alumnos que no es necesario repetir lo que se está viendo en la televisión, por ello hay que tomar otros elementos, adornar con otras cosas que ayuden a contextualizar la nota. “Yo cuando fui a estudiar recién entendí la razón del consejo” que le dio Patricio Ávila, quien le felicitó a Eduardo por haber escogido “a un buen guambra”.
En esa época la familia de Carlos ya vivía por la Kennedy, que en esa época era lejísimos, Eduardo le llevó en su carro y le dijo “Carlitos se le abrieron las puertas en televisión ya el resto es suyo. Me ha pedido Patricio Ávila que usted siga narrando el boxeo”.
Los términos boxísticos y el gimnasio de La Tola
La transmisión inicial se realizó el sábado, Carlos trabajaba y estudiaba, pero el lunes en la tarde, acudió al conocido gimnasio de boxeo en La Tola baja, en el centro de Quito, para aprender boxeo y los términos del deporte. Había cuadrilatero.
Don Rómulo Collantes, era uno de los entrenadores y tenía a su cargo a varios boxeadores, quienes hacían guantes, es decir entrenaban haciendo combate. Carlos observaba atentamente todos los movimientos y en la mente iba narrando, pero lo único que sabía era “la derecha, la izquierda y así por ese estilo…”.
Luego se encontró con don Henry Chasi, un ex boxeador, quien le reconoció, porque había visto la transmisión de box en canal 4. Le llama la atención “no ha sido muy alto como en la televisión”. El deportista le indica que le va a ayudar con los términos técnicos que tiene el boxeo. Le dio una serie de 11 golpes. Hasta ahora tiene anotado en una hoja de papel cuadriculado. Con una letra medio patoja, lo que graficaba con líneas, el puño era como bombita.
Por ejemplo, si el golpe sale de abajo hacia arriba es un gancho, si la mano está más o menos extendida, si está un poco más recogido, es un appercut. Si está un poco metido casi a la altura del hombre mismo, ya es un home. Golpe largo, cruzado o un swing, el golpe explorador, sin mayor fuerza jab, la salida de costado, la sombra y otros términos.
Aprendió del tema, pero era importante conocer y reforzar las clases de anatomía, porque eso era necesario para que exista riqueza en la narración. Además, se inscribió a un par de revistas centroamericanas, Puerto Rico tenía boxeo de primera y la otra era de Costa Rica. De Estados Unidos lo hizo con la revista The Ring.
Carlos leyó bastante y puso atención en todos los datos que aprendía. Después de un mes y medio ya sabía sobre boxeo. Hizo un curso de jueces y árbitros de boxeo, que presidía Luis Mafla, de la Federación de Boxeo. No se subió como separador, pero sí calificó peleas desde abajito, desde la silla.
Gracias a esos conocimientos pudo transmitir las mejores peleas de boxeo a escala nacional e internacional. Para la siguiente temporada no le convocó Eduardo Loza Cabrera al canal, pero le invitó a narrar en su estación. Lo hizo por unos cuantos meses.
Carlos Rodríguez Coll
Carlos estaba bien en radio Metropolitana, cuando se encontró con un emisario de Carlos Rodríguez Coll, “el hombre que televisaba el fútbol”. Se trataba de Gabriel Ayerve. El relator manabita era el director de deportes de Radiodifusora Tarqui, antes de él estuvo Carlos Efraín Machado, quien salió de la T Grande de Quito, para ponerse su propia radio “La Nueva Emisora Central”.
Gabriel Ayerve le insistió que el director de deportes quería conversar con él, porque necesitaba un narrador joven. “Si es que le interesa para hacerle una cita”, le indicó. Un domingo al mediodía el narrador manabita le pidió que vaya a la cabina de Goles y Recuerdos en el estadio Olímpico Atahualpa. Antes de que sean ampliadas y remodeladas, eran una especie de cajitas de fósforos muy pequeñas, forradas con esteras, para que no rebote el sonido.
Carlos Rodríguez Coll estaba narrando y le dio el micrófono “usted sigue”. Cogió su radio portátil de color verde con rabito metálico y se fue. A los siete minutos regresó, ingresó con el pulgar arriba y dijo “muy bien. Espero que nos pongamos de acuerdo en el tema económico”. Se reunieron en las Torres de la Colón, en el mezanine era su oficina. Carlos fue y conversaron.
Le pidió que sea parte del equipo de Goles y Recuerdos, “porque es el equipo campeón de sintonía deportiva”. Se pusieron de acuerdo en el sueldo. Tuvo afiliación al IESS desde Metropolitana y con don Carlos también.
Goles y Recuerdos en Tarqui y Telenacional
A la semana que estaba en la radio le comentó que tenía también la versión televisiva de Goles y Recuerdos, los domingos en la noche, en Telenacional (Televisión del Pacífico) que hoy es Gamavisión. El canal estaba en la avenida América y Murgeón. Era la época cuando hacía los comentarios Diego Oquendo, se presentaban programas artísticos, además se emitían las estampas de Evatisto Corral y Chancleta con Ernesto Albán Mosquera.
El Hombre que televisaba el fútbol le decía a Carlos Sandoval, “Chaliboy”. Un día le preguntó si había hecho televisión, porque quería que realice un reportaje semanal sobre el deporte barrial, por ello tendría un incremento con “un chequecito más gordo mensualmente”. Primero hizo el reportaje, después revisó las noticias nacionales e internacionales, el teletipo, de pronto ya grabó el audio para las informaciones del mundo. Luego le pidió que lea en vivo las noticias internacionales. Carlos no cumplía ni 20 años. En el canal estuvo más o menos unos 20 años y trabajo de lunes a lunes.
En ese medio se encontró con el actual presidente de la APDP, Pepe Granizo Cisneros, quien ya era parte del equipo, pero dejó el canal. Carlos, en cambio, le acompañó al narrador manabita hasta cuando compró Radio Punto 83, que luego la vendió a la Policía, hoy es Vigía.
El comunicador otavaleño califica a Carlos Rodríguez Coll como extraordinario narrador y periodista. “Un maestro en la narración deportiva”.
El box y Mike Tyson
“Ir a radio Tarqui cuando la emisora era el peso pesado más grande de Quito”, era lo máximo. Tenía los programas más importantes de capital: La Hora sabrosa donde se contaban los cachos, Cante usted si puede, la sorpresa de la Una… “era un sueño…”, repite Carlos.
Carlos desde este medio transmitió, cuando ya estaba en declive, Mohamed Ali (Casius Clay) y entraba Larry Holmes. En esos años había unas figuras extraordinarias en el boxeo nacional como Ramiro y Nelson “El Claycito” Bolaños. Narró la pelea para el campeonato mundial de Segundo Mercado, igual el de La bestia Quiñonez.
El boxeo estaba en la cumbre y generaba interés en los oyentes y televidentes. Hasta que llegó Mike Tyson, quien empezó a matarle al boxeo mundial, porque llegaba con todo y una pelea no duraba ni un raund. 90 segundos y despachaba a los rivales. Los costos de los derechos de los campeonatos mundiales eran altos y la pelea duraba menos de tres minutos.
Los auspiciantes son fundamentales en una transmisión. ¿Cómo se vendía después, si en menos de un round se iba a terminar la pelea? reflexiona Carlos Sandoval Pasquel.
Pepe Granizo y Carlos Sandoval, la dupla que siempre recuerdan los oyentes
Carlos Rodríguez Coll salió de la radiodifusora Tarqui, por ello su propietario, Gustavo Herdoiza León, le pidió a Pepe Granizo Cisneros que se haga cargo del espacio deportivo de la estación.
El locutor riobambeño le invitó a Carlos Sandoval Pasquel, lo mismo hizo el hijo del propietario, Hernán, quien le dijo “venga Carlos”. Se separó de Carlos Rodríguez y volvió a la Tarqui.
Con Pepe Granizo formó el equipo de “Las Voces Jóvenes que sigue la afición”, el slogan lo puso el reconocido locutor riobambeño, Agustín Guevara Morillo. En la T Grande Quito permaneció 20 años. Se formó un equipo de élite con Fernando Buitrón, Guido Acevedo Duque, Mauro Ferrín Vera, luego llegaron Oscar Portilla y Martha Córdova, entre otros. También estuvieron los fallecidos Patricio Díaz Guevara y Vicente Salgado Yépez.
Han pasado varios años y la gente siempre los recuerda como la dupla perfecta en las transmisiones deportivas. Carlos Sandoval destaca que esto se da porque con Pepe Granizo Cisneros hicieron las primeras transmisiones deportivas, en vivo, para la televisión.
Iniciaron DeporTV en Telenacional, se emitió al mediodía. Eran programas que se hacía en la radio, pero se difundía por TV. Transmitieron campeonatos nacionales, copas América, Juegos olímpicos, mundiales de fútbol. Era una dupla muy familiar en deportes.
Después ya no solo comentaban los domingos, sino de lunes a viernes. El Congreso Nacional les reconoció a Pepe Granizo Cisneros y Carlos Sandoval Pasquel por el trabajo realizado en beneficio del deporte.
En televisión estuvieron juntos unos 15 años, después Pepe salió y Carlos siguió su camino y pasó a canal 1 por las transmisiones de boxeo.
Francia 98 y la propuesta de Sonorama
Carlos Sandoval ingresó a radio Sonorama en agosto 1998, luego del campeonato mundial de fútbol de Francia. Trabajaba en radio Tarqui, pero lo contrató Gamavisión, para que sea el coordinador del campeonato mundial en París. En ese país hubo el problema de la reventa de las entradas al mundial.
Carlos cuando ya no tenía que hacer nada para el canal, en los entretiempos, como funcionaba en el mismo stand, “ahí apegadita estaba Radio Sonorama”, transmitiendo el mundial, que era comandado por el locutor colombiano Fabio Restrepo.
El fallecido comunicador le dice “oiga hermano gánese unos dolaritos, por partido, estoy pagando 100 dólares, a unos peruanos que no tienen la calidad suya”. Así lo hizo y se ganó más de 1 000 dólares.
El periodista imbabureño le comentó a Santiago Proaño, gerente de Gamavisión y Sonorama, “me han hecho transmitir tantos partidos que cuando regrese a Quito me han de decir te llamabas, pues”.
El Ing. Santiago Proaño, estaba sentado en un escritorio, se baja, y le insiste “bienvenido a Sonorama”, Carlos se río, aunque él si cree en las casualidades de la vida. Ese día hizo el último reportaje cerca del arco del triunfo, en el parque Eliseos, y con eso cerró su participación en el Mundial.
Cuando Francia quedó campeón, enseguida se fue al departamento para hacer maletas. Carlos se compró un radio de múltiples bandas, con Fabio Restrepo escuchaban una emisora colombiana que había alquilado una frecuencia y transmitía todo el día el mundial. Era lo único en español que podían sintonizar, por eso la radio siempre estaba prendida. “Armé la maleta y quería regresar inmediatamente a Quito”, porque permaneció más de mes y medio.
Carlos se olvidó en el departamento unas zapatillas negras Adidas, y el radio que compró. Les llamó a los compañeros que se quedaron, uno de ellos era Juan Iza, jefe del departamento técnico del canal, le respondió que él tiene la radio, pero de las zapatillas no sabía nada. “Venga al canal para que retire”. Ya en Quito, así lo hizo.
Cuando subía por las gradas del parqueo para visitantes, que era en la parte de afuera. Estaba cerca de la planta baja, cuando le observa el ingeniero Santiago Proaño, quien le llamó la atención. “Oye que fue hermano, te estoy esperando. La propuesta que te hice es en serio”.
Por esas casualidades de la vida Proaño tenía ascensor, pero justo ese día, bajaba por las gradas y se encontraron. En ese momento lo llevó a su oficina y le insistió “te quiero a ti como director de Deportes de la Radio Sonorama. Te aprecia y te conoce Marcel Rivas, eres la persona indicada”. Eso hace 27 años.
Le preguntó que cuánto estaba ganando en Tarqui. “Te voy a mejorar, a eso te añado dos millones de sucres más”. Carlos se sorprendió. “Chuta déjame pensar Santy”. El dinero no era lo más importante para Carlos en ese momento, porque la T Grande de Quito significó mucho para él. Sus padres, sus hermanos y su suegro eran hinchas a muerte de la radio, que en esos años tenía una buena sintonía.
Carlos le pregunta ¿hasta cuándo la respuesta? Tiene que ser antes del 1 de agosto. Era julio 15 de 1998. Carlos conversó con su familia, quienes no estaban de acuerdo con el cambio, porque prendían al amanecer y apagaban la radio al anochecer. Siempre estaba en Tarqui. Cuando habló con su hermano menor ya fallecido, Edgar Vinicio, le indicó que es una buena oportunidad y tiene que pensarlo.
“A pesar del aprecio que le tenemos, váyase, Carlos… “
Carlos buscaba consejos para ver qué pasaba con su futuro profesional. Su programa en Tarqui iniciaba cuando terminaba “Las andanzas del Maestro Juanito”. Dirigido por el profesor Gustavo Herdoiza e integraba también Eduardo” El Flaco” Mosquera, que tenía una sintonía amplia en Quito, eso lo llevó a ser alcalde de la ciudad.
La propuesta era muy buena y le pidió consejo a don Gustavo Herdoíza León, dueño de radio Tarqui, no quería dañar esa relación de amistad que había con el propietario de la radio, doña Olguita, su esposa y Hernán, su hijo.
Carlos habló para sí, le voy a consultar a don Gustavo. Terminó el programa deportivo, porque ya le asechaba el tiempo y el propietario de Tarqui ingresaba a conducir el espacio de boleros.
Le pidió un consejo y volvieron a ingresar a la cabina, entre disco y disco, porque ponía unos preciosos boleros y leía poemas. Ahí le insiste “cuénteme, mi querido Carlos”. “Le quiero pedir un consejo de verdad, porque tengo una propuesta para irme a trabajar a otra emisora”.
Gustavo Herdoiza le hizo tres preguntas. La primera ¿mejor que Radio Tarqui? No sé si mejor, pero es a nivel nacional, asintió con la cabeza. Segunda ¿en qué condición se va? De director de deportes y movía la cabeza, venía un disco y luego un poema; y la tercera mi querido amigo, económicamente. “Yo le había dado la cantidad que ganaba considerando una publicidad que no vendía”. Hizo las cuentas, era unas tres veces más de lo que percibía en Tarqui.
“Se puso de pie, grandote que era don Gustavo”, le dio la mano. “Mi querido amigo váyase a pesar del aprecio que le tenemos, váyase, Carlos. A pesar de usted da respetabilidad a mi radio váyase”.
Carlos se quedó meditando un momento y pensó que el propietario de la estación, no le estimaba, pero con el tiempo entendió que fue el mejor consejo que le pudo dar, porque de alguna forma cambió su futuro económico.
Cuando se fue de la radio “Pepe Granizo se enojó conmigo en un inicio. Trabajamos muchos años juntos y por él yo dejé Gamavisión y me fui a Tarqui. Íbamos a ser socios arrendando el espacio de radio Tarqui, pero después no hubo cómo”, indica.
Le tiene gratitud al ex alcalde de Quito, porque ese fue el puntillazo que necesitaba para dejar la radio y asumir la dirección de Sonorama. Esta estación le triplicó el sueldo con todos los beneficios de ley.
Sonorama y el pago con todas las de ley
Carlos aparte de Tarqui trabajaba en Telenacional y era empleado de los tribunales de menores, que en esa época pertenecía al Ministerio de Bienestar Social y Trabajo. Ahí fue su compañera la cantante Paulina Tamayo.
Carlos no recibía afiliación ni reconocimientos legales, porque ya tenía del Ministerio, pero después de dio cuenta de que eso fue un grave perjuicio, porque si bien, el tiempo no se acumula, el sueldo y el otro, hacen uno solo, que puede ser considerado como el de los cinco mejores años de aportes para la jubilación.
Desde el primer día que ingresó a Sonorama le afiliaron al Seguro, décimos, utilidades, hasta con algunos bonos. El empleado del mes tenía un incentivo, “eso comandaba excelentemente Santiago Proaño. Los trabajadores se sentían a gusto en la empresa, que era totalmente solvente, respetada y muy respetable. Era realmente un lujo el estar allí, habo muchos colegas que querían trabajar conmigo”.
El equipo estaba conformado por Enrique Recalde, Fabián Gallardo, Fernando Bayle, Pablo King, Juan Leo Reyes. Luego tuvo que formar otro equipo porque se fueron algunos. En ese momento fue importante el apoyo de Fabián Gallardo. Lo rearmó con Ernesto Guerra, comentarista; Polo Carrera; volvió Juan Leo Reyes y Enrique Recalde, luego vinculó a Luis Miguel Baldeón. En Guayaquil hubo siete personas, además de los corresponsables en Cuenca, Ambato… En Quito era un equipo sólido donde las transmisiones nacionales e internacionales eran en vivo y desde el mismo lugar de los hechos.
Estuvo 23 años, se abrió en la pandemia, porque hubo dos cosas, el aspecto económico empezó a golpear a los medios de comunicación y Sonorama no era la excepción, por ello empezó a acogerse al decreto ejecutivo de rebajar los sueldos. El segundo se dio, luego que la gente que trabajaba en su emisora, Radio Más de Otavalo, le señaló que ya no podían ir a la estación, por el tema de la pandemia. Además, no había publicidad. Carlos en ese momento asumió la dirección total de la radio, caso contrario, el medio corría el riesgo de desaparecer.
Ese momento decidió dejar la Sonorama y dedicarse a 95.5, Radio Mas. Mauricio Rivas en esa época le instó “ven, pero no te pierdas del todo, ven has presencia, cuando haya temas importantes ven, quiero que no te separes del todo”. Le agradeció, pero le contestó que se va a dedicar a su radio, hacer deporte y a disfrutar de su familia, “porque los periodistas deportivos particularmente sacrificamos mucho a la familia, se da un hecho particular que nosotros trabajamos cuando otros se divierten”.
Los periodistas deportivos obligatoriamente deben estar presentes, en los escenarios deportivos, los fines de semana, días festivos, fuera de horarios normales, la noche, la mañana, la tarde, es decir a la hora que programen los partidos de fútbol.
“Si algo yo les debo a mis hijas es eso, el tiempo que les he quitado por haber hecho tantos viajes a escala nacional e internacional». Los mundiales un mes y medio de ausencia, al igual que las Copa América. Igual en el ámbito nacional viajando a provincias y durmiendo fuera de la casa.
Las oportunidades de la vida
Carlos indica que las coyunturas o casualidades de la vida son las que nos hacen llegar a ciertos lugares y generan oportunidades. “No hubiera narrado si es que no faltaban los locutores de algunas emisoras, que eran auténticos monstruos del periodismo deportivo”.
Asegura que gracias al canal pudo relatar eventos internacionales y conocer gran parte del mundo. Las transmisiones antes eran en el sitio mismo, por ello viajaban 8, 10 o 15 días, por lo menos. Algunos torneos internacionales como la Copa América duraban un mes, un campeonato mundial un mes y medio.
La capacitación que tuvo en sus inicios en el boxeo, le sirvió, porque años más tarde, Gamavisión compró los derechos de televisión de las peleas más importantes del mundo. Cuando estaba saliendo Mohamed Ali y entrando Larry Holmes. Ahí, Carlos ya era el narrador oficial y transmitió lo más importante del boxeo mundial y nacional, porque se había preparado.
Recuerda el título mundial que disputó Segundo Mercado. Vino a Ecuador Don King y Cassius Clay, más conocido como Mahamed Ali, cuando ya se notaba su enfermedad, el Parkinson.
El Nacional y sus amigos
El Nacional es el equipo de sus afectos. Es amigo de los principales jugadores del bitricampeón nacional, especialmente de la época de Fernando “el Gato” Maldonado, Quinteros, Castillo, Cococho Escalante, Atilio Alcívar, Luis Gonzalo Benavidez, Pedro Vicente Cabezas, Eduardo Enríquez, Milton Rodríguez, Fabián “Flaco” Pazmiño, Vinicio Ron, Carlos Ron, Luis Granda, José Jacinto Vega, entre otros.
“Todos esos caballeros son excelentes amigos. Nos encontrábamos en el Estadio Olímpico Atahualpa antes de la pandemia a conversar, fueron momentos inolvidables”, indica.
La APDP, el Festival del Pasillo y Vinicio Sandoval
Carlos Sandoval Pasquel es un socio activo de la Asociación de Periodistas Deportivos de Pichincha (APDP). Su ingreso a la institución se dio en dos oportunidades, la primera con Patricio Jarrín Hidalgo, pero en esos años no tenía el título de periodista, cuando salió una resolución, les dejaron fuera con otros compañeros.
Cuando se graduó de abogado, Carlos estudio los cuatro años y obtuvo el título de periodista. En la APDP estaban los históricos del periodismo deportivo: Carlos Rodríguez Coll, Carlos Efraín Machado, Bruno Stornaiolo, Edgar Villarruel Caviedes, Rosendo Benalcázar Espinoza, Jaime Naranjo Rodríguez, Víctor Hugo Araujo, Pepe Granizo Cisneros, Patricio Jarrín Hidalgo y Vicente Salgado. Ahí logró entrar y ser parte del grupo de Mi Pluma Lo mató.
La Asociación es muy conocida y respetada en todos los espacios del periodismo. Se realiza el Campeonato Mundial de 40, donde cientos de parejas de todo el país se inscriben. El alcalde y la reina de Quito, así como el presidente de la APDP y una autoridad del Gobierno Central, participan en este evento. La cobertura periodística y la participación de los socios inmensa. Ahí se ponen a flote en las fiestas de Quito los dichos como dos por shunsho y otros más…
Su hermano fallecido, Vinicio Sandoval, fue parte de los creadores del Festival del Pasacalle. Trabajó en el municipio de Quito, en el departamento de Cultura. Hoy por hoy la gente espera por este evento artístico, que es muy valorado en la capital.
Radio MAS 95.5, Otavalo, su tierra
En estos momentos no es fácil sacar adelante a una radio, por el tema publicidad, pero a pesar de ello se siente feliz en su medio. “Estaré hasta que aguante. Mientras tenga las ganas para hacer radio, aquí estoy, cuando ya sea un peso y no gusto, ese será el momento de retirarme, pero por el momento aquí estamos, para seguir haciendo los que más nos gusta, radio”, repite.
Para Carlos, tener un sitio para presentar música en vivo es fundamental, así como la fonoplatea, que tenía don Gustavo Herdoíza, en la T Grande de Quito, en pleno centro, en la calle García Moreno. Esto ayuda para promocionar a los nuevos talentos del país. Carlos no olvida los deportes, este espacio es parte fundamental de la programación de la radio.
El cariño a Otavalo nunca se desvaneció, jamás se desprendió de su tierra, aunque se trasladaron a Quito. Su padre mantuvo la casa en el cantón imbabureño hasta su fallecimiento. Les pidió que no vendan la vivienda, para que tengan donde llegar. “Aquí estamos mientras podamos”, indica.
Si desea ver el video: https://acortar.link/FKVul8
Si desea leer la nota: https://acortar.link/gwNMuB
Si desea ver la entrevista: https://acortar.link/eQA2mJ
Iliana Cervantes Lima
Voces de la Radio