Yolanda Molina de Aguilar, la voz de la música nacional en HCJB
Foto: Izquierda: Yolanda Molina de Aguilar cuando trabajó en Radio Cenit de Guayaquil, en 1958. Derecha superior, en HCJB en 1990, constan: José Guzmán, Alfredo Rodríguez Coll y Germán Carvajal, en la cabina Yolanda Molina de Aguilar. Derecha inferior, el título de bachiller del Colegio Nacional de Señoritas Guayaquil.
Nació el día del periodista ecuatoriano, el 5 de enero de 1939, en Salcedo, provincia del Cotopaxi. La educación primaria estuvo en la Escuela de las Madres Franciscanas de su ciudad, viajó a Guayaquil por vacaciones, pero se quedó en el Puerto Principal, donde terminó la secundaria en el Colegio Guayaquil. Su pasión era la actuación y estudio arte dramático en la Casa de la Cultura Ecuatoriana.
En el Puerto Principal laboró en las radios Cenit y Bolívar. En esta última conoció a la locutora tungurahuense, Blanquita Salazar, a quien le remplazaba en las novelas que ella actuaba. El amor la llevó a la capital ecuatoriana, porque se casó con el ingeniero aeronáutico, Ernesto Aguilar.
En Quito ingresó a Radio Atahualpa, con Iván Granda Pinto participaron en un concurso de locución de la estación. Luego pasó a Ecuatoriana, de propiedad de Eduardo Granja Estrella y a la emisora de la Casa de la Cultura Ecuatoriana. Yolanda siempre quiso ser parte de HCJB, La Voz de los Andes, por ello un día fue y el portero no le permitió entrar, pasó el tiempo y de la misma radio la llamaron a trabajar. Recibió la invitación de Lenín de Janón.
En HCJB conoció a las personalidades de la radio de esa época: Chema Reinoso, Vicente Vieira, Marjorie Morales, Iván Granda Pinto, Germán Carvajal, Edwin Chamorro, entre otros.
Radio Cenit
La adolescente Yolanda Molina, en unas vacaciones, viajó donde unos familiares a Guayaquil, pero se quedó y terminó la secundaria en el colegio de señoritas Guayaquil. Esto porque desde niña le gustó la actuación, estar en un escenario y participar en obras de teatro. Cuando estaba sola en su casa en Salcedo imitaba actuaciones y gritaba, su mamá llegaba asustada y le decía ¿Qué pasa? Le contestaba que solo estaba practicando para a futuro poder actuar y ser parte de un equipo de actores.
Ya graduada buscó trabajo con su compañera de curso Consuelo Pacheco. Se preguntaban de qué podrían trabajar. “De profesoras no podemos porque no teníamos experiencia pedagógica”. De pronto observan un rótulo que dice “Radio Cenit”, de propiedad del señor Washington Delgado Cepeda.
La mamá de su amiga les dijo “Aquí necesitan una locutora”. Las dos amigas ingresaron a la emisora. Yolanda nunca pensó ser parte de la radio, pero la aceptaron porque su voz era microfónica y también tenía dicción.
Arte Dramático en la Casa de la Cultura Ecuatoriana
Su sueño de siempre fue estar en el escenario actuando en vivo. Desde el colegio participó en obras de teatro, años más tarde, ingreso a la escuela de Arte Dramático en la Casa de la Cultura Ecuatoriana, ahí tenía una profesora a quien le gustaba buscar voces. Con Consuelo Pacheco, su amiga, realizaban algunas escenografías.
Eran muy jóvenes y muchas actuaciones les causaba risa, pero la profesora tuvo mucha paciencia y se quedaba callada. Las adolescentes viendo la seriedad de la maestra se preocupaban y se ponían a trabajar, cuando ya salió el sketch cómico y el resultado era óptimo, esa era la mejor recompensa. Esto era cuando estaba en cuarto curso del colegio, a inicios de la década de los 50.
“Era chistoso porque mi amiga y yo teníamos la misma edad”, pero muchas veces en las actuaciones Consuelo hacía de suegra y Yolanda era la nuera. Eso les causaba mucha risa y las profesoras no entendían las razones de la risa, comenta.
Radio Bolívar y Blanquita Salazar
Luego de permanecer en Radio Cenit, Yolanda pasó a Radio Bolívar, que era una de las estaciones más sintonizadas de la época por realizar obras de radioteatro.
Allí conoció a una de las mujeres más conocidas en este mundo mágico de la radio: Blanquita Salazar, quien le invitaba a Yolanda para grabar las novelas, lo hacían desde las 21:00 cuando terminaba la audición hasta la madrugada muchas veces.
De ella aprendió mucho del mundo mágico de la Radio. Blanquita Salazar era de Píllaro de la provincia de Tungurahua, falleció el 9 de julio de 2021, a los 92 años en Guayaquil, ciudad en la que hizo toda su carrera profesional. Hasta el final de sus días tenía un programa de “Nutrición, salud y energía”, en Radio Morena. Era nutricionista, periodista y comunicadora.
Regresó a Quito e ingresó a Radio Atahualpa
Yolanda se casó y se trasladó con su esposo a la capital ecuatoriana. En 1968, Gonzalo Maldonado Quijano, propietario de Radio Atahualpa, convocó a un concurso de locutores, los aspirantes fueron en un número alto, de ellos fueron finalistas 15, antes de realizar la prueba dio un taller de locución durante un mes. Al final de ese curso fueron contratados: Yolanda Molina e Iván Granda Pinto.
Los dos jóvenes talentos se integraron al equipo de locutores que estaba integrado por Jaime Hernán Salazar, Jorge Escobar, Rodrigo Yépez y Patricio Jarrín Hidalgo. Yolanda Molina era la única mujer del equipo de locutores. Iván Granda Pinto indica que fue escogida “por su buen timbre de voz, buena lectura y estilo muy profesional, además de ser muy buena persona”.
El principal trabajo de los locutores era la lectura de noticieros tanto largos, que iban de 06:00 a 08:00 que estaba a cargo de Iván Granda Pinto, 13:00, 18:00 y 22:00. Los noticieros cortos de difundían cada media hora y estaban a cargo del locutor de turno. Previamente tenían que editar las noticias, las nacionales que llegaban de la redacción en Quito de diario El Universo y de la Agencia Ecuatoriana de Prensa. Asimismo, se tenía que editar las noticias internacionales que por teletipo enviaban las agencias Asociated Pres (AP) y la española EFE.
Radio Ecuatoriana
El conocido locutor carchense Ricardo Ruiz Mena, quien laboró en las radios Ondas Carchenses, CRI de Ibarra y La Voz de Imbabura, comenta que a inicios de la década de los 70, tuvo la oportunidad de viajar a la capital ecuatoriana y se trasladó a Radio Ecuatoriana.
En esta estación estaban los referentes de la locución de la época: Jorge Palacios, Jaime Chamorro y Fabián Vizcaino. Ahí también estaba Yolanda Molina, “una profesional de la radio, como siempre se lucía en el desarrollo de sus programas de la música y artistas nacionales”.
HCJB, su radio…
Después de haber pasado por varias emisoras de Quito y Guayaquil, Yolanda tenía en su mente ser parte de una emisora que se caracterizaba por tener las mejores voces, HCJB. Un día acudió a esta estación y el portero no le dejó pasar, se portó reacio y no le permitió hablar con el director de la radio, que en esa época era Chema Reinoso.
Pasó un tiempo, laboraba en la Radio de la Casa de la Cultura Ecuatoriana y recibió una llamada, se trataba del director de La Voz de los Andes, Lenín de Janón, quien le invitó a participar en varias obras de radioteatro. Primero le hicieron una prueba de voz y pasó. La novela que se desarrollaba en una noche oscura, lluviosa, en un callejón estrecho y de pronto se presentó un fantasma que le quería atacar. Le preguntaron ¿Qué haría en ese momento? Yolanda se imaginaba que caminaba por el callejón y sentía que le estaban atacando. En ese momento se cogía de la garganta y se ahorcaba, con la finalidad de que los sonidos y la actuación sean reales. Fue contratada en HCJB.
El locutor Ricardo Ruiz Mena cuenta que cuando vivía en Mira le gustaba escuchar las emisoras de la época, pero una que se sintonizaba con frecuencia era HCJB, especialmente los programas de música nacional que presentaba la locutora, quien tenía excelente voz y conocimiento que destacaba el talento de los intérpretes ecuatorianos como: Carlota Jaramillo, Rodrigo Barreno y su banda, Los hermanos Valencia, Mendoza Suasti, Miño Naranjo, el Dúo Benítez Valencia, Los Montalvinos, el pianista Huberto Santa Cruz y tantos otros.
En esta estación también fue compañera de Iván Granda Pinto, quien trabajaba para los noticieros y Yolanda Molina conducía programas de música nacional con la producción propia de la enorme discoteca que tenía la estación. Luego Yolanda hacía también los noticieros de lunes viernes, a las 06:00.
Radio Círculo y la música nacional
Radio Círculo era un espacio que ya tenía HCJB y fue dirigido previamente por el conocido locutor y director de Radio teatro, Gonzalo Portugal. Le propusieron a Yolanda que lo conduzca. Ahí se le ocurrió hacer entrevistas en el sitio. Este programa se hizo muy conocido, por ello le llamaban los compositores, poetas e intérpretes. En las dos horas que duraba el programa se comentaba sobre música, autores, compositores, arreglistas e intérpretes.
Los artistas y grupos musicales iban con sus instrumentos, el acompañamiento musical y tocaban en vivo. Uno de ellos fue de los Hermanos Miño Naranjo, quienes acudieron a la estación después de lograr el segundo lugar en el festival OTI, con su tema “Mi Campesina”. Llegó puntual Danilo, y luego Eduardo con el acompañamiento musical llegaron atrasados, pero el programa fluyó sin ningún problema.
La dama de la canción nacional, Carlota Jaramillo, estuvo muchas veces en Radio HCJB, en el programa dirigido por Yolanda Molina.
Edwin Chamorro, director del noticiero de HCJB, y conocido periodista de la capital, destaca que Yolanda Molina de Aguilar es una enciclopedia, porque conoce mucho sobre música nacional. Los intérpretes, arreglistas, autores, compositores y directores musicales. Fue amiga de Carlota Jaramillo, Los Hermanos Miño Naranjo, Héctor Jaramillo, Los Brillantes, Huberto Santacruz, entre otros.
Yolanda es una conocedora de la música ecuatoriana, eso le generó interés de conocer a los artistas y autores de las canciones, por ello les invitaba a la radio. HCJB fue su casa periodística, en esta emisora se jubiló, indica Edwin.
Las entrevistas en el sitio
Dice sentirse satisfecha del camino seguido, porque hizo tantas cosas para la radio y tuvo mucha aceptación de los oyentes. Recuerda que con su hermana Teresa visitaban varios sitios del Ecuador, Yolanda siempre iba con su grabadora y sacaba algún material para el programa.
Una ocasión la grabadora estaba prendida y se iba con su hermana por la Mitad del Mundo a Perucho, una de las 33 parroquias rurales de Quito. Había una hacienda muy bonita con una casona grande, por las hendijas se observaba a unas indígenas que estaban lavando la ropa. Pidieron que les dejen pasar, pero no quisieron. Se dieron la vuelta.
Yolanda iba comiendo un pan. Cuando entraron por un callejón, de pronto salió una manada de perros que ladraban. “Mi hermana, como era ágil, se subió a un muro y le decía “sube Yoly, sube Yoly…”, si no se subía, le cogían los perros, pero como tenía el pan, les daba pedacito, pedacito, para que se callen. Los perros se hicieron sus amigos y con su hermana caminaron por toda la hacienda, había una capilla lindísima, con cuadros hermosos. En la entrada de la capilla había papas de semilla regadas.
Las dos hermanas salían a pasear en una camioneta. Yolanda cogía su grabadora y se iban a recorrer la provincia. “De todos los lugares donde visitaba sacaba una nota. Parece que eso les gustó mucho a los oyentes, reitera.
Rememora que, en alguna ocasión su hermana Tere se bajó a buscar una empleada por ese sector y ella se quedó en el carro recostada. De pronto escuchó unas voces, había sido de una señora que cogía capulíes de un árbol grande. Salió del carro y le pidió que le acepte una entrevista. “Donde yo iba sacaba una nota”. Le contestó que no se podía bajar, Yolanda se subió por una escalera larga, a pesar de que estaba con tacos. Llegó hasta la copa del árbol y conversaron sobre la actividad de recoger los capulíes para sacar al mercado al siguiente día.
La generosidad y las inocentadas
A Yolanda le gustaba estar en un ambiente laboral con armonía. Sus amigos destacan su generosidad en el trabajo, así como las bromas que hacía, especialmente con las inocentadas. “Cuántas inocentadas que les he hecho a mis compañeros”, repite.
Esto es corroborado por Edwin Chamorro, quien cuenta que una vez puso pintura en los auriculares de los teléfonos, ella llamaba y cuando contestaban se quedaba callada, pero ya los rostros de sus compañeros estaban pintados de rojo por el labial que había puesto previamente.
La hora de HCJB
Sin duda, Yolanda Molina de Aguilar fue una de las voces más escuchadas, no solo en la capital ecuatoriana sino en los sitios más lejanos del país. Ese fue el caso de Stalin Jiménez, quien, en 1977, cuando tenía 6 años escuchaba HCJB en la parroquia Los Encuentros, cantón Yantzanza, en la provincia de Zamora Chinchipe.
Su madre Juana Leonor Carrión sintonizaba la estación porque todos los moradores del sector “se ajustaban a la hora que daba La Voz de Los Andes”.
Yolanda Molina de Aguilar después de más de cinco décadas se alejó de los micrófonos y cabinas de la radio, ahora vive en su casa al norte de Quito, pero su legado queda entre quienes escriben la historia de la radiodifusión ecuatoriana.
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Voces de la radio
Iliana Cervantes Lima
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