Foto: Izquierda, Gustavo Cevallos Velásquez en Radio Quito en 1976. Derecha superior, con Dora Ávila, Mónica Barba, Milagros León y Rodolfo Muñoz, en Telecentro canal 10, en 1989. Derecha inferior, con Jaime Moya Herrera, Lola Gavilánez, Humberto Pérez Estrella, entre otros.
Desde que era niño le gustaba estar entre el público, porque asegura que es un artista frustrado, por ello utilizó algunas cualidades histriónicas que tenía y las fue desarrollando en la escuela y el colegio. Nació en Quito, en 1953. En la primaria hacía voces, tenía facilidad para imitar a los locutores de la época: Patricio Jarrín Hidalgo, Jorge Carrera Viteri, Edwin Almeida, Alfonso Laso Bermeo, entre otros…
A Gustavo Cevallos Velásquez siempre le gustó la música y cantar. Tiene un oído muy fino, quiso ser saxofonista. Fue alumno de Jorge Salgado, de la orquesta Salgado Junior.
Cuando tenía 14 años, ingresó a un concurso de locutores en Radio Atahualpa de propiedad del radiodifusor Gonzalo Maldonado Quijano. Luego su talento fue descubierto por el Ing. Luis Rivera Zúñiga, de la Emisora Central. Mientras que, en América, La Pasillera, fue actor extra en el “El Conde Drácula”. Estuvo también en Punto 83, Musical y Canal Tropical. Su paso por las radios Nacional del Ecuador, Quito y Cordillera dejó mucha huella y talento.
Conoció y fue amigo del locutor mexicano, Carlos Montalbán; e Iván Silva Acuña, de la Voz de la OEA. Se caracterizó por permanecer estable en los medios que ha laborado: 10 años en Radio Nacional del Ecuador, 23 en La Voz de la Capital, cuatro en Centro FM y cuatro en Cordillera. En canal 8 estuvo 10 años, en Telecentro 9; mientras que en canal Uno, dos temporadas en el programa La Hora Nacional.
Sus referentes son: Gonzalo Maldonado Quijano, Guillermo Jácome Jiménez y José María Rodríguez Santander. Tuvo la oportunidad de trabajar y dirigir a los referentes de la Radio: Álvaro San Félix, René Torres, Erika Von Lippke, Hilda Sampedro, Hernán Cevallos, Fanny Moncayo y Eduardo Rodríguez Vivas. Contó con la amistad de Pascal Michelet, Aníbal Vaca, Jaime Moya Herrera y Édison Vargas Acosta, a quien califica como su hermano.
Cuando estuvo en el Núcleo Radión tuvo una competencia “de buena fe” con Alejandro Vásconez, quien era el promotor del pianista quiteño, Eduardo Zurita y animador oficial de Don Medardo y sus Players. “Yo era el animador oficial de los Hermanos Baca y de Pascal Michelet”. Había una diferenciación entre los estilos de trabajo. Gustavo le había visto al animador del festival de Viña del Mar, Antonio Vodanovic, quien era extraordinario en el escenario. Eso le gustó.
Para ingresar a Radio Nacional tuvo que presentar el certificado de remiso sancionado, era la época que gobernaba el país, el Gobierno Nacionalista y Revolucionario de Guillermo Rodríguez Lara.
En esta estación Gustavo creó el espacio de humor costumbrista “Cosas que tiene la vida”. El primer libretista fue Juan Felton y luego Mario Rodríguez. Los protagonistas eran Fanny Moncayo y la pareja de ella era Hernán Cevallos. Estuvo también Terry Williams, pero se necesitaba otro personaje, que creó Mario, y debía presentarse como un chagra, se llamaba Severo Montaguano.
“Fanny tenía un carácter muy fuerte y se fue”, por ello le llamaron a la actriz y locutora riobambeña Hilda Sampedro Valdiviezo, quien representó a Chavica. También estuvo Marcelo, hermano de Oscar Guerra (conocido por el personaje de Sarsosa en las estampas de Don Evaristo). En Radio Quito el papel de Casto lo hizo René Torres.
Recientemente grabaron en la casa de Gustavo, con Hilda Sampedro y Mario Rodríguez, algunos programas sobre “Cosas que tiene la vida”. Se emitió por Radio Cobertura.
Gustavo en la estación gubernamental condujo el programa “Serenata Andina”, donde se presentaban los mejores artistas. Recuerda que después de una larga separación se reagrupó el famoso trío “Cuerdas y Fantasía”, que estaba integrado por Guillermo Rodríguez Vivas, Segundo Bautista y Nelson Dueñas. Eran las mejores guitarras de ese tiempo. “Yo estuve de animador con Jorge Carrera Viteri”.
En “Los Dramas de la Pasión” le hizo una audición al reconocido actor y director de radioteatro guayaquileño, Álvaro San Félix, en Radio Quito. Además, condujo Canciones del Alma, pero solo con Gonzalo Benítez. Fue parte de un programa de radioteatro con otra figura de la comunicación, Edison Terán Rivadeneira. Con Gonzalo Portugal realizó también algunos trabajos relacionados con la radio.
Fue director del programa Comunicándonos, que se difundía en la tarde en Radio Quito. “Era una radiorevista exclusiva con locutores de calidad”. Estaba Marco Vargas Acosta y Marcela Barrié. Deportes presentaba el recientemente fallecido Vicente Salgado; en la parte de espectáculos Terry Williams, en los segmentos de Quito y lo taurino, Humberto Jácome Harb.
Participó en la grabación del otro yo que fue creado por Pascal Michelet junto con Aníbal Vaca. Ocupó el primer lugar y se ganó una botella de Johnny Negro de cinco litros. Hoy está terminando su libro Técnica de Lectura Interpretativa y locución.
Radio Atahualpa, Gonzalo Maldonado Quijano y Guillermo Jácome Jiménez
Gustavo Cevallos Velásquez tenía 14 años cuando una mañana leyó el anunció de un periódico que decía “se necesita aspirantes a locutores”. Asistió al llamado que hizo Radio Atahualpa, de propiedad del Dr. Gonzalo Maldonado Quijano, quien fue presidente de la UNP.
Llegó a la estación, había como unos 60 aspirantes, con unas voces muy gruesas y graves. Al ver tanta gente quiso retirarse, pero se mantuvo, fue uno de los primeros que dio la prueba. Gustavo tenía dicción, porque previamente tuvo el talento de imitar.
Gonzalo Maldonado Quijano personalmente tomaba las pruebas, pero para hacerlo siempre se ponía de espaldas. Él controlaba el equipo, atrás estaba la cabina y los aspirantes hablaban. Gustavo se quedó un rato para ver cómo lo hacían los demás, hasta que paró la grabación. El dueño de Radio Atahualpa se acercó y le dijo calladito “no digas nada a nadie, te espero el lunes a las 10:00, para darte un taller”.
De ese grupo salieron 10 finalistas, entre ellos estuvieron Eduardo Álvarez, Germán Carvajal, Enrique Saa, y una persona de apellido Arroyo. Cuando ya estaba en el taller, Gustavo falló en el inglés, porque solo hablaba el que le daban en el colegio.
Asegura que aprendió muchas cosas del mundo de la radio, porque Gonzalo Maldonado Quijano era un hombre muy conocedor del medio, pertenecía a la Asociación Interamericana de Radio. Además, fue maestro de algunas de las voces más connotadas de la época como Edison Terán, Fernando Fegan Pólit y Guillermo Jácome Jiménez.
Recuerda que su papá, hasta que falleció, pertenecía al Partido Liberal y Gonzalo Maldonado Quijano era parte de la agrupación. Las sesiones se hacían en Radio Atahualpa. Su mamá continúo asistiendo a estas reuniones políticas. En uno de esos actos, Gustavo le observó a Guillermo Jácome Jiménez como presentador. Se quedó impresionado, porque tenía una voz extraordinaria. Eso le inspiró.
A la semana de la prueba, Gonzalo Maldonado Quijano le indicó que estaba buscando un remplazo para el noticiero de la noche que lo conducía Patricio Jarrín Hidalgo, quien se trasladaba a Cuenca a la estación de los hermanos Piedra Cardoso. “Yo le sabía imitar al Patricio Jarrín”. Asegura que no ha conocido un locutor de noticias que tenga la velocidad y claridad en la lectura como el comunicador imbabureño”.
El presentador y actor estaba todavía en el colegio, por ello le facilitaba el horario. El noticiero HCMQ que “Informa primero, informa mejor”, iniciaba a las 20:00. Gustavo en este medio se especializó en noticias. Estuvo cuatro meses.
Como aún estaba en la secundaria, en su casa se opusieron, querían que se gradúe primero. Su estadía en la emisora le sirvió para perfeccionar su dicción, vocalización y entonación.
Emisora Central y grabaciones audiovox
Germán Carvajal, una de las voces más recordadas de HCJB, fue parte del curso en Radio Atahualpa. Era locutor profesional, en la mañana locutaba en “La Voz de los Andes” y en la tarde conducía el programa “Ídolos de la juventud”, que competía con los 57 de la semana de Radio Musical. La Emisora Central estaba ubicada en La Recoleta, en el centro de Quito, era de propiedad del ingeniero Luis Rivera Zúñiga.
En la casa donde funcionaba la radio, el primero y segundo piso era la vivienda de la familia del propietario. Mientras que en el tercero estaba la emisora que era muy bien equipada. Tenía dos estudios de producción, escenario (fonoplatea). El identificativo era “Radio Central y grabaciones audiovox”, porque era la única estación que tenía un equipo donde se prensaba discos en acetato de publicidad.
Recuerda que, en una noche de bohemia de la radio, “que es parte fundamental de la misma profesión, ya que los locutores se reunían con los artistas que iban a la estación”. El personal de planta decidió irse para seguir festejando. Le pidieron a Gustavo, quien ya sabía manejar los equipos, que se quede en la cabina. “Solamente tienes que decir la hora, eso porque había un auspiciante”.
A Gustavo, que era muy jovencito, le gustó la idea, ya trabajaba con los locutores, “les ayudaba a pasar discos y les daba comprando los tabacos”. Cuando ya llegó el momento de dar la hora lo hizo muy bien, el timbre cautivó.
De pronto ingresó el propietario de Emisora Central. Le pregunta ¿Quién eres tú y qué haces aquí? Le contesta que los compañeros se fueron, le pidieron que dé la hora y mientras llegan, él ponía música.
El Ingeniero Zúñiga, le indica “muy bien, mañana quiero hablar contigo”. Al día siguiente le recibió en la oficina, le indicó que había estado bien, pero “les jaló las orejas a los responsables del espacio, que habían abandonado su lugar de trabajo”. Le pidió que labore los fines de semana.
El dueño de la radio era un hombre de buen corazón, entendía a los locutores y se llevaba muy bien con ellos. Ahí fueron sus compañeros: Germán Carvajal, Jorge Suárez Ibarra, Pico Flores, Mario Moya, Jorge Paucar, Eduardo Rodríguez, Álvaro San Félix, entre otros.
En Emisora Central pudo conocer a un locutor que trabajaba en la Universidad de Guayaquil de apellido Cisneros, una voz muy bonita. Cuando Gustavo dictó una charla lo encontró como profesor de comunicación. “Uno de los locutores estrella de la estación era el presentador de televisión, Iván Granda Pinto, quien era la voz exclusiva de la Emisora Central”. Por algún momento estuvo por ahí Agustín Guevara Morillo, quien fue la voz de Marlboro en Ecuador.
Gustavo permaneció poco tiempo en la emisora. El ingeniero Rivera, primero le arrendó a la mamá de Eduardo Loza Cabrera, que trabajaba en Radio Metropolitana. Luego les vendió a los locutores de la radio, entre los empleados había la emoción de que iban a ser propietarios de una emisora. En esas negociaciones les ayudaron los dos hijos del ingeniero, quienes eran sus grandes amigos, pero no se concretó.
“Resulta que de la noche a la mañana apareció Carlos Efraín Machado le ofreció más dinero y apareció la Nueva Emisora Central”, comenta el director de radioteatro quiteño, quien destaca que en este medio se dieron sus primeros pininos en la radio, de ahí inicia una carrera larga en la comunicación.
La anécdota del Ingeniero Luis Rivera Zúñiga
Cuando en la capital ecuatoriana se inició el Núcleo Radion, se proyectó un trabajo diferente de lo que se había hecho en radio hasta esa fecha. Se ponía las cartucheras que contenía una publicidad, ingresaba y salía la voz. Mientras que en Radio Musical se aplastaba un botón y salía el anunció. Eso era una innovación del propietario de la estación un joven estadounidense, David Gleason, que llegó al Ecuador de intercambio estudiantil.
El Ingeniero Rivera, que en ese tiempo laboraba en la embajada americana, no se quedó atrás. Se trajo un rodillo de grabación muy pesado, que tenía una perilla para marcar y en cada línea se podía poner la publicidad. “Nosotros estábamos locutando y poníamos en la letra G y salía la publicidad”, es decir la Emisora Central competía técnicamente con la tecnología que poseía el Núcleo Radión, insiste. Igual en los programas que conducían Germán Carvajal y Jorge Suárez trataban de competir con Musical.
El Núcleo Radión y Radio Musical sacaba en la prensa los 57 más famosos de la semana. Mientras que en Emisora Central los locutores buscaban los discos para ponerlos y estar a la altura de los oyentes que solicitaban esas canciones. “Este sí tenemos, este no y tratábamos en algo de competir, pero la revolución radiofónica de ese tiempo fue el Núcleo Radión, pero la emisora del Ing. Zuñiga no se quedó atrás, de hecho, la mayoría de los locutores de la Emisora Central fuimos al Núcleo… “
Radio Municipal y Canal 2 Teletigre
Cuando estaba en Emisora Central, hubo un anunció que solicitaban locutor para Radio Municipal. Llegaron Jorge Suárez Ibarra, Germán Carvajal y Gustavo Cevallos. Se presentaron donde el director de la estación, Atahualpa Martínez. Les tomaron las pruebas, pero mientras esperaba, Gustavo observó que por otra puerta ingresó Rodrigo Cevallos “que era el locutor estrella de HCJB”.
Germán Carvajal le comenta que ha ganado las pruebas un locutor de apellido Cevallos, quien más que vos pues, le insiste. “No te creo”, le responde Gustavo. “Vamos, vamos a ver”, le reitera Germán.
Les recibe nuevamente Atahualpa Martínez, los jóvenes locutores le comentan que escucharon que la persona que ha ganado es de apellido Cevallos. Les contesta que sí, pero “no, no, no eres tú, es Rodrigo el que ganó”. En ese momento Gustavo se dijo para sí, “mentira él nunca se presentó a la prueba, sino que entró sin cumplir”.
Los jóvenes estaban apenados por la situación, ya que pensaron que todo iba a ser diferente, porque cumplieron con los requisitos solicitados. Cuando de pronto, Atahualpa Martínez les sugiere “pero muchachos, porque no van a canal 2-Teletigre, ahí está mi amigo, Jaime Acosta, díganle que van de mi parte, para ver si les da trabajo.
Era la primera vez que Gustavo salía en televisión, tenía el pelo largo y se vestía como los adolescentes de la época. En el canal le dieron la oportunidad de ser el locutor de noticias, luego fue locutor en off en el show de Galo Moscoso, que era un personaje y gran animador del canal, pero no le fue tan bien. Sin embargo, seguía buscando su camino.
El Conde Drácula, Punto 83 y Eduardo Rodríguez Vivas
Cómo el ingeniero Zúñiga le vendió la radio a Carlos Efraín Machado, cada locutor y sonidista cogió su rumbo. Gustavo recuerda que le llamaron para que sea parte de la famosa radionovela “El Conde Drácula”, en América La Pasillera.
El locutor aún no se iniciaba en el radioteatro, pero Galo Hernández Navas, quien también era dueño de Radio Presidente, le pidió que ingrese al radioteatro. Ahí estaba un locutor de apellido Arias, que se fue a Venezuela. “Éramos los dos locutores, la radio estaba ubicada en Santa Prisca”.
Ahí conoció a Carmen Valverde, cuyo nombre artístico era Carmen del Valle. También eran parte de la estación Galo Moscoso e Hilda Sampedro. Hizo amistad con don Carlos Federico Benavídez. También estaban los hermanos Falconí. En esta estación hubo una cantidad de anécdotas. Gustavo fue un extra de la radioteatralización.
Luego pasó a Punto 83, la Voz del Tránsito Nacional. Eduardo Rodríguez era el director de la estación. Estaba Fernando Buitrón, que era de Radio Tarqui y ahora es abogado; Guido Orbe era locutor en la tarde.
En una ocasión el director de la radio Punto 83, Eduardo Rodríguez, les canceló por no haber ido a una reunión que era a las 18:00 y él llegó a las 20:00, pero no le esperaron. La persona que dijo que se vayan fue Gustavo Cevallos, quien indicó que “no podía esperar mucho tiempo”. A pesar de este impase señala que Eduardo es otro de sus maestros a quien le reconoce su talento, tal es así que formaron un trío y luego cantaron a dúo.
“Es una persona extraordinaria, pero en esa vez, como era el jefe y era ex militar, aplicó la ley, nos canceló”. Luego Carlos Federico Benavidez, le llamó a la casa, a través de su hijo y les indicó que vayan nomás, que no ha pasado nada.
José María Rodríguez Santander y Carlos Montalbán
Mario Moya, hermano del sonidista y técnico, Jaime Moya Herrera, le comentó que había una oportunidad laboral en Radio Éxito, de propiedad del radiodifusor carchense José María Rodríguez Santander, un hombre que se caracterizó por ser entusiasta y creativo.
“En la radio que más quiere y sirve a Quito” conoció algo más de animación con público. La emisora tenía un programa anual, que se realizaba en agosto, “Las 12 horas Éxito”. Pero lo suyo era conducir programas en la cabina.
A Gustavo le encantaba un espacio que conducía Fabián Buenaño sobre los avisos clasificados. “Eso era sensacional, porque tenía una gran sintonía. Además de los comentarios y las encuestas que hacía José María Rodríguez Santander”.
El radiodifusor carchense es uno de los pioneros de las encuestas políticas de campaña electoral, él se gastaba su dinero en teléfono, porque llamaba a la gente, para que opine y salga al aire. “Era un hombre muy trabajador, qué pena que se nos fue muy temprano”, repite Gustavo.
En esta estación estaban Marcelo Hernández Llerena, Patricio Vargas, médico pediatra y hermano de la dinastía de los Vargas Acosta; Jorge Serrano, Fabián Buenaño e Hilda Sampedro.
El turno de Gustavo era al mediodía leía las noticias y luego ingresaba Marcelo Hernández Llerena. A las 13:00 iniciaba “Comentando desde la Plaza Grande”, conducido por el propietario de la estación.
Este programa le dio una oportunidad que no puede dejar de lado. Llegó al Ecuador, el actor de doblaje y locutor mexicano, Carlos Montalbán, que en ese tiempo era el mejor locutor del mundo y la voz de Marlboro, hermano de Ricardo Montalbán, de la Isla de la Fantasía. En “Comentando desde la Plaza Grande, José María Rodríguez Santander, le entrevistó.
Con Gustavo se inició una amistad, intercambiaron cartas, le autografió en una fotografía. “Era un extraordinario señor”. Luego de un tiempo también conoció al locutor chileno, Iván Silva Acuña, que conducía Discoteca Panamericana en la embajada americana. Gracias a Radio Éxito conoció a dos personalidades de la comunicación mundial.
Le remedó a Edwin Almeida y a Marilú Parra le gustó su voz
Cuenta que la “aspiración que tenían los guambras de esa época era ser parte del Núcleo Radión”. Las convocatorias para ser parte de estas emisoras se las hacían a través de los periódicos.
Gustavo se presentó tres veces y las tres le negaron. Le daba un poco de pena que no le hayan aceptado. Recuerda que buscaban voces para Radio Musical, le imitó a uno “de los locutores estrella” de la estación, Edwin “El Chino” Almeida, que tenía una bonita voz, presencia y todo. “Yo por eso de la payasada hice”. Froilán Cabrera, era la persona que tomaba las pruebas y no era todavía su amigo, pero quien calificaba era el Chino Almeida y él no aceptaba eso.
A la tercera vez optó por no imitar a Edwin Almeida. Ya estaba formado y tenía experiencia en el medio. Llegó al Núcleo, el mismo Froilán le tomó la prueba. Al momento que bajaba, Gustavo se encontró con la dueña de las estaciones, Marilú Parra. Ese momento no sabía que era la dueña, pero le saludó.
Luego le comentaron que la dueña había escuchado en amplificación, su voz cuando le hacían la prueba. “La señora le dice a Edwin Almeida. ¿Cómo están las cosas? le contesta que no hay nada, todavía hay que buscar otras voces. Marilú le insiste, pero la persona que está sonando está bien. “Mira tiene dicción, tiene voz… “. Lo que pasa es que ya se ha presentado algunas veces y no, no, no… ¿Dónde está el señor? Pregunta la propietaria. Acaba de salir le repiten.
Marilú le envió al mensajero, Pedro Chasi, para que le alcance. Gustavo ya estaba por la calle Veintimilla. Se acercó “oiga señor, usted es la persona que dio la prueba, venga la señora le llama”.
Ahí ingresó en Radio Musical. “Estás muy bien, pero tienes que venir a trabajar de madrugada, porque tienes que aprender a manejar los equipos”, le señaló Marilú. Había un equipo que daba ciertos matices a la voz. El turno empezaba a las 22:00 y terminaba a las 06:00. La locución era disco a disco, cuña disco, cuña disco.
Las madrugadas y la música tropical…
Gustavo quería renunciar porque el turno en la estación era fuerte. En la cabina de al lado, dividida solo por un vidrio, estaba Canal Tropical. Era las 03:00 cuando Jorge Suárez Ibarra, quien después sería la voz de Televisora Nacional, canal 8, le pide que vaya a Musical hasta las 06:00. Hicieron el cambio de cabina.
Los dos felices porque estaban en su mundo, a Gustavo le gustaba la Sonora Matancera, Lucho Bermúdez, Pancho Galán… Tuvo respuesta del público. Vinieron los del Control 10 de la Colón, llegaron los taxistas, la gente que madrugaba. Las llamadas por teléfono eran continúas, había del Salón El Consulado, la panadería El Túnel… Fue un éxito.
Al día siguiente, Marilú Parra convocó a reunión para preguntar, ¿quién estuvo a las 03:00 en Canal Tropical? Le contestó que estuvo él. Le expuso que se siente mal en Musical, por ello tenía la intención de terminar el mes y retirarse, porque la radio no es para él y no la siente. Además, en el inglés “no soy tan bueno”. Cogió ese pretexto y aprovechó la oportunidad para decirle muchas gracias.
La dueña del Núcleo le pregunta ¿Y te quieres ir? ¿quién te ha autorizado que te vayas? Pasas al día los fines de semana, porque lo hiciste muy bien. Así tienen que ser los locutores de Canal Tropical”. “En esos años la estrella de la radio era Alejandro Vásquez”. Tuvo otros compañeros como Lucho Acosta. El director del Núcleo era Guillermo Jácome Jiménez, dirigía y producía Discomentarios, los sábados. El locutor baneño era el representante de RCA Víctor en Fadisa.
Radio Nacional y el sonidista Jaime Moya Herrera
Gustavo continuaba sus estudios secundarios, estaba en quinto curso. En su casa no querían saber nada de que sea locutor. Un día su hermana que no aceptaba para nada su trabajo le dice “ya que crees que tienes condiciones para ser locutor ¿porque no aplicas? Era un anuncio de periódico. En el recorte se leía: Presidencia de la República busca locutores para Radio Nacional del Ecuador.
Gustavo acudió al medio, que estaba ubicada en la calle Chile, frente a la cafetería El Madrilón. Cuando subía observó que bajaba Eduardo Rodríguez Vivas. Gustavo le pregunta si estaban necesitando locutores y él le contesta, “no, ya se acabó la prueba”.
Gustavo le insiste ¿cuál era el cargo que ocupaba en la estación? le contesta director de la radio. “Si hubiera venido más tempranito ahí sí” y se fue. Gustavo fue casi al mediodía, pero se quedó. Cuando observó que subía el técnico y sonidista Jaime Moya Herrera, “mi segundo papá”, porque aparte que le ayudó en la radio es una buena persona y profesional. En ese momento no era su amigo, Gustavo se llevaba con su hermano menor, Mario.
Dejó la vergüenza a un lado, se acercó y le comentó que es muy amigo de su hermano, pero se enteró que están buscando locutores en Radio Nacional. “Sí, pero ya se acabaron las pruebas. Yo mismo las tomaba”, le indica. Gustavo le pide que le dé un chance, que solo le tome y si no le gusta no pasa nada.
En ese momento le cuenta que es muy amigo de su hermano, a quien le conoció en Emisoras Central, donde era técnico, vivía en La Loma. El técnico y sonidista le contesta “espéreme un ratito, voy a hablar con el director”.
Gustavo le indica que ya acabó de hablar con el director y le contestó que no había cómo ¿Con quién habló? Con Eduardo Rodríguez. “No, el no es el director”. El director de producción era Humberto Pérez Estrella.
Jaime fue a la dirección de la radio, después de un momento, el sonidista baja y le pregunta si puede dar en ese rato la prueba. En el estudio de grabación se encontró con un señor muy serio, introvertido y cerrado, era Humberto Pérez Estrella, quien le preguntó de todo hasta de música clásica, Gustavo no sabía, pero su hermano mayor escuchaba en la HCJB en “Haciendo la Siesta”, conducido por Vicente Vieira.
Leyó el texto que le dieron, lo hizo exacto, cambio la tonalidad, se puso más serio y salió. Después le tocó presentar a las Hermanas Mendoza Suasti, “eso era pan comido para mí”.
En esta estación conoció a gente muy solidaria como Jenny Paz, que era la secretaria, con quien hizo amistad y le agradece hasta ahora su solidaridad y amabilidad. Ella le comentó que había hecho bien la prueba. Le prometió que estaría pendiente de lo que suceda y enseguida le llamaría.
A los dos días Jenny se comunicó con él. Había aprobado y ganado la prueba, ya era parte de Radio Nacional. Le sorprendió la noticia, pero el nombramiento estaba ahí, “iba a ganar 1234 sucres, sueldazo, porque el básico era 600 sucres”. El nombramiento lo tiene guardado y dice: Presidencia de la República, porque en esa época no había la Sendip, ni la Secretaría de Comunicación, eso vino después.
Remiso sancionado, Jenny Paz, el radioteatro y la actuación
Gustavo era funcionario de la Presidencia de la República, gobernaba el país, el general Guillermo Rodríguez Lara. El joven tenía un problema, no poseía la libreta militar, porque no hizo la conscripción, pero tenía el certificado de remiso sancionado. Eso le sirvió. Jenny Paz le ayudó y se encargó de que aprueben el remiso sancionado, en una época cuando administraba el país un régimen militar.
Ahí empezó otra etapa maravillosa, aprendió radioteatro y se convirtió en actor. Su primer papel fue como el médico del Libertador, en una serie que creó Humberto Pérez Estrella que la denominó “Se llamaba Bolívar”.
En la estación del Estado trabajó con Lola Vaca, Erika Von Lippke, Hernán Cevallos, Jorge Aníbal Salcedo y Oswaldo Merizalde Cateford. Eduardo Rodríguez era el narrador y los libretos de Álvaro San Félix. Esta emisora fue parte de su escuela.
Hubo dos libretistas y guionistas: Humberto Pérez Estrella y Álvaro San Félix “que son palabras mayores de lo que es la comunicación y el radioteatro”. En esta emisora también fue compañero de Jorge Carrera Viteri, quien no aceptaba que Gustavo esté ahí, porque decía “este guambra está trabajando donde yo estoy, pero después tuvimos una amistad enorme y me decía coleguita”.
En ese lugar se afianzó la amistad con Jaime Moya Herrera y Jaime Pullas, con quien se comunica siempre, porque es de la cofradía de La Dolorosita.
Serenata Andina y las transmisiones
En Radio Nacional del Ecuador condujo el programa Serenata Andina, donde se presentaron los mejores artistas. Una noche se reagrupó después de una larga separación el famoso trío “Cuerdas y Fantasía”, que estaba integrado por Guillermo Rodríguez Vivas, Segundo Bautista y Nelson Dueñas, las mejores guitarras de ese tiempo. “Yo estuve de animador con Jorge Carrera Viteri”.
En esta estación aprendió las transmisiones de las paradas militares y los desfiles estudiantiles. Como estaba al frente del país un gobierno militar, emitían todas las actividades que participaba el general Guillermo Rodríguez Lara. Lo hacían con Eduardo Rodríguez. En Semana Santa narró la procesión de Jesús del Gran Poder, junto con la radio del mismo nombre, cuyo director era el padre Enríquez, de la comunidad de los frailes Franciscanos.
Para realizar la cobertura, acompañó en una gira que realizó el presidente Osvaldo Hurtado Larrea a Colombia, Brasil, Venezuela. En esa época el director de comunicación era Ernesto Albán, el hijo del actor.
La radio le permitió conocer gente y estar en eventos trascendentes del país. Gustavo siempre fue bajo perfil, nunca le gusto aparentar, figurar o exagerar lo que hacía. “Todo lo que tengo material y profesionalmente es gracias a la radio”, repite, aunque trabajó en televisión, pero dice que esta última es efímera.
El operador César Andrade, las radios Nacional y Fernando Fegan Pólit
Gustavo cuenta como anécdota que el operador César Andrade encontró una cinta, donde estaban las pruebas de los locutores que estaban postulando para ingresar a la Radio Nacional del Estado. Ahí estaban personajes como Jorge Torres, René Torres, Patricio Toro Campaña, entre otros. “A ellos yo les gané en la última prueba que me tomó el señor Humberto Pérez Estrella. Todo esto lo conseguí trabajando y eso lo hago hasta ahora, porque me gusta”.
Gustavo era el encargado de las noticias en Radio Nacional del Estado y trabajaba hasta las 10:00, luego de eso pasaba a Cordillera donde era el director. En esta estación estaba hasta las 14:00, cuando se trasladaba a Radio Quito. Después de terminar su turno regresaba a Radio Cordillera FM. El acercamiento a esta última radio se dio, porque Fernando Fegan Pólit, era director de La Voz de la Capital, decidió sacar una frecuencia y puso la radio.
En un inicio se iba a llamar doble F, Fernando Fegan, pero como el radiodifusor y locutor quiteño fue siempre admirador de la primera Radio Cordillera, cuando estaba en el segundo piso del edificio de la Botica Pichincha, hoy Fybeca, ubicada en la calle Esmeraldas y Guayaquil, que en ese tiempo era de la familia Villamar.
La primera Cordillera era considerada de las mejores en AM en las décadas de los 50, 60 del siglo anterior. Ahí estuvieron como locutores: Edison Terán Rivadeneira, Guillermo Jácome Jiménez, Rene Torres, Gonzalo Portugal, el propio Fernando Fegan, Alfredo Rodríguez Coll, entre otros.
El locutor quiteño, Fernando Fegan Pólit, siempre valoró el profesionalismo y la voz de Gustavo Cevallos Velásquez. En la nueva Cordillera estaba otra de las voces preferidas del Ecuador, la del locutor imbabureño, Vicente Córdova Franco, quien falleció en un accidente de avioneta cerca de Cayambe, transmitiendo una carrera automovilística, para Emisoras Gran Colombia.
“Yo trabaje hasta cuando ya tuvimos la mala noticia de que Fernando Fegan Pólit murió y nos quitaron esa presencia humana y profesional de una gran persona”. Luego renunció a Radio Nacional porque no tenía mucho tiempo disponible, además retomó sus estudios universitarios, donde estuvo un tiempo y se retiró.
Radio Quito, el remplazo a Edison Vargas Acosta y Alfonso Laso Bermeo
Gustavo trabajaba en la mañana y en la tarde estudiaba la universidad. Un día su amigo, Jaime Moya Herrera, le preguntó si quiere remplazarle, en la noche, a Édison Vargas Acosta, en Radio Quito, porque salía de vacaciones. Gustoso aceptó, lo hizo desde las 18:00. Cómo estaba en las dos emisoras empezó a patalear el asunto de los estudios, pero la radio era su pasión y siguió. Llegar a Radio Quito, “aunque sea de remplazo ya era otra cosa”. Trabajó los 15 días.
Ahí tuvo otra anécdota, Gustavo le tenía miedo al relator deportivo de Radio Quito, Alfonso Laso Bermeo “por comentarios despóticos que había tenido contra el locutor que fue a realizar los comerciales en el estadio, Jorge Suárez”, quien le contó ese episodio a Gustavo.
Llegó el último día de su remplazo y el subgerente, José Almeida, le indicó que vaya al coliseo, porque hay transmisión de básquet. A Gustavo le tocaba salir a las 19:00, pero aceptó.
Era la primera vez que le iba a conocer a Patricio Jarrín Hidalgo. El técnico era el mensajero de la radio, Carlos Rubio, que era muy difícil de carácter. Le vio y dijo “atento estudios 5,4,3… bum me dio el micrófono”. Gustavo llegó cansado, no sabía qué hacer. Previamente se había acercado donde Alfonso Laso Bermeo, para que le entregue los textos, para la locución comercial y repasar. El relator deportivo que después fue vicealcalde de Quito, le insistió que vaya donde el señor Rubio, quien no le dio, porque supuestamente le iba a entregar en el estadio y así lo hizo.
Gustavo salió al aire, pero sintió que lo hizo mal, porque estaba agitado. Patricio Jarrín le miró y le pidió el micrófono. Se tranquilizó y siguió, aunque estaba un poco tenso. En la cabina estaban Patricio Jarrín Hidalgo, Luis Castro Espinosa y Darío Miranda Sandretti, mientras locutaba ingresó Pancho Moreno, se puso nervioso y se equivocó. El director de deportes de Radio Quito estaba escuchando la radio.
Gustavo dijo para sí, bueno, ya pues este es mi último día, chao, chao… pero escucha una voz que le dice “vea este muchachito, vea este muchachito, este es un locutor, así se hacen los comerciales … Me quedé loco”. Patricio Jarrín Hidalgo apoyó el comentario. “Creo que él no escuchó mis equivocaciones y desde ahí empezó todo”.
Al día siguiente, el lunes en la tarde, tenía que ir a la radio para cobrar su cheque. En la mañana le llama Jaime Moya Herrera, quien le indica que el director de Radio Quito, Fernando Fegan Pólit, deseaba conversar con él. Acudió a la estación y le recibió con amabilidad el radiodifusor quiteño.
Cuando de pronto le comenta “yo le he escuchado y me gusta su trabajo. Le interesaría trabajar aquí en Radio Quito”. Claro que sí, le contesta inmediatamente Gustavo. Tenía el turno de la tarde de 15:00 a 19:00, dejó los estudios universitarios. Le pagaban 2.000 sucres. Al unir los sueldos de Radio Nacional y La Voz de la Capital llegaba a más de 3.500 sucres, era una cantidad muy grande.
Comunicándonos y el radioteatro en “La Voz de la Capital”…
En Radio Quito fue compañero de Jorge Carrera Viteri, que le decían “El Gallo Madrugador”. Leía las noticias de la mañana, era todo un personaje. Siempre con su tabaco y bien trajeado. Le conoció también a René Torres, conocido como “El Gordo”. En la tarde le entregaba el turno a Jorge Torres.
Hizo un programa en homenaje a Quito con Gonzalo Benítez. Condujo Canciones del Alma, pero solo con Gonzalo Benítez, Luis Alberto Valencia ya había fallecido. Fue parte de un programa de radioteatro con otra figura de la comunicación, Edison Terán Rivadeneira. Con Gonzalo Portugal realizó algunos trabajos que trascendieron. Ahí laboró con Edison Vargas Acosta de quien dice es su amigo, su hermano, con quien vivieron la esencia de lo que es la radio.
Luego llegaron las otras etapas de radio Quito, donde ya no era solo locutor, sino productor y creativo, ahí nació la serenata a las candidatas a Reina de Quito, con Edison Vargas Acosta, iban con Los hermanos Miño Naranjo, Los Reales…
Fue director del programa Comunicándonos en la tarde. Una radiorevista exclusiva con locutores de calidad. Estaba Marco Vargas Acosta, Marcela Barrié. En deportes estaba el recientemente fallecido Vicente Salgado; en la parte de espectáculos Terry Williams, en los segmentos de Quito y lo taurino, Humberto Jácome Harb.
Insiste que en esa temporada se cambió lo que era Radio Quito. “Era una estación que tenía noticias, deportes, música, artistas y pare de contar”. En esa época no tenía publicidad, porque estaba financiada por diario El Comercio, pero luego se empezó a facturar.
“Los Dramas de la Pasión” y el casting para Álvaro San Félix
Un día el gerente de Radio Quito le pidió a Gustavo que sea el director de la radio, para ello había conversado previamente con doña Guadalupe Mantilla, quien estuvo de acuerdo. Desde que aceptó empezó a producir e hicieron radioteatro como “Los Dramas de la Pasión”, por la Semana Santa. Iniciaron con cinco capítulos de media hora. Libretó el guayaquileño Álvaro San Félix. Gustavo dirigía las obras.
Ahí hubo una anécdota, Gustavo pensaba que él podía protagonizar a Cristo. Estaba Elizabeth Escobar, Hernán Cevallos, René Torres, Edison Vargas Acosta era el narrador. Hubo un equipo con experiencia. El rato que se inició con la grabación “el Cristo no era yo, mi voz no era para personificar a Cristo”.
Gustavo alguna vez le había escuchado al libretista y actor guayaquileño cuando fue el protagonista de una obra dramática. “Me atreví a pedirle y casi me causa una separación, porque se enfadó. Le dije Alvarito no es por nada, pero yo quisiera hacer un casting con usted para la voz de Cristo”.
Álvaro le queda viendo con sorpresa. “Usted me va a hacer un casting a mí”. Gustavo le explica que no le tome por ese lado, sino que quiere escuchar cómo queda, pues en su imaginación tiene visualizados los dramas, por las imágenes que había visto en las películas de Hollywood, como los 10 Mandamientos, Ben Hur y eso lo quería trasladar a la radio.
“No le parece que es una falta de respeto”, le responde Álvaro. Gustavo le señala que no es así, porque fue él mismo que lo llevó a Radio Quito. “Yo le he dado trabajo porque sé que usted es valiosísimo”. El libretista le queda viendo y le responde ok. Le da el texto que fue escrito por el mismo actor, lo que ahora pedía Gustavo es la interpretación. Lo hizo muy bien, desde ese momento Álvaro aparte de ganar como libretista, ganaba como primer actor, es decir le pagaban un poco más que a los demás. Eso era como para palear un poco con el problema que se había metido.
Luego sucedió otro impase. “Usted me va a dirigir”, Gustavo le contesta que sí, que ya tiene la experiencia para hacerlo, además no hay dinero para pagar a otra persona. Se terminó la obra con buenos resultados.
El libretista guayaquileño, era el actor que nunca se equivocaba, ni con los libretos de otros autores. Era extraordinario como actor, libretista y director. Gustavo cuenta que una sola vez se equivocó en la grabación, todo el elenco festejó, hasta se fueron a tomar unos tragos. “Cuando se equivocó todo el mundo gritó cayó el tirano”, decían en forma de broma.
“Son historias que me pasaron solo a mí, porque había locutores de más categoría como Marco y Edison Vargas Acosta, Fernando Fegan, Pepe Guido… que nunca tuvieron esa oportunidad de manejar a gente tan capaz y extraordinaria en el micrófono”. Un mes la radio facturó 200 mil dólares, una cantidad bastante grande para la época. Gustavo siempre alternó entre las radios Nacional en la mañana y Quito en la tarde.
Canal 8 y la patita de Galerías Salinas
En una ocasión su gran amigo Jaime Moya Herrera le cuenta que el locutor y presentador de televisión, ya fallecido, Polo Barriga estaba desesperado en canal 8, porque necesita un locutor en off, estaban transmitiendo los toros y no hay quien diga “una patita de galerías Salinas al aire” ¿Quieres ir vos? Claro pues. Ahí le encontró a “Jorge Suárez Ibarra y Pedro Rivadeneira, que estaban de meritorios, pero no sé qué pasó”, indica.
Gustavo entró y Polo Barriga, que no era su amigo. Le dice usted es el amigo de Jaime Moya. “Siéntese ahí, tiene que hacer esto, esto y este otro”. Hizo lo que le pidieron y les gustó.
Entre semana le llamó el señor Leonardo Ponce Leiva, gerente del canal, quien calificó a su trabajo como excelente. “Cuánto le debemos”. No sé cuánto será, le responde Gustavo. De pronto surge una propuesta de trabajar los domingos desde las 11:00 hasta cuando termine la audición que era a las 24:00. Bueno, por qué no, le contestó.
Eso quería decir que ya trabajaba en Nacional, Quito y Canal 8, donde le pagaban 700 sucres. También le remplazó a Jorge Torres en el noticiero de la noche. Era asistente, de vez en cuando salía haciendo sorteos. Era el presentador del programa semanal que debían producir los canales cada semana que se llamaba “Nuestros Artistas”.
El canto, el saxofón y el buen oído
A Gustavo Cevallos Velásquez siempre le gustó la música y cantar. “A mí no me pasaban gato por liebre”. Tiene un oído muy bueno, muy fino, porque estudió música. Lastimosamente en esos años el dinero era escaso y no le podían comprar un saxofón, porque quería ser saxofonista.
Su profesor era Jorge Salgado, de la orquesta Salgado Jr. quien le dijo “mira aquí hay un solo saxofón y son como 40 alumnos, cómprate uno”, pero el instrumento musical costaba 15 mil sucres, era mucho dinero. Luego le sugirió que por lo menos compre la embocadura, la caña.
Así lo hizo le compró y empezó a practicar. El profesor le dijo: “Tú tienes buena embocadura y buen oído, vas a ser un excelente músico”, pero no se dio, porque no hubo dinero, pero sí afinó el oído. Hasta ahora no se le va una, es más cuando alguien canta y se le va una nota por ahí, enseguida regresa a ver.
Cuando estuvo en Canal Tropical calificaba la música que llegaba a la estación. Tuvo la oportunidad de conocer a varios grupos musicales: Los Hermanos Baca, Don Medardo y sus Players, Los Titos, El Quinteto América, La Salgado Junior, La Blasio de Guayaquil, Pepe Cobos, Gustavo Velásquez y los artistas que destacaban en esa época.
El género de la salsa nadie sabía todavía en esos años. “Yo empecé a poner la diferenciación entre el ritmo de la salsa, con la cumbia, con el paseo, con el porro. Esto no es Colombia, ni el Caribe, tampoco es Cuba o Puerto Rico, esto viene de Nueva York: Tito Puente, Jhony Pacheco…“.
Tanto es así que conversó con Alejandro Vásconez, su compañero, quien le dijo que esa música está pegando en otros lados. Eso se dio porque Gustavo tenía familia en los Estados Unidos y ellos le contaban sobre este ritmo. Los dos crearon a las 12:00 “La Hora de la Salsa”. Ya apareció la Fania All Stars, un grupo que tenía los mejores músicos de Nueva York y Puerto Rico. En la radio comenzaron a seleccionar los discos y tanto Gustavo como Alejandro ponían su señal propia para distinguir sus temas.
La Sonora Hermanos Baca y Don Medardo
Gustavo era amigo de Aníbal Baca, el pianista de la Sonora de Los Hermanos Baca, “es un hermano mío”, repite. En una ocasión en un baile le pidieron a Gustavo que anime, para él fue fácil porque ya lo había hecho y tenía experiencia. “Era pan comido”.
En esos años tuvo una competencia de buena fe con Alejandro Vásconez, quien era el promocionador de Eduardo Zurita y animador oficial de Don Medardo y sus Players. “Yo era el animador oficial de los Hermanos Baca y de Pascal Michelet”. Había una diferenciación entre los estilos de trabajo, insiste.
De la orquesta de Don Medardo le llevaban para que se ponga al frente del teatro donde iban a tocar y que equipare los instrumentos. Era la prueba de sonido. “Cómo estamos ahí. Espera el sonobox, tienes que subir, el ritmo está mucho, al cantante no se le oye…”.
Una vez Alejandro se tomó los tragos y el público estaba medio belicoso, en Esmeraldas. Le dijeron a Gustavo, por favor “échate una mano”. El locutor y presentador quiteño tenía otros conceptos como animador. Le había visto al animador del festival de Viña del Mar, Antonio Vodanovic, quien era extraordinario en el escenario y fue aplicando en su quehacer profesional.
Telecentro, Citra, Pascal Michelet y Mi otro Yo…
Los Hermanos Baca se dieron cuenta del talento que tenía Gustavo en el escenario y frente al micrófono, por ello le empezaron a llevar a las presentaciones como animador. Aníbal sabía que le gustaba cantar, porque el músico fue compañero en el Conservatorio de su hermano mayor Fausto Cevallos, que era concertista de guitarra.
Recuerda que una vez fueron a su casa a darle serenos a su mamá y Aníbal le dice ¿por qué no cantas? Le contesta que no. Gustavo tenía mucho recelo, pero a pesar de ello lo hizo. “Tocando, tocando me cante un tema”. Esa era la única canción que me salía bien, después siguió con unos cuatro temas, “no, más”.
Le llamaron a una audición en Telecentro-canal 10, porque ya habían visto su desempeño en Canal 8, la audición se borró. Le llamaron siete veces hasta que les dijo “yaff, creo que no van a encontrar más… Muchas gracias”. A los cinco minutos le llamó Abel Castillo, director de Noti 10, quien le pidió que vaya al día siguiente. Así lo hizo, desde ese día empezó a conducir el noticiero de las 19:00.
En eso se le ocurre al automovilista, presentador de televisión y propietario de Citra Publicidad, Pascal Michelet, hacer un programa por Navidad, por parte de la agencia a los clientes. Que mejor que música, porque a Gabriel y Alfonso Espinosa de los Monteros, les gusta cantar; las hermanas Patricia y Mónica Barba, también lo hacen y son hijas de Rubén Barba, autor del tema “A mi lindo Ecuador”.
Le llaman a Gustavo para una audición y participar en ese proyecto, que tenía como objetivo la beneficencia. Las regalías se entregarían a un ancianato, en donde las figuras de televisión iban a cantar.
Gustavo al inicio no quería, porque no se consideraba un buen cantante, además “yo no era una figura de televisión”. Después de conversar, aceptó y se trasladaron a Octavo Arte, el estudio de grabación de Citra Publicidad. Todos estaban tan emocionados haciendo los castings “que se olvidaron de mí”. El premio era una botella de Jhony negro de cinco litros.
Gustavo estaba contento de que no le llamen, para sí decía “yo ya me voy”. Cuando de repente se oye la voz de Aníbal Baca, que dice “falta el Gustavo”. Todos le pidieron que cante. Como el locutor ya sabía la canción. Empezó con el sonido del bolero “Contigo a la distancia”, empieza el piano primero después entra la voz. No hubo competencia, ganó “el otro yo”.
Cuando le tocó grabar se demoró unos 20 minutos, porque la canción era, Aunque me cueste la vida de Alberto Beltrán. “Quien más se demoró fue Carlos Vera. A Carlos Estévez le hicieron leer un poema”, comenta.
Al final se hizo ese trabajo, gracias al genio de Pascal Michelet, quien era un creativo, un gran amigo, un buen comunicador y propietario de una de las mejores agencias que tuvo el país, Citra Publicidad.
“Cosas que tiene la vida”, El humor y el gracejo criollo
Gustavo conoció a Mario Rodríguez, que le decían El Apóstol, uno de los libretistas de Ernesto Albán. “Nosotros teníamos un programa con Rodolfo Muñoz” quién fue su compañero en Canal 10, que se llamaba “Entre Amigos”. Apareció él, hacía un segmento “La cita con las estrellas, era un horóscopo político que se inventaba, pero tenía bastante sal quiteña y gracejo”.
Cuando estuvo en Radio Nacional del Ecuador, Gustavo creó un espacio de humor costumbrista que se llamó “Cosas que tiene la vida”. El primer libretista fue Juan Felton y luego inició Mario, quien no sabía libretar, solo escribía, porque es arquitecto. Sin embargo, poco a poco fue adentrándose en este mundo del libreto y guion, le direccionó Gustavo.
Luego pasaron a Radio Quito, donde tuvo un elenco de primera, una de las actrices más talentosas del país, Fanny Moncayo y la pareja de ella era Hernán Cevallos. Estuvieron también Terry Williams, René Torres, al final quedó Hernán, pero necesitaba otro personaje, que creó Mario y debía presentarse como un chagra, se llamó Severo Montaguano.
Probaron voces, pero no pegó. Hasta que Gustavo se acordó de su infancia, sabía imitar. Él era el personaje, lo hacía tan bien que muchas veces les borraba a los protagonistas. Tuvieron una presentación en vivo en la Casa de la Cultura Ecuatoriana. Gustavo no hace reír con libreto, sino que improvisa. Fue un éxito, pero cuando se salió del libreto “el Hernán y la Fanny se molestaron”.
Este programa lo llevaron a Ciespal y trabajaron para más de 100 emisoras. Gustavo lo dirigía, con los mismos actores, aunque se cambiaron algunos. Fanny tenía un carácter muy fuerte y se fue. Le llamaron a la actriz y locutora riobambeña Hilda Sampedro Valdiviezo, quien hizo el papel de Chavica. También formó parte del equipo Marcelo, hermano de Oscar Guerra (Sarsosa) actuó de esposo de la Chavica. En Radio Quito lo hizo René Torres, como Casto.
Recientemente grabaron en la casa de Gustavo, con Hilda Sampedro, Mario Rodríguez, algunos programas sobre “Cosas que tiene la vida” y se pasó por Radio Cobertura.
Así se hizo y leyendas y tradiciones
Gustavo tiene en sus archivos más de 70 voces de los artistas y ha realizado capsulas sobre ellos, se llama “Así se hizo”, donde hace la voz de anciano y cuenta cómo hicieron las canciones. Los protagonistas relatan cómo crearon los temas. Muchos de ellos dialogan con el director de radioteatro. Este espacio no dura más de tres minutos.
Además, tiene 26 cápsulas de tres minutos de Leyendas y Tradiciones, donde se cuenta la fábula. Puede ser del Gallito de la Catedral o la María Angula. Todo es actuado. Dice que eso entra a la gente de hoy que es muy veloz y no estamos esperando la media hora que tenía cuando se presentaba en Radio Quito, sino solo unos pocos minutos.
Libro Técnica de Lectura Interpretativa y locución
Desde que trabajaba en Radio Quito, Gustavo tenía un estudio, por la Contraloría, en el centro de Quito, donde dictaba talleres. Los alumnos iban y le solicitaban algún documento, para repasar. El locutor y presentador les daba una foto copia de los textos que él había realizado. Los talleres los ha dictado en casi todas las universidades del país, así como en la mayoría de las emisoras del Ecuador.
Siempre le pedían un respaldo para tener a mano ese conocimiento. Se puso a escribir, sigue escribiendo y no sabe cuándo terminará, pero ya es hora de terminar el libro Técnica de Lectura Interpretativa y locución. El director de Ciespal también le pidió que termine el texto, que ya le entregó al periodista Raúl Salvador, quien es el corrector de pruebas.
Libro se llama Técnica de Lectura Interpretativa y Locución, donde están las bases principales de la locución que se divide en cuatro partes: la persona que va a hablar en el micrófono debe tener una correcta pronunciación: articulación, dicción, vocalización y la más difícil entonación. “Si usted maneja estas cuatro pronunciaciones está dentro”. La locución le da la experiencia.
Asegura que cometió un error al darles a sus alumnos sus textos, porque ahora parece que llegaron a manos extrañas de personas que tienen escuelas. “Bien por ellos, quizá con eso aprendan, porque ahora me da pena con la gente de radio, que no se ha preparado para nada, ni siquiera para hablar en el micrófono”.
Cuando se graduó de licenciado en Comunicación iba a realizar la tesis sobre este tema, pero le atrapó el radioteatro, por ello está pendiente este trabajo.
Gustavo Cevallos Velásquez sigue en este hermoso trajinar de la locución y el radioteatro, a pesar del accidente que tuvo, un carro se le fue encima, le afectó sus piernas y su mano. Hoy le vino la fibrosis, pero tiene sus momentos buenos y ahí aprovecha para hacer lo que más le gusta escribir, locutar y actuar.
La radio siempre es su pasión, sigue “craneando” que más hacer, qué más producir. Destaca que antes le daban al locutor el valor que tenía, ahora si uno quiere hacer un programa de radio, primero le indican que se tiene que pagar. No sirve la calidad, trayectoria y conocimiento.
Yo siempre he sido bajo perfil y continuaré así… Soy muy consciente de las cosas que pasan, por ello sigue vigente en este mundo mágico de la radio…
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Iliana Cervantes Lima
Voces de la Radio