Edmundo Rosero Espinosa, el impulsor del radioteatro en el Ecuador

Foto: Izquierda, Edmundo Rosero Espinosa en 1947, es una fotografía tomada en Foto Estudio Wilson. Derecha superior, a inicios de la década de los 60, en Emisoras Gran Colombia, con Marco y Edison Vargas Acosta, Jorge Aníbal Salcedo entre otros. Derecha inferior, con Edison Vargas Acosta e Hilda Sampedro.

Es uno de los directores, autores, adaptadores y actores de radioteatro más brillantes que ha tenido el Ecuador. Nació en el barrio La Merced, en el centro de Quito, el 26 de abril de 1917. Estudió en la escuela Simón Bolívar de la capital ecuatoriana y la secundaria en el Colegio Francisco Javier, de Pasto- Colombia. Su carrera profesional se inició en 1947, como autor, guionista, director y actor de novelas que fueron adaptadas al radioteatro.

Edmundo Rosero Espinosa laboró en las radios Splendit, en 1947; Bolívar, de la familia Mantilla y cuto gerente era Arturo García, entre 1948 hasta 1952; Comercial, en 1952; Atahualpa, en 1953; Católica, dirigida por el padre Rojas, entre 1953 hasta 1954; Tarqui, de propiedad del profesor Gustavo Herdoiza León, de 1955 hasta 1958; Gran Colombia, de Eduardo Cevallos Castañeda, de 1959 hasta 1984, Vigía en 1985 y Nacional del Estado en 1986. Todos los dueños de las emisoras valoraban y respetaban el trabajo que realizaba el director de radioteatro, porque conocían la responsabilidad y mística en su labor.

Fue el creador y director de la Compañía Radio Teatral “Artistas Unidos”, cuyo elenco lo conformaban: Gonzalo Portugal, Jorge Aníbal Salcedo, Federico Terán, Eva Murillo, Víctor Vaca, Marcela Ordóñez, América Chiriboga, Marina Barahona, Carmen del Valle, Walter Falconí, Ana Barba, Lola Landínez, María Luisa Moncayo, Julián Termoux, Luis Sánchez, Lane de Gray, Augusto Cobo, Galo Destruge e Hilda Sampedro.

Fue director y actor de novelas y cuentos de autores nacionales y extranjeros que las adaptó al radioteatro, de obras nacionales fueron 17 y extranjeras 11. Fue el mentalizador, autor, director y actor de varios programas radiales infantiles, costumbristas, crítica sociopolítica, humor, deportivo, sociolaboral, ético-social, salud y tránsito.

Narró las procesiones de Jesús del Gran Poder y para hacerlo se documentaba, leía y escribía un guion. Cada procesión la relataba diferente. “Siempre trataba de darle otra visión y forma al contar el mismo hecho”, destaca su primera hija, Raquel Rosero, quien es periodista y comunicadora.

En 1940 ingresó al Ejército Ecuatoriano y en 1941 combatió en la provincia El Oro, sector del Chacras, durante la invasión peruana. En 1967 se retiró del Servicio de Administración General (SAG) como teniente.

Entre 1967 e inicios de la década de los 80 fue consejero de la provincia de Pichincha en las administraciones de Manuel Córdova Galarza, Álvaro Pérez Intriago y Patricio Romero Barberis. Militó en la Izquierda Democrática y fue amigo del ex presidente de la República, Rodrigo Borja Cevallos; y los exdiputados: Marco Landázuri Romo y Raúl Baca Carbo. Fue vocal, tesorero y vicepresidente de la Asociación de Ligas Deportivas Barriales del Ecuador, así como presidente de la Federación Nacional de Ligas Barriales del Ecuador (Fedenaligas)

A lo largo de su vida recibió condecoraciones de las Fuerzas Armadas, Congreso Nacional, de las parroquias y barrios a los que sirvió a lo largo de su vida pública. Dejó el borrador de un libro donde narra su vida.

Sus inicios

La niñez de Edmundo Rosero Espinosa fue difícil. Su madre, Zoila Hortensia Espinosa, falleció cuando le dio a luz y su padre, Daniel Rosero, murió cuando Edmundo apenas tenía siete años. Sus otros dos hermanos fueron llevados a Ambato por unas tías maternas, nunca más supo de ellos. Mientras que Edmundo se quedó al amparo de su tío paterno, Gustavo Narváez, quien le daba dinero para que se alimente y se compre el almuerzo, pero con esas monedas alquilaba libros, realizaba una lectura rápida y con lo que le restaba se cocinaba un morocho o alguna colada.

En la primaria ganó un concurso de recitación, se destacaba por su voz y facilidad en el manejo del escenario. Sin embargo, su tío en la desesperación por la situación económica de su sobrino, le motivaba a que estudie algún oficio, como sastre o zapatero, pero Edmundo amaba la lectura y la actuación. 

Su otro tío, era Monseñor, en la adolescencia lo llevó a Pasto (Colombia) donde estudió la secundaria. Allí pasó unos años, pero no se enseñó y regresó a Quito. A pesar de esta adversidad de la vida, “nunca torció su camino, porque una persona tan sola y falta de afecto era fácil irse por otro rumbo”, comenta su hija.

Esa pasión y avidez por la lectura desde niño, le fue abriendo muchos horizontes y la facilidad para escribir. Le gustaba el teatro e imitaba a las grandes voces de Argentina y Colombia que brillaban en esa época. Este talento era innato.

Siempre indicaba que una novela debe dar a conocer un espacio geográfico y un tiempo. Edmundo, a lo largo de los años, logró acumular un gran número de libros. Cerca de dos cuartos de su casa ocupaban los textos, él los leía todos. 

La radio

Edmundo Rosero Espinosa se inició en la radio en 1947  como director, guionista y actor de las novelas de su autoría que fueron adaptadas al radioteatro como: “El Milagro”, “Romel el pequeño”, “Desadaptados”, “Los Buitres”, “Barro Nuestro”, “La Culpable”, “La Paralítica”, “Ríe Payaso, ríe”, “Escalera al As”, “La culpa fue tuya”, “Los Contrabandistas”, “La vida es así”, Hijos del divorcio, “Al doblar de las campanas”, “La senda del odio”, “Bajo El Cielo de Quito”, “Así son los hijos», “Los espías”, entre otros.

Además, fue guionista y actor de novelas y cuentos de autores nacionales y extranjeros que las adaptó al radioteatro. Las obras nacionales fueron 17, entre las que constaban: “Árbol que no da fruto”, de Sergio Núñez; “Amar con desobediencia”, de Quintiliano Sánchez; “Luzmila”, de Manuel Rengel; “Pacho Villamar”, de Roberto Andrade; “Alma Mártir”, de Rafael Larrea; “La Mujer de tu prójimo”, de Carlos León; “Magda”, de Carlos Sevilla; “Malhechores de la Justicia, de Miguel Ángel Montalvo;  “Eladio Segura”, de Gerardo Gallegos; “Cumandá”, de Juan León Mera; “El crimen del silencio”, de Efraín Torres Chávez; “Camino de las Landas”, de Gustavo Vásconez; “La Tumba de dos amantes”; de Manuel  de Guzmán; “La tempestad”, de Sánchez Andrade, “Recluso 420,  de Alberto Endara; “El patio del Fakir”, de autor anónimo; “Fuego en la ciudad”, de César Espíndola Pino, entre otras.

De las obras extranjeras fueron 11. “La destrucción de un corazón” y “Amok”, de Stefan Sweig; Doña Bárbara, de Rómulo Gallegos; “La Casa de los cuervos” y “Flor de durazno”, de Hugo Wast; “Raza de bronce”, de Alcides Argüedas; “El final de Norma”, de Pedro Alarcón; “El traidor o falsa evidencia”, de E. Phillips Oppenheim; “Jugada del destino”, de Rafael Pérez y Pérez; “La divorciada”, de Pierre Mauriac; y “La Vorágine”, de Eustacio Rivera.

Compañía Radio Teatral “Artistas Unidos del Ecuador”

En 1948 creó la Compañía Radio Teatral “Artistas Unidos”, de la cual era su director. El slogan era “Por la Patria ecuatoriana y el arte nacional”. Los periódicos de la época: La Nación, La Hora y Plus Ultra apoyaron el trabajo de la compañía, publicando la información en primera página.

Los integrantes de la compañía eran personajes de élite: Gonzalo Portugal, narrador quiteño con una amplia experiencia, su voz era reconocida y valorada en el medio. Jorge Aníbal Salcedo, se caracterizaba por su temperamento artístico, era muy reconocido en la capital por su programa de poesía en Radio Atahualpa. Los quiteños Víctor Vaca Ibarra, quien era un estudiante infatigable que se convirtió en actor, agente y representante. Federico Terán Rivadeneira era un talento que se superaba día a día e interpretó a Juan Primito en la obra “Doña Bárbara”, de Rómulo Gallegos.

Eva Murillo era una joven actriz que enfrentaba la adversidad machista de la época, pero Edmundo reconoció su talento y apoyaba su trabajo, al igual que el de Marcela Ordóñez, que actuó en “Raza de bronce”, “Ríe payaso ríe” y “El traidor”, demostrando constancia y capacidad.

Radio Bolívar

Edmundo Rosero Espinosa decía que a una de las personas que se le debe agradecer, por el aporte al radioteatro en Ecuador, era al argentino-español Antonio Luján, de amplia experiencia en los escenarios internacionales. Dejó su talento en los escenarios de las radios más conocidas de la época. Dirigió en Radio Bolívar, de propiedad de la familia Mantilla, “El Violín del Gitano”, que causó mucho interés en los capitalinos. Lamentablemente el actor extranjero se peleó con el gerente de la estación quiteña, Arturo García, y se fue.

Arturo García le conocía a Edmundo Rosero Espinosa, por el trabajo que había desarrollado en el campo actoral y por haberle escuchado actuar en las radios Sport, Esplendid y Juventud, por ello le pide que sea parte de la radio capitalina.

Eran las 20:00 de un día de octubre, de 1948, cuando dirigió su primera obra “El Mal”, pero fracasó, porque según decía: “ni los actores ni yo habíamos logrado en las seis noches que duró la obra, hacernos amigos del micrófono”. Terminada la obra, presentó su renuncia al gerente de la estación Arturo García, pero no aceptó, más vale le ofreció apoyó para que siga e incluyeron actores con experiencia para seguir en este proyecto.

Luego llegó “Alma Mártir” que era de autoría de un académico imbabureño de apellido Levi, a quien le pidió la autorización para usar su texto. El escritor aceptó amablemente el pedido del joven director. Esta obra tuvo mucha acogida por parte de los oyentes, pero un jueves se terminó el libreto y Arturo García muy preocupado le pidió a Edmundo que escriba más sobre esa historia, para extender la radionovela, porque no podían quedarse en medio camino.

Ahí nació “Dilemas Humanos”, una creación en la que Edmundo Rosero Espinosa empezó a realizar los libretos se basaba en sus historias personales y de los amigos. Los plasmaba en los escritos y luego los transformaba en obras de radioteatro. La aceptación de los oyentes era grande, pero hubo un grupo de “expertos” que lo tachaban de desconocido y encima era ecuatoriano, esto era en referencia al director argentino-español, Antonio Luján, quien era muy reconocido en la capital ecuatoriana. En aquel entonces, había la idea de que todo lo importado era mejor. Sin embargo, Edmundo siguió siempre adelante, jamás claudicó y se adentró en las novelas ecuatorianas, acudió a las bibliotecas, para dar vida a los personajes de los libros. Inició el desfile con “Árbol que no da frutos” de Sergio Núñez, quien asistió a la presentación “oyó la actuación y le gustó”, destacaba en sus escritos el libretista y director de radioteatro quiteño.

Después se interesó en la novela “Amar en desobediencia”, del ambateño Quintiliano Sánchez, a quien le pidió autorización para hacer los libretos que se presentarían en Radio Bolívar.

A mediados del siglo anterior, diario El Telégrafo, de Guayaquil, publicaba obras literarias de autores ecuatorianos y Edmundo las leía y hablaba con sus autores para solicitarles su autorización para convertirlas en radioteatro, la mayoría, por no decirlo todos, lo hacían con agrado y le pedían la hora y el día de su emisión para escucharlo.

Hubo un tiempo negativo para esta radio y se cerró porque no se financiaba, tenía pocos auspiciantes y la publicidad era escasa. Esta emisora era de propiedad de la familia Mantilla y otros accionistas, quienes tomaron la decisión de cerrarla.

Radio Atahualpa H. C. L. C. 1

Después de dos años de trabajo se separó de Radio Bolívar pues no había publicidad. Se trasladó con todo su equipo de radioteatro a Radio Comercial, estuvo poco tiempo. Llegaron a Radio Atahualpa de propiedad de Carlos Larrea Córdova, quien era muy apegado al arte y la cultura, él comprendió la situación de la compañía y le “cedió gratuitamente el espacio de 30 minutos a los “Artistas Unidos que trabajaban por el arte de la Patria”.

Era finales de la década de los 40, el gerente propietario de Radio Atahualpa apoyaba con entusiasmo todas las iniciativas del actor y director quiteño. Cuando tenía que presentar una nueva obra siempre lo hacía con un avance que decía: “Pronto Los hijos del divorcio, intensamente humana, personajes reales de la vida nacional, con la magnífica interpretación de Artistas Unidos del Ecuador”.

En ese tiempo se estilaba que las emisoras difundan sus programas, a través de los periódicos. Uno de estos decía: “Emisoras Atahualpa H. C. L. C. 1. Presentan programas de calidad. Artistas Unidos del Ecuador, todos los días, de 08:30 a 09:00, de la noche.

Las más famosas novelas nacionales y extranjeras: Moralidad, arte, cultura y civismo. ‘Ser o no ser’, formidable programa crítico, constructivo y ameno. Todos los domingos de 08:00 a 08:30 de la noche. Sintonice siempre a Emisoras Atahualpa”.

Lo que se dijo de Edmundo Rosero Espinosa cuando la compañía cumplió tres años

En 1951 cuando la Compañía cumplió tres años de actividad, fue un día de fiesta para el radioteatro. Las felicitaciones se publicaban en los medios de comunicación impresos. Recibió saludos de diplomáticos acreditados en el país. El embajador de Bolivia, Gustavo Adolfo Otero, le dedica una carta agradeciéndole por haber tomado en cuenta una obra que tenía trascendencia en su país”, como es “Raza de Bronce”, una novela indigenista muy valorada en su país cuenta su hija, la periodista Raquel Rosero.

La publicación decía: “Edmundo Rosero Espinosa es un distinguido actor e intelectual ecuatoriano que ha plasmado en el radioteatro una obra muy querida y respetada de Bolivia”, Gustavo Adolfo Otero, Ministro de Bolivia en el Ecuador.

Otro texto señalaba: “Hago sinceros votos porque el éxito acompañe a estas transmisiones de carácter fraternal y de elevada cultura, en la labor que se han impuesto estos entusiastas y simpáticos artistas ecuatorianos desde Radio Atahualpa”: Pascual Coppano, canciller de la embajada Argentina en Quito.

Mientras que el escritor quiteño, Gustavo Vásconez Hurtado, indicaba que Edmundo Rosero Espinosa es un libretista inteligente y laborioso propagandista de la cultura ecuatoriana.

El escritor ambateño Carlos Sevilla, presidente de la Casa de Montalvo y autor de la novela “Magda”, aseguraba que Edmundo Rosero Espinosa es un mecenas a la moderna que con su talento artístico hace brillar a las novelas nacionales”.

Los auspiciantes de la Compañía Radio Teatral “Artistas Unidos del Ecuador”

En 1951, cuando la Compañía Radio Teatral “Artistas Unidos del Ecuador” cumplió tres años de actividad, tuvo muchos saludos en los periódicos, especialmente de los negocios del centro histórico. En el folleto, aparte del trabajo de los actores, se difundía también las bondades de sus productos: “Luminofoto Wilson, ubicada en la García Moreno 834, frente a La Compañía. “Una lente y un pincel que hará de usted su mejor retrato”.

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El mentalizador de programas radiales y Radio Tarqui

Edmundo Rosero Espinosa era un hombre que siempre se innovaba e incluía cosas nuevas en la programación de las emisoras de Quito, por ello fue autor, director y actor de varios programas radiales de distinto género.

Entre los principales podemos nombrar: “Escuela del Aire” (infantil), “Andanzas del Maestro Juanito” (costumbrista), “Ser o no ser” (Crítica sociopolítica), “Kuquita la secretaria” (humor), “Hablan las ligas deportivas barriales” (deportivo), “La voz del artesano (sociolaboral), “Álbum Policial en el Aire” (ético-social), “Campaña antidrogas” (salud) y “Educación vial” (tránsito), estas dos últimas las realizó en Radio Vigía, “La Voz de la Policía”.  

En Radio Tarqui, de propiedad del profesor Gustavo Herdoiza León, tuvo todo el apoyo para realizar su trabajo. Creó los libretos durante tres años para el programa costumbrista “Andanzas del maestro Juanito”. Estuvo en esta emisora desde 1955 hasta 1958. Además, con el dueño de la emisora actuaron en varias obras de radioteatro. Al profesor Herdoiza también le gustaba la actuación. Estas radioteatralizaciones se hacían con público.

El Director de Álbum Policial

En 1949, el Álbum Policial lo dirigía, primero, Leo Rivas, conocido como “El Duende Rivas”, en Radio Quito, quien luego viajó a México. En 1952, Guillermo Franco lo realizó en Emisoras Gran Colombia, pero por poco tiempo, porque tuvo otra propuesta y se fue a la Armada. Jaime Moya era el operador en esta estación, que era de propiedad de Eduardo Cevallos Castañeda. En este espacio se hacían dramatizaciones de crónica roja de los periódicos adaptándolos a la radio. Se transmitía en vivo y en directo.

A esta emisora llegó por pedido del propietario, a quien le gustaba el trabajo del director de radioteatro quiteño. Edmundo le dijo que aceptaba ir a Emisoras Gran Colombia, pero que le brinde toda la libertad para desarrollar su trabajo, pedido que aceptó el señor Eduardo Cevallos Castañeda.

En 1959, llegó Edmundo Rosero Espinosa como director y se reinició nuevamente el Álbum Policial con otro elenco conformado por América Chiriboga, Galo Destruge, Edwin Salazar, Edison Vargas Acosta, Hilda Sampedro, Walter Falconí, entre otros. Edmundo también actuaba. Se repasaba una media hora el libreto se sacaba al aire de 13:00 a 14:00. y por la tarde se hacían las novelas a las 16:00. También vino un productor guayaquileño, Chang Lee Poo, para el radioteatro, cuenta Jaime Moya.

Al final, el director del programa daba una moraleja que siempre se relacionaba con el programa emitido, era una especie de consejo o conclusión de este, señala su hija Raquel.

El narrador deportivo Edgar Villarruel Caviedes, quien fue su compañero y amigo en Emisoras Gran Colombia y participó en varias ocasiones en el Álbum Policial, manifiesta que el equipo que dirigía era sólido y duró más de dos décadas, hasta 1984, cuando Edmundo salió de la radio.  Lo califica como un profesional responsable y serio. “Ya no hay esos escritores en la radio actual. Lo considero mi amigo que hizo mucho por la comunicación”.  

Este programa se transmitía de lunes a viernes, al mediodía. Los actores y actrices eran muy hábiles y caracterizaban las voces de manera distinta, parecía como que había decenas de actores y actrices y no era así, eran solo cuatro: América Chiriboga, Hilda Sampedro, Walter Falconí y el propio Edmundo Rosero Espinosa.

En esta emisora hubo un cambio de mirada en torno a los nombres de las personas que actuaban, ya que en las otras estaciones los nombres de los actores iban al final, como material de relleno y sin relevancia, pero en Gran Colombia la cosa cambió, por disposición del propietario de la emisora, Eduardo Cevallos Castañeda, ahora el nombre iba al inicio.  La presentación decía: Emisoras Gran Colombia presenta “ser o no ser” bajo la dirección de Edmundo Rosero Espinosa, destaca la también actriz, Hilda Sampedro.

La gente creía todo lo que se decía en “El Álbum Policial”

Hilda Sampedro recuerda que, en una ocasión, al salir de la radio, luego del programa “El Álbum Policial”, un grupo de personas se acercaron a la radio, reclamaban y repetían que “como saben lo que yo dije, porque justo lo que yo le hablé a mi marido eso pusieron”. Señalaban que les iban a demandar porque cómo se enteraron lo que ella manifestó. “Quienes son los soplones que les están diciendo lo que yo hablé. Qué contacto tienen. La gente creía todo lo que se publicaba”. El libreto era tan claro que se identificaba al agresor o la agresora.  Edmundo tenía la educación militar, era muy puntual y justo. Como amigo insuperable comenta.

Hilda siempre actuaba como la víctima, la que lloraba, la que le atacaban y le agredían, siempre se adentraba en el personaje y como era tan parecido a la realidad, algunas personas les querían reclamar y hasta seguir juicio. A los oyentes que iban a la radio, se les recibía en el auditorio de la Gran Colombia, que quedaba en el edificio Pardo, donde les explicaban que eran actores y sus libretos se basaban en las crónicas rojas de los periódicos, en especial de El Comercio, Ultimas Noticias y El Tiempo…

Edmundo escribía los libretos y les daba a los personajes de acuerdo con el talento de cada uno de los actores y actrices. “El reparto era exacto”. El agresor, a veces, era Walter Falconí, otras Edgar Villarruel Caviedes, otras veces era el mismo Edmundo. La agresora femenina siempre era América Chiriboga.

En esa época, Álbum Policial era muy sintonizado en Gran Colombia, al igual que el programa Ronda Policial, en Radio Nacional Espejo, que se transmitía a las 05:45 y se reprisaba a las 18:00. Juan Felton realizaba los libretos para Radio Nacional Espejo.  Hilda y América Chiriboga grababan Ronda Policial y pasaban al Álbum Policial, en la Gran Colombia. Las dos emisoras estaban cerca, la una en la Esmeraldas y la otra en la Oriente en el edificio Pardo.

¿Cómo era el día a día de Edmundo Rosero Espinosa?

Edmundo Rosero Espinosa laboraba en el Ministerio de Defensa, que estaba ubicado en La Recoleta, en el centro sur de Quito, y también lo hacía para las emisoras. Se levantaba a las 06:00. Leía una noticia y escribía a máquina directo, no hacía a borrador, sino que continuaba fluidamente. “Muchas veces quedaba a medio hacer el escrito, porque tenía que llegar puntual al trabajo, a las 12:00 regresaba apresurado a la casa. Su esposa, María Olga Bedoya Morán, le tenía lista la comida. Terminaba de escribir y por las mismas salía a la radio”, cuenta Raquel.

Cada día subía más de 100 gradas en el edificio Pardo, donde quedaba Emisoras Gran Colombia. Esa agilidad le hizo que tenga buena salud hasta los 97 años, cuando falleció en 2014, recuerda su hija, quien indica que su padre tenía arraigados muchos valores y principios. La gente lo reconocía y le saludaba. Siempre había respeto para él.

La familia

Edmundo Daniel Rosero Espinosa siempre valoró a su familia y la quiso mantener unida y lo logró. A lo largo de su vida tuvo muchos reconocimientos profesionales, pero él decía que el más grande que tuvo era su familia. “Todos somos muy honestos, no perjudicamos a nadie, vivimos de nuestro trabajo y sin palanqueos ni ninguna otra actitud que no sea bien vista”, reitera su hija.

Con su esposa, María Olga Bedoya, se casó en la iglesia de La Magdalena, de los padres Josefinos, el 20 de octubre de 1944. Raquel indica que sus padres se conocieron porque su abuelita materna, Victoria Morán Recalde “regentaba unas siete haciendas de Los Grijalva, tanto en las provincias del Carchi e Imbabura.” María Olga Bedoya Morán, era la mayor y estudiaba interna en el Normal Carlos Zambrano, en Uyumbicho, actual parroquia del cantón Mejía, en la provincia de Pichincha. Los fines de semana regresaba a la casa con su hermana, Piedad Beatriz, conocida como “Coquita”, otras, en cambio, las visitaba su abuelita, quien un día le escribe a María Olga: “Hija te cuento que un señor bien guapo y educado, que siempre está con el libro debajo del brazo vino a arrendarnos unas piezas”.

María Olga cuando llegaba del colegio, le veía a Edmundo jugando barajas, con su hermana menor. Raquel indica que su mamá se enojaba y le pedía a su hermana “que no tiene que irse a meter ahí. Parece que mi papá ya le estaba mirando a mi mamá hasta que la relación se hizo un poco más sería, pero mi abuelita no sabía de esto”.  Decidieron casarse, pero el día de la boda el funcionario del Registro Civil, le dijo que no puede hacerlo porque era menor de edad y debe tener la autorización de sus padres.

Su abuelita le preguntó y con quien te vas a casar y le contesta “con el señor alhajito que me dijiste”. Ese matrimonio duró más de 60 años y tuvieron siete hijos: Raquel, Galo (fallecido en un accidente de tránsito), Laura (es psicóloga y vive en Ibarra), Marco (trabajaba en Patrimonio) también fallecido, Mario, Judith e Iván.

El ejemplo que dejó Edmundo Rosero Espinosa es que, aun no teniendo la posibilidad de sobrevivir por su soledad infantil, lo hizo con éxito y mucho sacrificio, destaca Raquel. Todos sus hijos se sienten orgullosos del legado que dejó. La honestidad, su trabajo incansable en las producciones de radioteatro, porque formó a muchos actores y actrices, además se caracterizó por su infinito amor hacia Quito y la provincia de Pichincha.

Cuando salía a caminar por el barrio que siempre vivió, la Villa Flora. En sus últimos años de vida se sorprendía porque ya no miraba a sus amigos y conocidos. Le preguntaba a su hija ¿Por qué ninguno de mis amigos aparece? Su hija le contestaba que él era bendecido, porque Dios le permitió vivir más años y disfrutar de su familia y amigos.

 

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Iliana Cervantes Lima

Voces de la radio

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