Gustavo Vega Delgado, el académico que vive la música 

Foto: Izquierda: Dr. Gustavo Vega Delgado en 2019 en una entrevista para la revista Diners. Derecha superior, en 2019 con Jorge Baeza, Hugo Gómez y Pablo Solines. Derecha inferior, En el 2021, en el lanzamiento del libro “Capítulos que se le olvidaron a Carlos Cueva Tamariz”.

Durante varias décadas, ha estado ligado a la academia, medicina, psicología, filosofía, pedagogía e investigación. Gustavo Vega Delgado en 1997 ingresó a la política, ya que fue parte de la Asamblea Nacional Constituyente, que se reunió en la Academia de Guerra, en Sangolquí. Pidió permiso a su Alma Mater, la Universidad de Cuenca, y por seis meses se trasladó a la capital. Ese espacio también compartió con los rectores de las universidades de Loja, Guaranda y Andina Simón Bolívar, de Quito: Guillermo Falconí Espinosa, Gabriel Galarza, Enrique Ayala, respectivamente. Allí aprobaron la crearon el Consejo Nacional de Educación Superior (Conesup) y el Consejo Nacional de Evaluación y Acreditación de la Educación Superior (Conea). Además, fue presidente del Consejo Nacional Electoral (CNE) transitorio.

Hay una faceta de este intelectual cuencano que poco se conoce, pero que ha sido determinante en su vida: su apego a la cultura y la música. Cuando tenía 28 años viajó a Montreal – Canadá para estudiar dos maestrías en la Universidad de MacGill: una en Psiquiatría y otra en Música. Esta institución superior tiene una escuela de música emblemática, la Academia Santa Cecilia, santa considerada como la patrona de la música.

Su tesis de psiquiatría fue sobre el alcoholismo de los migrantes, porque según manifiesta en una entrevista que le ofreció a Pablo Cuvi, en 2019, “en Cuenca y Loja hubo una cultura de alcohol muy fuerte. No respetaba clases sociales y el consumo era anonadante, a veces apocalíptico” y esto se ve reflejado en la música.

Hablar con este ilustre cuencano, que nació en 1949, es acercarse un poco a quienes fueron los grandes músicos de la historia, como: Frédéric Chopin, Franz Schubert, Piotr Ilich Chaikovski, Ludwing van Beethoven y Wolfgang Amadeus Mozart. De este último asegura que fue capaz de producir obras a los tres años. “Daba conciertos desde los cinco años a los reyes, monarcas, gobernantes y artistas, porque los grandes músicos son privilegiados desde la infancia”. Asegura que, en el caso de Ecuador, “se puede hablar de Paco Godoy Aguirre, casi es una labor genética porque se hereda la afición y el talento de los padres y los abuelos”, repite.

La generación de los Bach, por ejemplo, tuvo varias oportunidades familiares de recrear la música. No solo Johan Sebastian Bach, sino los hijos, quienes fueron de una “productividad inmensa”. Ese es el caso similar de los músicos ecuatorianos que su arte lo llevan en la sangre cosechan los talentos de sus antepasados.

Gustavo Vega Delgado, no solo es conocedor de la música clásica, sino también de la nuestra, la nacional. Habla de los villancicos cuencanos. Además, insiste en que hay que recuperar las coplas que son parte de la identidad. No se olvida de los músicos y compositores, como Arturo Vanegas, Francisco Torres Oramas, Enrique Espín Yépez, Francisco Paredes Herrera, Salvador Bustamante Celi, Segundo Cueva Celi, Álvaro Manzano, Juan Campoverde, Boris Cepeda… Dice que la música es una sola. Lo clásico y lo popular siempre van juntos. Insiste que el arte la cultura sin la música es huérfana.

Creció junto a la música

Cuando era niño, vivió en la calle Bolívar, entre Padre Aguirre y General Torres. Su casa, donde también estaba la Clínica Vega, que era de propiedad de su padre, estaba “codo a codo” con el Conservatorio de Música de Cuenca. Eso le facilitaba para que, en las tardes, cuando terminaba la jornada escolar, pase por el lugar para estudiar piano, acordeón, órgano de pedal y guitarra. Sus profesores fueron músicos de trayectoria, como Arturo Vanegas y Francisco Torres Oramas. Ese lugar era una especie de cantera, de semillero para la música y eso “contagio mi espíritu desde temprano”.

Su madre Cristina Delgado Carrión, quién falleció hace unos meses a los 102 años, le enseñó a tocar el piano cuando apenas tenía cuatro años. Ella tocaba música por partitura y en esa senda siguió Gustavo, quien con el pasar del tiempo creó algunas composiciones musicales.

Cuando fue rector de la Universidad de Cuenca impulsó el desarrollo de la Orquesta de Cámara de Universidad, que ahora es la Orquesta Sinfónica. En esta misma institución superior tuvo la oportunidad, con el respaldo del Consejo Universitario, de inaugurar la Facultad de Artes, porque antes las expresiones artísticas estaban diseminadas en otras facultades. Ahí la integraron en una sola y salió humo blanco para la música, la danza, y el teatro. También para la fotografía, el video, las artes plásticas la escultura y la pintura.

Gustavo Vega Delgado asegura que la Facultad de Artes de Cuenca es tan significativa, por ello es una de las principales del país. “La ciudad de Cuenca posee distintas formas de expresión artística continental”, por ejemplo, la Bienal Internacional de Pintura, en buena parte se debe a la fibra, a la médula, al numen que tienen los artistas de la urbe, en buena parte formados en la Facultad de Artes y antes en la Facultad de Artes y Oficios Remigio Crespo Toral de la Universidad de Cuenca.

El arte y la cultura, sin la música, es huérfana

El actual rector de la Universidad Internacional del Ecuador (UID) asegura que el arte y la cultura sin la música es huérfana. “Creo, como Ludwig van Beethoven, que la revelación más grande, para el espíritu humano y más aún más grande que la Filosofía y las ciencias es la música”. La “Oda a la alegría”, fue escrita por el poeta y dramaturgo alemán, Friedrich von Schiller, Beethoven al conocer la obra la musicalizó inmediatamente.

Señala que el último movimiento de la sinfonía novena, la coral, se convirtió con el tiempo en el Himno de la Unión Europea. Su estreno se realizó en la Navidad de 1989, frente al caído Muro de Berlín, Leonard Bernstein, dio el concierto, para celebrar este acontecimiento histórico. Este músico nació en Massachussets, en 1918, fue director de la Orquesta Filarmónica de Nueva York y creador de obras como West Side Story, que se tradujo en español en versión de cine como “Amor sin barreras”. Protagonizada por Nathalie Wood, Richard Beymer, Rita Moreno, entre otros… Narra la lucha entre bandas entre portorriqueños y neoyorquinos, en el lado oeste de la costa de Nueva York, en el lado más perverso del lumpen en tiempos de la segunda parte del siglo XX, comenta. 

Leonard Bernstein es nieto de judíos ucranianos que migraron a los Estados Unidos. “Yo diría también que sin la música no se puede vivir. Es un don tan preciado que el paladar del espíritu lo cosecha a raudales”. Esta obra musical sigue vigente a más de dos siglos de creada. La música da vida…

Educación sin cultura es un coloso con pies de barro

Gustavo Vega Delgado señala que en la Universidad Internacional del Ecuador (UIDE) se ha dado mucho impulso y apoyo, para que se realicen las artes. “Yo creo que la universidad, y la educación en general, sin cultura es un coloso con pies de barro”. La educación se fundamenta en base a la cultura que es el intangible “que tenemos todos los humanos adentro y que es necesario desarrollarlo, explotarlo”.

Para que los niños y jóvenes se formen con personalidad múltiple y transversal, las artes les da la capacidad de sentir amor por la vida, insiste el académico, quien asegura que “no podemos ser solamente mecánicos de cada disciplina. No podemos ser expertos en derecho, medicina, arquitectura, es decir muy técnicos, a lo mejor altamente desarrollados en innovación en cada rama de las ciencias. Si no le acompasamos el papel que juegan las artes, no llegamos a la meta”. Por eso quizá Pitágoras no era solamente un matemático, no solamente fue un filósofo. “Era un músico, porque para él la música era una matemática inconsciente, bien pensada a través del ritmo”, insiste.

Enrique Espín Yépez, el pasillo en dos tiempos

Destaca que en el caso del Ecuador hay figuras impresionantes en la historia de la música. Cuando fue embajador del Ecuador en México, del 2000 al 2003, hizo amistad con la familia del compositor quiteño Enrique Espín Yépez, quien ya había fallecido. Fue el autor de los viejos pasillos de dos tiempos. El pasillo ecuatoriano se hereda de Colombia, que es rápido para bailar y alegrarse. Cuando el pasillo pasa al Ecuador, en la primera etapa se constituye en pasillo en dos tiempos, el uno lento para meditar, reflexionar y llorar, y el otro momento o tiempo para danzar, bailar, alegrarse y reír.

Espín Yépez es uno de los compositores ecuatorianos que tuvo mucho éxito en el país azteca. Fue profesor del Conservatorio de Música de México, que está situado en la capital en Colonia Polanco. En el mismo lugar donde está la sede permanente de la embajada de Ecuador en ese país. Él fue el creador del pasillo en dos tiempos.

Uno de los temas emblemáticos del Ecuador es “Pasional”. La letra y música le pertenecen. Con él, muchos talentos musicales han estado ligados a la academia como el ambateño Álvaro Manzano, premio Eugenio Espejo, quien falleció en febrero de 2022. “En la Sierra Centro se han formado estelares de las artes, como Paco Godoy, de Riobamba y Álvaro Manzano, director de la Orquesta Sinfónica de Quito. Gran creador, quien después de haber vivido en Rusia cosechó de la influencia de los músicos de ese país de última generación sobre todo Aleksandr Borodin y Dmitri Shontakóvich y Nikoái Rimski-Kórsakov

Francisco Paredes Herrera, el mayor compositor musical

Manifiesta que es necesario destacar la trayectoria del mayor creador de composiciones de la música ecuatoriana, Francisco Paredes Herrera, quien nació en Cuenca en 1891, pero desde 1920 se trasladó definitivamente a Guayaquil, donde falleció, el 1 de enero de 1952. Al pasillo “Con el Alma en los labios”, escrito por el guayaquileño Medardo Ángel Silva, que es un verdadero un himno existencial del Ecuador, Francisco Paredes Herrera le puso la música. Por ello, se lo conoce como “El rey del Pasillo Ecuatoriano”.

Otros de los temas del compositor musical cuencano son: “Horas de Pasión”, “Manabí”, “Rosario de Besos”, “Cómo si fuera un niño”, entre otros…

El académico indica que el Ecuador tiene compositores de mucha versatilidad, inteligencia y dimensión internacional. No obstante, muchos de ellos han migrado “porque esta es una tierra madrastra que no siempre trata bien a sus hijos”. Ejemplos: Juan Campoverde, quién vive en los Estados Unidos; Mesías Maiguashca, quien reside en Alemania. Otro es el mejor pianista de la historia clásica de Ecuador: el quiteño Boris Cepeda, quien, con su esposa, Katja, ejecutaron a dos pianos una composición inédita en la Casa de la Música en Quito. Cuatro manos dos pianos, cuyos lutieres también son cuencanos, la familia Verdugo. Los únicos que han producido la artesanía creativa de pianos de cola. Los esposos hicieron una presentación sobre obras inéditas de Franz Liszt en versión de piano de obras acogidas por el compositor húngaro, a partir de la creatividad de Beethoven.

En el austro ecuatoriano también existen lutier, artesanos, constructores de piano. Los Uyahuari, cuyo ancestro está en San Bartolomé, el cantón Sígsig del Azuay   son creadores de instrumentos de cuerda: guitarras, violines violonchelos, violas…  

“Si quiere que cante y baile, denme un trago primero”, dice una copla popular. Guaranda es rica en la producción de coplas aplicables al Carnaval y a la luz de la antropología. Para Gustavo Vega Delgado, es el Carnaval más bello que tiene el Ecuador, en donde la música y la literatura se unen para crear un género musical combinado.

Cada rincón del país tiene sabiduría musical y quizá la capital musical actual del Ecuador es Loja, con compositores como: Salvador Bustamante Celi, de quien se ha heredado los famosos villancicos que los niños y los adultos mayores cantan en tiempos de Navidad. También Segundo Cueva Celi. “Loja es música andante sobre todo cuando en los meses de noviembre y diciembre realizan el Festival de las Artes. Loja es una potencia cultural y particularmente musical”, acota.

Convertir a la música en política de Estado

Con respecto a la música en el Ecuador, sostiene que tiene una sensación de que se hizo una sinfonía inconclusa, porque algo está faltando, algo hay que completar. “Tenemos realizaciones, pero más son las frustraciones. Hay que trabajar mucho en favor de la cultura. Esas frustraciones se curan despertándose del sueño y trabajando intensamente”.

El pintor cubista español, Pablo Picasso, solía decir que la inspiración sí existe, pero que te sorprenda trabajando. Gustavo Vega Delgado destaca que es una frase que denota que, en el caso del país, hay mucho por hacer. Se necesita convertir a la música en política de Estado. Esa labor implica una deuda. “Tenemos una deuda con el futuro del Ecuador en esta materia y hay que seguir trabajando en ello”.

Lo clásico y lo popular siempre juntos

Una brillante contribución alemana con Quito se produjo con la donación de la Casa de la Música. Los esposos Hans Neustaetter y Gisela Tolziner, quienes no tuvieron descendencia, su herencia fue entregarle a la ciudad La Casa de la Música, un escenario que tiene la capital y el Ecuador para las distintas formas de arte. Además, ahí se imparten cursos, talleres, conferencias; se preparan los niños desde temprana edad “para el paladar del espíritu”.

Es el escenario para la más alta capacidad de la música académica, pero también para la música popular, la música nacional. Señala que la música clásica está alimentada siempre de la música popular. La sexta sinfonía de la pastoral de Beethoven tiene un pasaje de unos movimientos que se llama por el arroyuelo, son músicas captadas del Folklor popular de Alemania. Poitr Ilich Chaiconvski basaba sus obras con leitmotivs populares. Manifiesta que la música académica y la popular no están en controversia, ni en pugna. “Por el contrario, se unen y se dan la mano, porque son parte del patrimonio del espíritu”.

Los migrantes y la música

Su tesis de psiquiatría, en Montreal, realizó entrevistando a un grupo de ecuatorianos. “Nadie como los migrantes para paladear más el país, mucho más que aquellos que no hemos migrado y estamos al pie del capulí”. Los migrantes ecuatorianos aman al país profundamente. Han tenido que salir porque no tuvieron oportunidades de trabajo y empleo.

 “En una antigua composición poética Luis Cordero, el botánico, el quichuista, el poeta, el científico, el presidente de la República decía: Rimini llacta, rimini. Voy a vivir Patria mía en un lugar distante y lejano, porque, esta, en vez de ser mi madre, es mi madrastra”.

A los migrantes, cuando se los entrevista, lo primero que hacen es atender cuando llega un coterráneo, brindarle un cafecito bautizado con Shumir y luego un pasillo o un yaraví como música de fondo, para llorar, pero también para añorar y establecer nostalgias de su patria lejana ya, reitera.

Una de las razones por lo que no hay en Ecuador la cultura del mecenazgo es porque no hay una visión de inversión en la cultura, el arte y la música. “Creemos que solo hay que invertir en la empresa, en la economía, pero no en las empresas culturales”, por eso en estos dos años de pandemia las empresas culturales han muerto. No pueden presentar en tablas sus dramas, su comedia, su ballet y galería de arte. “Herida de muerte en tiempo de pandemia. Necesitamos persuadir a empresarios, emprendedores, agentes que tienen poder económico a que inviertan en arte, que además es un buen negocio no solamente es un alimento para el espíritu, porque el arte produce millones de dólares”, asegura.

Los villancicos cuencanos y el Pase del Niño

Gustavo Vega asegura que no recuerda que los villancicos cuencanos hayan sido auspiciados, después que la Universidad Católica de Cuenca sacó un disco solo de villancicos morlacos en ritmo de 3 por 2, por tanto, es importante los mecenazgos de dentro y fuera. Siempre son necesarios para el arte, la cultura, y en particular para la música.

Sobre las razones por las que no son conocidos estas interpretaciones en el país, indica que en el Ecuador hay una vocación doméstica, hay miopismo, porque no hay la capacidad de mirar lejos, indica. “Yo diría que, precisamente, por esas personalidades cerradas y herméticas de cada región del país, nos deleitamos con la productividad que tienen sus hijos, pero no los exportamos, en el caso particular de Cuenca, el villancico cuencano. No tienen el mismo esquema de aquellos que fueron creados con letra y música por Salvador Bustamante Celi, en Loja, son distintos”.

Es interesante analizar dos acontecimientos que tiene la ciudad de Cuenca: el uno es el Pase del Niño, que el 24 de diciembre mueve multitudes en la ciudad, porque vienen delegaciones de todas las parroquias rurales con sus mayorales, con sus decoraciones y vestimentas, sus bandas de pueblo a inundar la ciudad. “Es una toma de la ciudad por parte de los sectores urbano-marginales y rurales”. Se concentran más o menos unas 150 mil personas. Doña Rosa Pulla Palomeque fue su principal impulsadora, hasta que falleció en el 2007. En los últimos dos años hubo esta tradición, por las restricciones por la pandemia de la Covid 19. El otro pase del niño se realiza el segundo sábado del mes de enero. Lo lleva a cabo doña Lulú Torres Ochoa. “En estos eventos la música es la invitada de rigor, los villancicos cuencanos suenan a raudales y las bandas de pueblo son las maestras en ejecutarlas”.

Lulú Torres Ochoa es sobrina de la famosa educadora de niñas de Cuenca, Dolores J. Torres. “Una mujer valiente que luchó contra el machismo, la visión patriarcal y fue capaz, siendo graduada normalista, de educar en la escuela 3 de Noviembre a las niñas y darles como cátedra gimnasia. En esa época donde era pecado mortal que las niñas hagan gimnasia. Era algo erótico, rayante en el pecado mortal. Fue capaz de enseñarles matemáticas, en una época donde creían que las mujeres no estaban preparadas para la aritmética. Era una mujer inusual”.

El investigador y académico cuencano asegura que seguirá apoyando el arte, la cultura y la música “porque somos arrieros del camino donde nos encontramos. Seguimos siendo bohemios en el sentido original de la palabra. Amamos el arte y creemos que es parte esencial de la espiritualidad”. Asegura que la felicidad es una búsqueda permanente y se la logra con el servicio a los demás.

 

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Iliana Cervantes Lima

Voces de la Radio

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