Foto: Izquierda, Fausto Mejía Carbo en los transmisores de Radio Nacional en Puengasí, al suroriente de Quito. Derecha superior, en 1960, con el locutor Jorge Carrera Viteri, cuando recibían a las delegaciones para la reunión de la OEA en la capital. Derecha inferior, con el locutor Jorge Zaldumbide Cáceres, el operador Jorge Vaca, el locutor René Torres, el conductor y operador remoto de Radio Nacional, Jaime Hidalgo, así como Miguel Peñaherrera colaborador de emisora.

Es uno de los ingenieros de sonido más recordados de la radiodifusión ecuatoriana, por su capacidad de crear emisoras con una señal nítida, en una época cuando la tecnología no era tan desarrollada como en la actualidad. Fausto Mejía Carbo nació en Quito el 16 de febrero de 1926. Sus estudios primarios los realizó en la Escuela Anexa Guayaquil vespertina, los secundarios los culminó en los colegios San Gabriel y Central Técnico, donde se graduó como técnico superior en radio, ahí construyó su primer transmisor de tubos. Su pasión por la parte técnica reforzó su amistad con los ingenieros Al Holvart y Luigi Rotha.

Fue amigo de los radiodifusores: Arcesio Arcentales Rubio, propietario de Radio Noticia, en el dial 785 en Amplitud Modulada.  Daniel Álvarez Tenorio, quien proyectaba que Radio Iris se escuche a escala nacional, así como Oswaldo Granizo, un empresario turístico riobambeño, propietario de la emisora Inti Raymi, que estaba ubicada en el sector de Granilandia, por la Mitad del Mundo. Su trabajo fue reconocido y valorado, por la concepción técnica al poner en funcionamiento a varias emisoras en Quito, Guayaquil, Ambato, Riobamba, Azogues, El Puyo, Loja, Portoviejo e Ibarra.

Fausto Mejía Carbo apoyó técnicamente en la creación de los sistemas de comunicación de las Fuerzas Armadas, avaló varios procesos electorales y dos censos nacionales en el Ecuador. Fue el primer presidente del gremio de técnicos de radio en Ecuador.

Ayudó, con algunos radioaficionados, a recuperar la señal del desplazamiento del navegante español Vital Alsar Ramírez, quien es conocido por cruzar el Océano Pacífico en balsa en 1973. Era la misma ruta que cumplieron los indígenas huancavilcas entre Australia y Ecuador.

Es el innovador, en la parte técnica, de la radio en Quito y el Ecuador. Sus padres Carlos Mejía y Leonila Carbo, lo apoyaron en su sueño de crear emisoras. Siempre estuvo rodeado de cables, postes y transmisores. Su infancia la vivió en La Chilena y luego en el barrio La Tola, en pleno centro de la capital.

Su afición por la radio la desarrolló en su adolescencia, a finales de la década de los 40 del siglo anterior, cuando se subía a Los tanques de agua de El Placer y desde ahí observaba a la Carita de Dios y se imaginaba cómo podría llegar su voz a las casas de la ciudad.

Fue parte de las radios Javier, Punto 4, Victoria, Nacional Espejo, Emisoras Gran Colombia, HCJB donde estuvo dos veces, pero la pasión de su vida fue Radio Nacional del Ecuador, que tuvo como directores a don Carlos Espinosa de los Monteros, padre de Alfonso, Gabriel y Renato. El radiodifusor imbabureño hacía los avances de la estación.  Ahí estaba otro genio de la actuación y los libretos el guayaquileño, Carlos Benavides Vega, cuyo seudónimo era Álvaro San Félix.

En las décadas de los 60 del siglo anterior, el técnico ya hablaba de un sistema de ecualización de sonido. En esos mismos años, Fausto Mejía Carbo, recibió la invitación del Gobierno de la época para ser parte del equipo de Radio Nacional del Estado, ahí puso en práctica todos sus conocimientos. Creó y estructuró un sistema y equipos de transmisión a distancia, a partir de un estudio móvil. Eso cambió la mirada de hacer radio hasta ese momento.

Radio Nacional cubría los encuentros de presidentes. En una ocasión, los mandatarios de Colombia y Ecuador se reunieron en el puente de Rumichaca. Fausto al revisar la conexión observó que uno de los postes se cayó, para solucionar esta falla, el técnico utilizó los alambres de púas, que servían como seguridad en las haciendas de la zona. La transmisión salió perfecta. El ingeniero de sonido “era el encargado de manejar el equipo transmisor que se desplazaba a varios lugares del Ecuador para los eventos deportivos y automovilísticos y lo hacía muy bien, por ello tenía la confianza de los dueños de las emisoras”, recuerda el técnico y sonidista, Jaime Moya Herrera.

Era el técnico más reconocido, no solamente por su entorno, sino por los mandatarios del Ecuador, porque trabajó directamente con los presidentes de la República: Carlos Julio Arosemena, Otto Arosemena Gómez, José María Velasco Ibarra, Clemente Yerovi Indaburu, Guillermo Rodríguez Lara y con los alcaldes de varias ciudades, especialmente de Quito. Fausto sugirió la creación de la Sala de Prensa de la Presidencia de la República, pero dentro del Palacio de Gobierno, para que los pocos periodistas de la época, especialmente de radio, puedan tener un espacio para trabajar.

Radio Nacional pasaba las campañas cuando los presidentes iban a la reelección. Fausto, con el equipo de la emisora, se movilizaban por todo el Ecuador. Un día el Presidente Velasco Ibarra le preguntó ¿señor Mejía que le pareció el discurso? Eso se daba porque el cinco veces presidente del Ecuador confiaba en su criterio.

Hubo mandatarios que mejoraron las capacidades técnicas, operativas y de trabajo de radio Nacional, a Fausto Mejía nunca le toparon, ni le cambiaron de lugar. Eso fue ratificado cuando el periodista Oswaldo Paz y Miño, fue nombrado jefe de la oficina adjunta de Información de la Presidencia de la República, quien dio a conocer sobre el proceso de reorganización de la estación, pero ahí no constaba el nombre del técnico quiteño.

Los trabajos eran sin horario, las jornadas laborales se extendían por días o semanas, porque se dependía del entorno climático o sucesos como el que sucedió en 1970, cuando dinamitaron las antenas de Radio Nacional del Ecuador, que estaban ubicadas en la Loma de Puengasí, al suroriente de Quito, los trabajos de reparación duraron unos dos meses. Nunca se supo quien fue el autor del atentado.

Fausto creó la estructura técnica de HCJB que fue la primera emisora que trajo un sistema autónomo de generación de energía. La primera vez que salió de La Voz de los Andes fue para vincularse con Emisoras Gran Colombia, de propiedad de Eduardo Cevallos Castañeda. Fausto Mejía Carbo fue el pionero de las transmisiones de eventos deportivos y artísticos a distancia. Esta radio lideró esos trabajos, pues transmitía desde el mismo lugar de los hechos. La programación fue un éxito.

El radiodifusor Gerardo Brborich Hidrobo le pidió ampliar el alcance de Radio Nacional Espejo. La idea del visionario y propietario de la Cadena Amarillo Azul y Rojo del Ecuador era llegar hasta Machachi, Sangolquí, Cayambe y otros lugares cercanos a la capital ecuatoriana. Así lo hizo y con una señal nítida.

Siempre trató de compartir sus conocimientos, por ello realizó varios cursos de su especialidad con AER, que en ese año era dirigido por Eduardo Cevallos Castañeda. Los técnicos que acudieron a estas capacitaciones fueron Jaime Moya Herrera, Alonso Jácome, Jorge Andino, Fausto Montalvo, Jaime Pullas, entre otros. Participó en cursos de CIESPAL y la UNESCO. Fue parte de un intercambio estudiantil con la universidad de Pittsburg en los Estados Unidos, donde obtuvo un título de técnico en telecomunicaciones especializado en radiodifusión.

A Fausto Mejía Carbo siempre le interesó que sus hijos conozcan el mundo de la radio. A Fausto y Marcelo los llevó a los transmisores para que vean cómo era su trabajo, ahí pudieron observar lo ardua de la tarea para lograr poner al aire la señal de la radio. Quizá ahí nació el apego a la comunicación de su hijo mayor, Fausto, un reconocido periodista de la capital, quien califica a la tarea que efectuó su padre como muy sacrificada, porque hubo largas ausencias de su casa, pero la meta era cumplir, por ello rechazó muchas oportunidades laborales, por dedicarse con pasión a radio Nacional. Lo hizo bien, no solo con la emisora del estado, sino con muchas del país. Siempre hablaba de que hay que cumplir ciclos, para iniciar otros.

Sus hijos: Fausto, Marcelo, Inés, Ximena y María Elena, así como su esposa, Inés Morales Quirós, siempre comprendieron su pasión por la radio, hasta cuando Fausto Mejía Carbo falleció en 1975. Tenía solamente 49 años. Estaba en su mejor momento profesional.

El general Guillermo Rodríguez Lara fue muy solidario en esos momentos. Hubo el apoyo económico, para la compra de una casa en el sector de San Carlos, al norte de Quito, que fue construida por el Banco Nacional de la Vivienda, en donde vivió su esposa, Inés Morales Quirós, hasta que falleció en 2023.

El legado de Fausto Mejía Carbo está en las emisoras que creó y apoyó con su conocimiento técnico, pero sobre todo por la pasión y esfuerzo que puso en todos sus trabajos.

 

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Iliana Cervantes Lima

Voces de la Radio

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