La voz de Blasco Moscoso Cuesta recorrió las canchas de Ecuador y el mundo
Foto: Izquierda, Blasco Moscoso Cuesta como oficial de la Policía Nacional en la década de los 40. Derecha superior, con su amigo y compañero en Emisoras Gran Colombia y Radio Quito, Alfonso Laso Bermeo. Derecha inferior, en la década de los 50 con Carlos y Milton Rodríguez Coll.
Fue sietemesino, nació en una de las haciendas de la provincia de Tungurahua, cerca de Ambato, el 30 de julio en 1916, donde su papá, Julio Moscoso Vaca era administrador. Luego se trasladaron a la capital de la república. Tal vez, por ello Blasco Moscoso Cuesta tenía “la sal quiteña” a flor de piel. Durante casi cuatro décadas realizó comentarios sobre los partidos de fútbol, en dupla con Carlos Rodríguez Coll, Rosendo Benalcázar Espinosa, Pepe Calero Viteri y Alfonso Laso Bermeo. Los locutores comerciales eran Eduardo Brito Mieles y Edison Vargas Acosta. Era uno de los pocos comentaristas de la época, ya que más había relatores. Aprendió a leer el fútbol porque fue autodidacta, en esa época no había una escuela ni facultad de periodismo tampoco había televisión.
Laboró en las radios Alas del Ecuador, Nacional Espejo, Gran Colombia, Casa de la Cultura y Quito. Los diarios El Sol del Ecuador, El Comercio y Últimas Noticias. Fue parte de algunas revistas con sus amigos Carlos Rodríguez Coll, Carlos Efraín Machado y Alfonso Laso Bermeo, este último fue su compañero durante 30 años. Además, incursionó en la televisión, específicamente en HCJB, cuando era en blanco y negro; y canal 8, que pertenecía al Grupo Mantilla, propietarios de El Comercio, Últimas Noticias y Radio Quito. Entre sus amigos constan Rodrigo Paz Delgado, Jaime Naranjo Rodríguez y Alfonso Laso Bermeo. Se caracterizaba por ser objetivo y práctico en sus análisis. Impuso un estilo propio.
Fue gerente de Casa Paz, que era de cambios de divisas. La Sala de Prensa de Liga Deportiva Universitaria (LDU) lleva su nombre. Fue fundador de la Asociación de Periodistas Deportivos de Pichincha (APDP). No se supo de cuál equipo era hincha, pero se inclinaba por el equipo de los Puros Criollos, porque era talento nacional.
Su hijo, Blasco Moscoso Valenzuela destaca que su papá no tenía una voz especial, sino diferente. Era inconfundible, porque su estilo era propio, sobrio, analítico, ecuánime y objetivo.
El locutor imbabureño, ya fallecido, Vicente Córdova Franco les imitaba a muchos relatores y comentaristas. Una vez realizó una grabación “remedándoles” a Pancho Moreno y Blasco Moscoso Cuesta, quienes eran los referentes del relato y comentario deportivo en esos años. Fue tan bien hecha la imitación que les hizo escuchar a los dos periodistas de Radio Quito, quienes le abrazaron y le felicitaron, porque la grabación fue muy bien lograda, destaca su hermano Walter Córdova Franco.
Tuvo cuatro hijos: Blasco, Julio, Ignacio y Violeta. En la casa de los Moscoso Valenzuela se ha respirado fútbol desde siempre. Los fines de semana sus hijos le acompañaban a las transmisiones deportivas, que iniciaban los viernes y concluían los domingos en la tarde. “Mi papá los fines de semana no estuvo en otras actividades que no fueran las deportivas, 35 años de su vida dedicó primero al periodismo escrito, hablado y luego a la televisión”.
Sociedad Deportiva Crack y los hermanos Moscoso Cuesta
En abril 1936 se fundó la Sociedad Deportiva Crack, un club netamente quiteño que nació en la casa de su abuelo, Julio Moscoso Vaca, ubicada en el barrio la Guaragua, en las calles Oriente y Guayaquil. Un grupo de ocho amigos, que antes se paraban en las esquinas a conversar, iniciaron el equipo. Cuatro de ellos eran los hermanos Moscoso Cuesta: Raúl, Blasco, Francisco y Arturo.
Julio Moscoso Vaca fue el artífice de este equipo, para que no estén los jóvenes en la calle decidió darles un cuarto de la casa e inició la idea de tener un club, le pusieron Sociedad Deportiva Crack, que era un club social, deportivo y cultural. Fueron campeones en 1938 y 1939. Este equipo no solamente era de fútbol sino también de básquet, obtuvieron excelentes resultados en la Plaza Arenas. Le pusieron este nombre porque según dice el libro “Blasco Moscoso Cuesta y sus tres pasiones: el Crack, fútbol y periodismo”, de autoría del Dr. Jaime Naranjo Rodríguez “la palabra crack se empleaba en la revista El Gráfico, para relievar a las grandes figuras de ese entonces en Argentina”.
A lo largo del tiempo tuvo miembros como el general Ramón Castro Jijón, Guillermo “Olo” Lasso, Eduardo Vásconez, César Larrea y Rodrigo Borja Cevallos, quien fue declarado “socio vitalicio”. Ese equipo fue el origen de lo que vino después, la pasión por el fútbol, el periodismo y el comentario deportivo.
En 2006 su hijo Blasco Moscoso Valenzuela presidió el Crack. “Lo cual para mí fue un orgullo”, indica. Gustavo Morales era el vicepresidente. La sede del equipo fue cambiando a muchos lugares hasta que en 1993 se inauguró el definitivo, que está ubicado en las calles San Gabriel y Jorge Juan.
El Crack tiene un himno que se llama “Las Playas del adiós”, cuyo autor es el riobambeño Carlos Arturo León Romero y la música la puso el cuencano Francisco Paredes Herrera. Ha sido interpretado por muchos cantantes, pero el más conocido es el del Dúo Benítez-Valencia
Jaime Naranjo Rodríguez con Blasco Moscoso Cuesta dialogaban diariamente, el comentarista deportivo se retiró del periodismo, porque laboraba como gerente de Casa Paz. “Me llamaba o yo le llamaba al teléfono donde teníamos largas conversaciones”. Cuenta que con el comentarista deportivo siempre tuvieron el proyecto de escribir un libro, pero falleció. “Entonces yo dije tengo que hacer esa obra que había ideado con Blasco y lo traduje a esta publicación: Blasco Moscoso Cuesta sus tres pasiones”. Conversó con su hijo Blasco Moscoso Valenzuela e iniciaron este proyecto.
La primera pasión de Blasco fue el Club Crack que se caracterizaba en el seno de la quiteñidad por el chiste fino, de la gracia, de la sal quiteña. La otra, el fútbol “desde el cielo seguirá adorando” y la tercera el periodismo, porque Blasco fue uno de los fundadores de la Asociación de Periodistas Deportivos de Pichincha (APDP). Siempre quiso que el gremio periodístico esté unido.
“Hola Cholo cómo estás”
Blasco Moscoso Cuesta viajó a ocho mundiales e hizo comentarios en los mismos. Fue a Suecia en 1958. Ahí hubo una anécdota, le presentaron a los periodistas extranjeros al rey de Suecia, cuando ya le tocaba saludar, Blasco Moscoso Cuesta le dijo “hola Cholo cómo estás”. El rey solo sonrío, porque no le entendió que decía. Fue algo muy típico de la sal quiteña. A pesar de que él era de Ambato. En este mundial enviaba la información y se publicaba en el Ecuador después de dos o tres días, porque se enviaba la nota escrita en valija, por avión.
Fue al de Chile en 1962, Inglaterra 1966, donde tuvo el sueño de que sus hijos estudien en ese país; en México 1970, Brasil fue campeón; Alemania 74, Argentina 78, España 82 “que dicen fue el mejor mundial de fútbol de la historia” y México 86. Al de Italia 90 y a los posteriores ya no pudo por razones de salud.
Su familia siempre estaba pendiente de lo que escribía en los periódicos. En esa época llegaba con tres días de atraso, porque se enviaban en las aerolíneas las notas y crónicas que se leían con cierto retraso en Quito.
Cóndor, Voces y Oídos del Deporte
Blasco Moscoso Cuesta se relacionó con el periodismo deportivo en 1951. Era un 20 de enero. “Se vinculó a diario El Sol, que luego de tres años se convirtió en “Diario del Ecuador”. Estuvo hasta 1962, porque los directivos de diario El Comercio lo llamaron para que sea parte de la empresa como jefe de Deportes de Últimas Noticias y Radio Quito, indica Jaime Naranjo Rodríguez.
En esta emisora se presentaba “Cóndor, Voces y Oídos del Deporte”, un programa que se caracterizó por su sintonía en las emisoras que se emitió: Gran Colombia y Quito. En la actualidad se transmite por radio La Red de Quito.
O lo dejas tú o lo dejo yo…
Julio, hijo de Blasco jugaba fútbol, era back central de la Universidad Católica, era muy fuerte de una personalidad recia, por ello en un par de ocasiones fue expulsado. Jugaba con Enrique Portilla, Carlos Gutiérrez, Frisco Cajape…
Las críticas de los aficionados no se demoraron y reclamaban porque era un jugador reacio, era muy fuerte y en más de una ocasión fue sancionado y le pusieron tarjeta amarilla. Decían por qué el padre es objetivo, centrado y el hijo era diferente.
“Mi padre era una persona muy sensible, hizo un almuerzo dominical. Nos reunimos en familia y le dijo hoy uno de los dos deja el fútbol o lo dejas tú o lo dejo yo, así de simple y radical”. Blasco le dejó unos días para que piense Julio, porque decía que los dos no pueden estar en el mismo deporte. La decisión de su hermano fue que él se retiraba del fútbol y hasta ahí llegó la parte deportiva de su hermano, cuenta Blasco hijo.
Casa Paz
La relación de Rodrigo Paz con Blasco Moscoso Cuesta se dio por amistad. El comentarista deportivo salía de El Comercio a las 09:00 y se iba a conversar con el propietario de la casa de cambios, en la oficina. En ese tiempo la entidad era pequeña. Se quedaba hasta la hora del almuerzo cuando se retiraba. Un día Rodrigo Paz le dijo “en lugar de que vengas a conversar, porque no vienes a trabajar conmigo”. Fue un pedido informal, pero al mismo tiempo de confianza absoluta, reitera su hijo, es así como Blasco Moscoso Cuesta entró como gerente de Casa Paz, cuando la casa de cambios estaba ubicada en el centro histórico de Quito, en la calle Venezuela, en el Pasaje Amador, alado quedaba Briz Sánchez, cuando el Ecuador todavía tenía el sucre y se cambiaba divisas.
“Mi Padre tuvo unas acciones que Rodrigo tuvo la gentileza de cederle, porque él era el único dueño con su padre”. Luego esta entidad creció y fue parte del Produbanco. Su hijo indica que la actividad de su papá fue por casualidad y amistad con quien luego fue alcalde de Quito y ministro de Finanzas.
“Rodrigo fue un hermano muy querido para mi padre y siempre estuvo pendiente”, por ello trabajó en esta entidad muchos años, aunque por cuestiones de salud se retiró, tenía diabetes que le afectó a su visión. En un momento dado vio que era necesario retirarse del comentario deportivo y de Casa Paz. “Lo hizo a tiempo para no hacer un mal papel, después del prestigio que él en buena ley se lo ganó”, indica.
El consejo de Blasco Moscoso Cuesta a Jaime Naranjo Rodríguez
En la vida hay que reconocer públicamente a las personas que aportaron en la construcción personal y profesional, por ello en el libro que escribió sobre la vida de Blasco Moscoso Cuesta, Jaime Naranjo Rodríguez, así lo señaló, porque “me recibió con los brazos abiertos en Radio Quito”. Cuenta que siempre le gustó la exactitud. Ver con números cómo se desarrollaba un partido de fútbol o de básquet. “Yo tomaba en cuenta los avances, los disparos al arco, las fallas, las faltas cometidas, los tiros de esquina, de cabeza, los penales… Daba a conocer estos datos cuando Blasco Moscoso Cuesta hacía los comentarios y decía: “Bueno y ahora vamos con los numeritos…”. Jaime daba a conocer a detalle los datos.
Jaime siempre recuerda lo que Blasco Moscoso Cuesta le aconsejó. “Mire Jaime, en la actividad a la que usted se dedica, trate siempre de ser original. No imitar a nadie, porque al final el que imita fracasa. Si a usted le gusta la actividad deportiva y la exactitud, entonces continúe con esa especialidad suya”. Reconoce que de ahí vino esa dedicación a fondo de la conservación de los datos y la estadística. “Esto lo traduje yo en las páginas de diario El Comercio y en los micrófonos de Radio Quito. Siempre tenía los datos que daba a conocer a la afición”.
“Blasco Moscoso Cuesta es para mí un personaje inolvidable. Una vez dijo: ningún hombre debe imitar a otro. Cada uno debe desarrollar su propia inteligencia hasta el grado máximo, sin tratar de imitar a nadie. No debe ser el segundo tomo de alguien. Su anhelo debe ser: yo primero. Usted tiene la manía de la exactitud, de los números, sígala, mejórela, perfecciónela…» Ese camino he seguido. Por eso en el libro de su biografía escribí: ¡Gracias Blasco!”
Las paces con los periodistas de Guayaquil
En las décadas de los 70 y 80 había una separación entre el periodismo deportivo serrano y costeño. En 1987 hubo una invitación de los gremios del Puerto Principal. Los asistentes serraron eran Alfonso Laso Bermeo, Blasco Moscoso Cuesta y Carlos Rodríguez Coll, pero viajaron los dos últimos. “Era para hacer las paces con el periodismo deportivo de Guayaquil”, indica Oswaldo Rodríguez Coll. Cuando llegaron al Círculo de Periodistas Deportivos del Ecuador, uno de los presentes gritó “por fin trajeron a este manabita aserranado”. Carlos le contestó “me vas a escuchar”.
Se sentaron en la mesa directiva, el presidente del gremio les dio la bienvenida y Carlos le dijo “siga Blasco, como los militares, el mayor habla primero”. Lo hizo y su discurso fue conciliador, siempre llamando a la unidad. Luego intervino Carlos, quien puso sus puntos de vista y al final indicó “quiero dirigirme a vos, que estás con la guayabera, que dijiste lo que dijiste cuando yo entré. Cuando a Carlos Rodríguez Coll no se le hace caso. Hay formas para hacer entender, pero como hay brutos como vos, hay que hacerles entender de otra manera”. El hombre que televisaba el futbol sacó una pistola, puso en la mesa e indica “este aparato habla por mí, porque no te olvides que soy manabita”. Todo el mundo en silencio. Después no quiso ir a comer con el “fulano”, reitera su hermano Oswaldo, quien también fue consejero de la provincia de Pichincha.
Terminaron y fueron al hotel. Blasco Moscoso Cuesta le dice a Carlos Rodríguez Coll, porque eran muy amigos, una palabra que siempre empleaba el comentarista deportivo “cholito quedé estupefacto. No sabía yo cuál era la reacción de los presentes, pero te felicito. Ahora veo que le salió todo lo manaba que lleva adentro”, cuenta Oswaldo Rodríguez Coll.
Blasco Moscoso Cuesta, Carlos Rodríguez Coll y Jaime del Castillo, quien fue alcalde de Quito, fundaron la Asociación de Fútbol No Amateur de Pichincha. Al inicio le pusieron ANA, pero sonaba femenino, y le aumentaron una F, para que sea AFNA, Asociación de Fútbol no Amateur, porque al principio se llamaba solamente Asociación No Amateur.
Asociación de Periodistas Deportivos de Pichincha (APDP)
Como en esa época no había escuelas de periodismo. Hubo un decreto ejecutivo para los periodistas que tenían una trayectoria cumpliendo esta actividad, se les reconoció un nombramiento que les diera la suficiente solidez y solvencia para que pudieran ejercer su profesión y acreditarse legalmente. “Era la práctica más que los estudios”, asegura Blasco hijo.
Blasco Moscoso Cuesta fue el primer presidente de la Asociación de Periodistas de Pichincha (APDP), que se creó en 1953 en el Salón de Actos de la Unión Nacional de Periodistas, que en esa época estaba ubicada en las calles García Moreno y Manabí, junto a la iglesia de Santa Bárbara. Era un grupo de amigos que quisieron conformarse y se solidificó. Luego tuvieron una sede social cerca del Estadio Olímpico.
Jaime Naranjo Rodríguez indica que la primera directiva estaba formada por: Blasco Moscoso Cuesta, presidente; Carlos Honorato Endara vicepresidente; Edelberto Proaño y Gilberto Mantilla, secretarios; Benjamín Chávez, tesorero; Pedro Montalvo, síndico. El médico era el doctor Eduardo Batallas. Los vocales fueron: José Calero Viteri, el Tnte. Crnel. Darío Hinostroza, Víctor Figueroa y Fernando Guevara”. La posesión de la directiva se realizó el 11 de diciembre de 1953. El juramento lo realizó Silvio Ortega, presidente de la Concentración Deportiva de Pichincha.
“Mi padre siempre luchó para que sea una sola la institución y no se divida en dos o más”. Pedía que se unifique el deporte de Pichincha, que los periodistas no pueden separarse, que lo mejor es sentarse en una mesa y conversar. Siempre quiso que una sola entidad rija al periodismo de Pichincha y no dos. Eso lo hizo hasta que falleció, en 1996.
Blasco Moscoso Cuesta y sus tres pasiones: Crack, fútbol y periodismo
El Dr. Jaime Naranjo Rodríguez en una ocasión le pidió a Blasco Moscoso Valenzuela que hicieran un libro sobre su padre, porque eso habían conversado con el comentarista deportivo, cuando vivía. Era 2015 y se encontraron en un evento de tango que se realizó en la Asociación de Generales y Almirantes de las Fuerzas Armadas. Le dijo “no se imagina cuantos documentos tengo sobre su padre. Si usted me ayuda nosotros podemos hacer un libro que va a quedar para el recuerdo”, porque su Blasco Moscoso Cuesta tenía muchas anécdotas y se las puede plasmar en un libro.
Se recopiló la información, además se visitó bibliotecas, entre ellas de la Casa de la Cultura Ecuatoriana y nació la publicación “Blasco Moscoso Cuesta, Crack, fútbol y periodismo”. Cuando se presentó el libro se vio el interés que tuvieron los periodistas, amigos y público en general.
La publicación contiene 220 páginas donde está plasmada la vida de Blasco Moscoso Cuesta. “Nosotros, Jaime Naranjo Rodríguez, que es el iniciador de la gestión, y yo lo que hemos hecho es recopilar información entre tantos documentos que mi padre tuvo. Eso ha servido para que después de un trabajo arduo, de 8 meses, se publique el texto”, destaca el hijo del periodista deportivo.
La publicación recopila fotografías de su trayectoria con su amigo Alfonso Laso Bermeo, directivos de la FIFA, caricaturas, acreditaciones de periodista para ingresar a los diferentes estadios representando al Ecuador. Además, hay imágenes profesionales, familiares, escritos, muchos de ellos muy afectivos. Hay relatos de personas que estuvieron cercanas a él, como de sus hijos de cómo se lo veía como periodista y persona.
En la foto de la portada del libro está una fotografía de Blasco Moscoso Cuesta con Alfonso Laso Bermeo, que fueron compañeros de toda la vida. En la radio La Red, a la entrada, consta esta imagen en un collage, indica su hijo. “Cuando Jaime Naranjo me dijo que le parece esta foto. Le contesté es exactamente la que pensamos todos”, porque fue tomada en la cabina de Radio Quito, en el Estadio Olímpico Atahualpa, en plena transmisión de fútbol.
En la librería La Rayuela se vendió el libro. La presentación se realizó en el auditorio de la Cámara de Comercio, asistieron académicos y publicó relacionado con el deporte: Alfonso Laso Jr. Jaime Naranjo y gente del Crack. Se publicó el 23 de abril de 2019.
Su amigo Pancho Moreno
Muchos aficionados al fútbol siempre lo relacionan y destacan la dupla perfecta en el relato y el comentario: Alfonso Laso Bermeo (Pancho Moreno) y Blasco Moscoso Cuesta, pero antes lo hizo con Carlos Rodríguez Coll, Rosendo Benalcázar Espinosa y Pepe Calero Viteri y el locutor comercial era Eduardo Brito Mieles, quien fue magistrado de la Corte Suprema de Justicia, era cantante y locutor. Luego Edison Vargas Acosta, de la estirpe de los Vargas Acosta, quien leía los comerciales en unos cartones escritos, tenía una voz impresionante.
Blasco hijo cuenta que Margarita, la mamá de Alfonso, le tenía mucho cariño y respeto a su padre, quien a lo largo del día conducía programas deportivos con Alfonso Laso Bermeo: en la radio en la mañana y al mediodía, mientras que en la noche en la televisión. “Ellos hacían todo, repicaban y daban misa”. Alfonso Laso era hincha de Liga Deportiva Universitaria. Blasco no se sabía de cuál equipo era hincha, pero parecía que le gustaba El Nacional porque eran futbolistas del país, destaca su hijo.
Con Alfonso Laso compartió micrófono por más de tres décadas, fueron a los mundiales donde relataron y comentaron. “Fue a más de un amigo leal y querido, un compañero de vida para mi padre”.
Blasco Moscoso Valenzuela recuerda que cuando estudiaba en Inglaterra, Alfonso Laso Bermeo lo visitó, le llevó un obsequio y dinero, que cuando uno es estudiante le cae el cielo. “Son gestos y detalles que no me olvido”. En la parte deportiva y personal hubo una relación excelente, había buen trato, respeto, por lo que cada uno decía. Los dos demostraron que con profesionalismo y trabajo hay buenos resultados. Estuvieron juntos hasta cuando Blasco Moscoso Cuesta dijo hasta aquí nomás. “Hasta hoy la amistad perdura entre las dos familias”, indica Blasco hijo.
Los dos personajes del periodismo deportivo tenían tanta credibilidad que cuando terminaba el primer tiempo y había un receso de 15 minutos, uno de los entrenadores prendía el radio, para escuchar cuáles eran las recomendaciones que Blasco Moscoso Cuesta sugería para que el equipo mejorará pues perdían 2-0. “Lo que hizo el entrenador fue buscar un poco lo que mi padre sugería. Hizo los cambios y ese partido no sé si fue coincidencia o no, pero ganó 3-2 en el segundo tiempo”.
Sala de prensa de LDU
En décadas pasadas los partidos eran en seguidilla, había las tripletas en la mañana en el Estadio Olímpico y en la tarde en otras ciudades del país. “Muchas veces yo vi a mi padre coger la maleta para ir al estadio, porque de ahí tenía que coger el avión para Guayaquil o Manabí, para transmitir los partidos”.
Su amigo de la vida entrera fue Rodrigo Paz. La sala de prensa de LDU fue bautizada con el nombre del comentarista. Gloría Regina Paz, la mayor de los tres hijos del ex alcalde de Quito, Rodrigo Paz, tenía el mejor de los criterios de Blasco. Ahí se dio la primera rueda de prensa cuando el estadio estaba recién inaugurado en 1997. Fue previo al partido entre Liga y el Atlético Mineiro.
Violeta Valenzuela Gómez
Aparte de las tres pasiones que tenía Blasco, que se publicó en el libro del Dr. Naranjo, hubo otra que fue la principal, su familia: su esposa, Violeta Valenzuela Gómez, y sus hijos siempre estuvieron presentes en todas sus actividades hasta en la profesional. “Mi madre fue una excelente compañera y muy leal. Era la persona que escribía todo lo que salía después en los periódicos: El Comercio, Ultimas Noticias. Mi papá le dictaba”, destaca Blasco Moscoso Valenzuela.
Blasco se dedicaba los domingos a redactar todos los partidos y a comentarlos para El Comercio y Radio Quito. Era mi madre la mecanógrafa obligada después del almuerzo. “Se sentaban unas cuatro horas y mamá escribía algo que no entendía en lo más mínimo, porque mi mamá estaba totalmente alejada del fútbol”.
Blasco Moscoso Cuesta decía las cosas como son, tratando de ser lo más objetivo posible. “Hablaba con educación, pero con firmeza. Jamás puso apodos a los jugadores”. Su hijo recuerda que una vez un jugador de fútbol le hizo una mala señal al público, porque le expulsaron y Blasco Moscoso Cuesta, al aire dijo “este señor le está haciendo una señal que se parece a un tubérculo que se pone en el caldo”, pero no dijo la palabra “yuca”, sino que la interpretó a su manera.
Así fue la vida de Blasco Moscoso Cuesta, un hombre que consagró su vida al periodismo deportivo, lo que le permitió ser un referente como ser humano y profesional que con micrófono en la mano recorrió las canchas deportivas de Ecuador y gran parte del mundo.
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Iliana Cervantes Lima
Voces de la Radio
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