Raúl Arcos Flor, la voz de la provincia de Los Ríos
Foto: Derecha: Raúl Arcos Flor en la actualidad, es presentador del canal 35. Derecha superior, en 1987, en Ondas Quevedeñas de propiedad del Dr. Humberto Alvarado Prado (+). Constan: Gorky Bone Oyarvides, Raúl Arcos Flor y Freddy Holguín Díaz (+). Derecha inferior, en septiembre de 2022, en radio Unika 93.5 FM de Quevedo, con Alfredo Liu bá Peña y Rodrigo Toapanta Jiménez.
Es locutor, productor y presentador de televisión. Es experto en Relaciones Públicas y venta de publicidad. 10 años trabajó en Radio Tarqui de Quito y 23 fue corresponsal de Teleamazonas, llegó en la época cuando estaba de director Abel Castillo, hijo. Es editor de revistas y un buen imitador de las voces de los relatores y comentaristas ecuatorianos como Pepe Granizo, Enrique Recalde, Petronio Salazar y Rudy Ortiz Iriarte, dice que eso lo hace “porque es un actor frustrado”. Todavía guarda una camiseta de la T Grande Quito. Le gusta conducir los noticieros, pero el relato deportivo lo tiene en el corazón y lo ha hecho por más de 45 años.
Raúl Arcos Flor asegura que de todos los medios donde ha laborado siempre aprendió algo. Estuvo en Ondas Quevedeñas, Rey, Sucre, Tarqui, Unika, Teleamazonas… Su principio de vida es “la dignidad no es negociable”. Tiene una productora en su casa, donde ha formado a más de 20 periodistas entre ellos Oswaldo Calderón, referente de Radio Sucre que ha ido a seis mundiales; en Quevedo a Henry Alarcón, Marco Suárez Avilés, entre otros. Una de sus más grandes satisfacciones es haber compartido su conocimiento sin egoísmo. Fue profesor universitario.
Es amigo de Mauro Ferrín Vera, Carlos Sandoval, Patricio Díaz, Pepe Granizo Cisneros, Vicente Salgado, Héctor Gerardo Ortega, Edgar Villarruel Caviedes… Su primo, el caricaturista Kléber Moreno Flor, destaca que desde niño era muy adelantado a su tiempo y se proyectaba con madurez. Mientras que el relator deportivo cuencano, Guifor Trujillo, asegura que “en la provincia de Los Ríos hay una estrella escondida y es Raúl Arcos Flor, uno de los adalides del periodismo deportivo del Ecuador”.
El periodista Fabián Gallardo quiso que integre el equipo de Mundo Deportivo, dirigido por Carlos Efraín Machado, propietario de la Nueva Emisora Central. Raúl nació el 21 de enero de 1956.
El profesor Delfo Salazar Marcillo
Raúl asegura que viene de la época de la escuela de los memoristas. Al fallecer en 1962 su papá, Segundo Arcos Salgado, que era médico en Valencia, tuvo que regresar a la hacienda y se educó en una escuela de campo, la Juan XXIII del recinto San Jacinto, el profesor Delfo Salazar Marcillo les pedía que lean, pero que lo hagan bien. Delfo vio las cualidades de su alumno y lo puso como maestro de ceremonias cuando apenas tenía ocho años, lo hizo bien. Raúl se presentaba con una camisa blanca y una corbata bigote de gato o corbatín para animar las veladas por el advenimiento de la navidad. Con el dinero que ganaba se compraba caramelos, galletas y juguetes de plástico. Desde esa fecha nació su inclinación por el periodismo radiofónico.
A Raúl siempre le gustó la locución, cuando niño se subía a los ciruelos, le ponía hilo chino en las latas de tilapa y sus amigos cogían como micrófono la línea de audio, para escuchar la narración de los partidos de indor fútbol. Luego de terminar la primaria en 1970 regresó a Valencia que en aquella época era parroquia, ahora es cantón.
Darwin Regalado y Humberto Alvarado
Cuenta que su hermano Napoleón era el solicitado para la publicidad rodante que se hacía con micrófono y parlante anunciando las películas en el pueblo. En un momento dado, cuando tenía 16 años llegaron a su casa a buscarle, pero no le encontraron y le llevaron a Raúl, quien anunciaba las películas boom de la época: Tarzán de los Monos, Ben- Hur. Las producciones se presentaban los miércoles.
Raúl decía: “esta noche en el Cine Valencia acuda a ver la película del momento…” La voz les gustó y su amigo Jhonny García le sugirió que sea locutor, a lo que Raúl contestó, “sí, pero no sé a dónde ir”. El cantante Darwin Regalado, que era su compañero de escuela y cuatro años mayor que él, le indicó que las emisoras no van a ir donde él está, sino que él tiene que buscarlas. Esto sucedió frente al Mercado Central de Abastos de Valencia. Darwin era compañero de su hermano Napoleón y sus padres tenían un restaurante. La amistad con el artista ha durado hasta ahora.
Tomó en cuenta la sugerencia del intérprete lojano y se trasladó a Quevedo, donde se encontró con el Dr. Humberto Alfonso Alvarado Prado, dueño de Ondas Quevedeñas. Raúl le dijo de una “yo soy locutor y quiero trabajar en radio”, previamente el propietario ya lo había visto animando la elección de la Reina de Valencia. Le contestó “dese una vuelta por mi radio hermano, en cualquier momento”.
Acudió a la estación inmediatamente, era mayo de 1977. Le dio el turno de las 16:00 hasta las 22:00, que combinaba con su otro trabajo que era maestro de pintura. “Me emocionaba percibir y escuchar esos discos viejos de vinil”. Lo primero que pagó impuesto fue la garganta, porque hablaba muy alto, por ello tuvo que aprender a dominar la voz, a modularla con la ayuda de Humberto y Jorge Basantes “Sevillano”, locutor de mucho respeto.
Los mensajes musicales en Ondas Quevedeñas
Raúl inició enviando mensajes musicales. Humberto Alvarado, quien luego fue su profesor en la Facultad de Comunicación Social de la Universidad de Guayaquil, le decía que hay que cambiar el tono de voz al leer, ya que no es lo mismo una invitación a fiesta que un parte mortuorio, por ello le ejemplificaba cómo debía hablar.
“El mano a mano entre las orquestas Los Diamantes de Valencia y Don Medardo y sus Players. El fin de semana todos a la pista del señor Rubén Olivo. La entrada barata para que vayan y se diviertan”. Después de pasar ese mensaje alegre y optimista, tocaba la invitación a la misa de réquiem: oración en memoria de quien en vida fue… Luego venía una voz más ágil, atento en el recinto Villa Franca se les comunica que la abuelita salió bien de la operación y estará en esa, por favor sacar las acémilas. No se olviden mañana estaremos temprano maten dos gallinas para la recuperación de nuestra querida abuelita Eloisa Parra”. Los cambios de voz y modulación eran diferentes de uno a otro mensaje.
No se puede dejar de lado los mensajes musicales, que muchas veces se quedaba debiendo porque había fechas de mucha demanda, especialmente en los días de la Madre, Padre y del Amor. Cada saludo con canción costaba cinco sucres.
Cuando los jóvenes se iban al cuartel también se difundían los mensajes de la mamá y de los amigos. “Era una cosa bárbara”. En ese tiempo la provincia exportaba banano. Las personas que vivían en el campo tenían dinero y dedicaban 200 o 300 canciones, al multiplicar por cinco sucres que costaba cada pasada. Muchas veces había que adelantar la velocidad del disco para que se acabe rápido y aun así se quedaba debiendo.
Cuando los mensajes eran para los enamorados, se anunciaba “de la señorita de las iniciales LJP de parte del joven que está muy enamorado de los números 589”. Era en clave porque antes no querían que los padres se enteren de que la niña estaba enamorada o que el joven ya tenía un amor por ahí.
En esta radio también era locutor comercial, porque los fines de semana jugaba el Deportivo Quevedo. Pedro Murillo, hermano del locutor Vicente Murillo, que hizo época en la provincia de Los Ríos, le dijo que tenía velocidad, es decir el “pique que tenemos los narradores”.
Un día, el locutor quevedeño Rafael Pinto le dijo: “Raulito entre a la narración deportiva, pero si ya va a ser narrador, ya no puede ser locutor comercial y así lo hizo.
De Rey de Benito Wong Yukis a Sucre de Vicente Arroba Ditto
Luego de permanecer en Ondas Quevedeñas, se trasladó a Radio Rey, de Benito Wong Yukis. En esta estación tuvo grandes amigos, como Rafael Pinto Coto, Alfredo Liu Ba Peña, Rodrigo Toapanta Jiménez y Enrique de la Cruz. Raúl en esta emisora se inició como reportero del noticiero. Conducía el programa “Opiniones”, pero también realizaba la narración deportiva, esto hizo que se traslade a Radio Sucre de Guayaquil, donde permaneció dos años.
En Radio Rey al inicio hubo celo y no lo dejaban narrar, por ello arrendó un espacio en Ondas Quevedeñas y empezó con su pasión. “Todas las semanas en el Estadio Modelo de Guayaquil hizo sus ensayos, llevaba un locutor comercial, se vendía unas 25 cuñas para ese partido. Le acompañaban de Radio Centenario”. Tuvo como compañero a Pepe Yépez y Luigi Pescarolo, quienes le apoyaban, especialmente Luigi en los comentarios, él es de la época de Radio Mambo, donde narraba Jacinto Landázuri Soto, luego en esta emisora estuvo el Rey de la Cantera, Paco Álvarez… Raúl hoy les agradece a las personas que no le dieron la oportunidad de locutar en Radio Reye, porque gracias a esa actitud él pudo reinventarse y seguir.
El comunicador desde esa época veía que su fuerte también era la venta de publicidad y a la par vendía bolígrafos Bic, tenía la distribución. Le otorgaron la medalla de oro Profesor Roque Salcedo, quien fue un impulsor del deporte en el Colegio Vicente Rocafuerte de Guayaquil. Este reconocimiento le dieron por el trabajo constante y transparente.
No buscar, sino generar empleo
En una Copa América, cuando empató Argentina frente a Ecuador. Raúl había vendido 17 cuñas, el relator de Radio Rey quería narrar solo y no le permitieron a Raúl acompañarlo. Eran sus inicios y se sintió muy triste. Se fue al baño del Estadio Olímpico Atahualpa, haciendo copia de lo que decía su abuela, “nunca llores frente a alguien que te causa el llanto”. Fue, lloró, se lavó la cara. Regresó y les pidió todas sus cuñas porque las iba a pasar en otra emisora que era Ondas Quevedeñas, donde estaba su amigo Gerardo Mosquera Rodríguez.
Raúl ahí entendió que amaba el periodismo radiofónico y la comunicación, porque indica que “esas lagrimas no hubieran perlado sus mejillas, si no sentía nada”. Se dijo, para sí mismo: “ahora no voy a buscar empleo sino generarlo”. En la actualidad en Radio Únika, es el director de transmisiones deportivas. “Soy un hombre muy feliz y me divierte mi trabajo. Hasta el último día de mi existencia siempre procurare ser feliz en lo que hago”, repite con seguridad. Maneja un equipo de seis personas: Rodrigo Toapanta, Pedro Bustamante, Carlos Arturo Inga, Antonio Mosquera, don Jacinto López Tumbaco y el eterno control de sonido, César Salvatierra.
El primo Kléber y Tarqui Deportes
Raúl es primo hermano del reconocido caricaturista Kléver Moreno Flor, de quien indica que es genial “porque en las caricaturas saca no sé de dónde, pero pone las cosas exactas y las obtiene de la realidad. Con la caricatura se evita escribir un millón de palabras, porque la imagen lo dice todo. Es un creativo”.
Kléber, un día de 1986, le llamó y le dijo hay un trabajo en Radio Tarqui de Quito. Raúl se comunicó con Mauro Ferrín Vera, quien le puso en contacto con Pepe Granizo Cisneros, quien era el director.
Transmitieron Copas América, eliminatorias, campeonatos de fútbol. La Copa América de 1993 hizo equipo con los grandes de la radio de Colombia, como: William Vinasco Ché y Pachi Andrade; el uruguayo Víctor Hugo Morales y Édgar “Negro” Perea. Raúl hacía dos actividades: narraba y hacía camerinos. Ahí conoció a José Gabriel Batistuta, a quien lo entrevistó con el woki toki. “Son experiencias que me han dado mucha alegría y entusiasmo para seguir adelante”.
En la T Grande de Quito, estuvieron Pepe Granizo Cisneros, a quien califica como el eterno director, Vicente Salgado, Carlos Sandoval, Patricio Díaz Guevara, Mauro Ferrín Vera, Danilo Acosta (el gobernador del fútbol o del gol), Héctor Gerardo Ortega, Oscar Portilla, Enrique Recalde en los comentarios, la voz comercial era Wilson Robalino.
Recuerda que formaron la cadena Cortel, que retransmitían 38 emisoras en el país, estaba CRE, Tropicana, entre otras… “Pepe Granizo siempre amable, él fue mi director. Enrique Recalde era un comentarista que decía siempre la verdad. Era un hombre de profundo mensaje”, acota.
Kléber destaca que su primo Raúl es motivo de orgullo. “Mucha gente cree que somos hermanos”. Recuerda que hace varias décadas le sugirió que salga de Quevedo porque su narración es descriptiva, conoce las jugadas, no se pierde un detalle. Esas referencias los percibe, porque fue jugador de fútbol. Tiene buena dicción y su voz atrae a los oyentes. “Si salía de Quevedo, hubiera llegado mucho más alto, lo que pasa es que se enamoró de Quevedo y se quedó”. Le llamaron de Caravana y CRE, en el tiempo de Petronio Salazar, y otras emisoras, pero nunca quiso salir de la provincia de Los Ríos, indica.
El director de Tarqui Deportes, Pepe Granizo Cisneros, lo califica como una persona muy cumplidora y responsable. “Es un gran amigo, muy fiel a la causa. Tuve la satisfacción y el gusto de que sea parte del equipo deportivo en la mejor época de Tarqui Deportes”. Estuvo desde 1986 hasta 1997. En esa época se contrataba a personal de la Costa por el asunto de desplazamientos de viajes y el personal no podía estar viajando frecuentemente desde Quito. Raúl se unió al equipo con Dagoberto Rodríguez Oleas, comentarista, el Dr. Enrique Rodríguez Asimbaña era el comercial, Guillermo Peper, narrador deportivo. Raúl hacía dupla con los relatores de Tarqui que iban desde la capital.
Viajaba de Quevedo a Guayaquil. Transmitía los partidos con toda eficiencia y calidad y retornaba a la provincia de Los Ríos. Estuvo en la Copa América que se realizó en Ecuador. Se desplazaba sin ningún problema a Portoviejo, Machala, Guayaquil, cubriendo todos los partidos que se desarrollaron en esa oportunidad. “Siempre está en nuestra mente y nuestro corazón. Un gran amigo, un gran periodista”, indica el presidente de la Asociación de Periodistas Deportivos de Pichincha (APDP), Pepe Granizo Cisneros.
Raúl, en años anteriores, vivió en la capital ecuatoriana, escuchaba al Maestro Juanito y las narraciones de fútbol del programa “Mundo Deportivo”, bajo la dirección de Carlos Efraín Machado y con el tiempo fue parte de esta estación.
Sus referentes
El propietario de Ondas Quevedeñas, Humberto Alvarado Prado, es su referente. “Yo siempre tengo un motivo para acordarme de él. Me dio mucha tristeza su muerte”. Cuando lo fue a visitar le dijo “Raulito me han dado tres meses de vida y ya tengo seis, pero no me siento mal, pero igual el cáncer irá tomando mi cuerpo lentamente y lloramos juntos y nos tomamos una foto”.
Otros relatores que valora por su trabajo son: Rudy Ortiz Iriarte, Petronio Salazar, Pepe Murillo, Pepe Granizo, Edgar Villarruel Caviedes, Vicente Salgado, Carlos Sandoval, Patricio Díaz… Cuenta como anécdota que, en una ocasión con Rudy Ortiz Iriarte, “quien es muy exquisito para hablar por la radio”, le tocó transmitir un partido. Se acercó y le dijo “Raúl, no estuvo muy diáfana la señal suya de retorno”. En una de esas el locutor azuayo, Guifor Trujillo, le manifestó, “mira Raúl, no te preocupes, Rudy para decir huevo de gallina, señala “la postura de la esposa del cantor matutino, porque Rudy es un poeta para narrar”.
Indica que con Edgar Villarruel Caviedes solo relató una vez. Fue en el Sistema de Emisoras Atalaya, Edgar estaba en Gran Colombia. “Yo compartí con ese gran hombre” al que califica como “el tenor de América del relato deportivo”. “Qué caballero, qué linda gente que es. Me trató tan bien, que me sentí querido y cumplimos a cabalidad con él. Ese partido era Emelec – Nacional”.
La narración deportiva
La narración deportiva está en la vida de Raúl. “El relato atrapó y abrazó mi trayectoria”, por ello cuida su voz: no toma agua helada, no fuma tampoco ni se trasnocha. Eso lo hace porque señala que el narrador deportivo es como los gallos de pelea, bien delicados, pero cantan más claro que los otros.
Eso se debe hacer porque mientras está narrando y de pronto viene el gol, tiene que lanzar la voz hacia arriba y extenderla, porque “ni a Vicente Fernández le queda bueno”. Los locutores colombianos, ecuatorianos y peruanos lo hacen desde el corazón. “En la actualidad no apuntamos a ser buenos, sino excelentes, ahí se puede llegar a gustar al público, porque es importante la descripción, el canto, la bulla”. Raúl también lo combina con un poco de broma, para que sea amena la transmisión. Le gusta relatar también las pruebas automovilísticas, campeonatos de básquet.
Su jornada inicia a las 05:00, 06:30 está en el noticiero, chequea el material, 07:00 al aire con el noticiero, porque es el director, sale y desayuna a las 09:00, inicia con la venta de publicidad y revisión de noticias. A las 13:00 está en Radio Única 93.5 FM, haciendo el programa Gaceta Deportiva. En la tarde continúa ventas y armando los reportajes para el siguiente día. Asegura que le gusta la reportería, porque es el alma de los noticieros.
Las dos etapas del niño Raúl Arcos Flor
Raúl Arcos Flor divide su niñez en dos etapas: el niño que nació en la holgura económica con dos haciendas grandes, farmacia y un padre médico, pero luego a la muerte éste el 22 de noviembre de 1962, cuando tenía 7 años, todo cambió. “Se fue el ídolo”. La hacienda agrícola en la que nació y creció la vendieron sus hermanos mayores: Jorge, Moisés, Hugo y su mamá, Greta Flor Segovia.
La noche anterior, Raúl se sentó en un sitio que le llaman tendal, donde secan el cacao y dijo “bueno me voy de este lugar y quizá más nunca vuelva. Ilumíname, señor, tu bendición, espero que la vida que me diste con tanto amor no se desperdicie. Echare a mano de todo lo que tenga y escucharé con mucha atención los consejos que me den. Yo soy obediente. Sé hacer caso”. Al día siguiente abandonaron el sitio.
La abuelita Inés Segovia Villacís
Kléber Moreno Flor indica que su primo siempre fue un espíritu libre. Creció con la abuelita materna Inés Segovia Villacís y sus dos hermanos Alejandro y Lupita. Vivió con los trabajadores y los jornaleros, esa relación hizo que madure pronto, era muy inquieto e inteligente. A pesar de que era un niño se convirtió en el hombre de la casa, controlaba a los trabajadores, él mismo trabajaba, pescaba y cazaba.
Kléber cuenta que para matar pájaros era buenísimo con la catapulta. Le encantaba la pelota. Pudo haber sido el número 9 que le faltó a Barcelona, era un centrodelantero único y tenía una potencia para pegarle al balón. Otra cosa hubiera sido si el papá de su primo no fallecía.
Jugó en el Dínamo del recinto San Jacinto de la colonia agrícola Chipeamburgo donde tenía la hacienda. “Siendo un niño jugaba en el equipo de mayores”. También en el Fluminense y el Juvenil de Valencia. Era la contratación segura para los “Diablos Rojos” que era en el recinto La Experiencia de Valencia, que ya no existe. Juan Fuertes era el propietario de los terrenos. Con Kléber jugaron juntos.
Raúl comenzó a trabajar pintando casas en Valencia. Ese oficio aprendió de su hermano, Napoleón. Su abuelita le decía “tú tienes que ser grande, porque se sentiría muy triste y avergonzado tu papá de que no logres, al menos, una estabilidad emocional en tu vida”.
Gracias a la lectura y a la imaginación infantil, después de la muerte de su padre había que buscar otros ídolos que llenen su curiosidad y sentimiento infantil como su mamá, sus tíos y su abuelita. Se enarboló en ellos y se prometió que lo mejor aún estaba por venir. Indica que el amor que le dio su abuelita, que le terminó de criar, le durará toda la vida.
La abuelita y su papá
Cuando estaba en quinto grado en la hacienda de sus padres, un amigo que se llama Epifanio Coello le invitó a coger maíz, desobedeciéndole a su abuelita porque no le dio permiso. “Mijo aquí tienes todo: maíz, cacao, plátano, solo ordena a alguien que coja, si es por dinero y lleva a vender”.
No le hizo caso y faltó a la escuela. Ese día fue un tormento, porque Raúl se caracterizó por su responsabilidad, ya que siempre fue abanderado. Al siguiente día se fue al estero a bañarse y cuando regresó su mamá le preguntó ¿a dónde vas? Le respondió a la escuela. El profesor por la falta le hizo cargar de un compañero y le metió un correazo. “De esa época soy yo”, repite.
Cuando regresó, su mamá le abrazo y le dijo. “Mijo querido que bueno que haya tomado la decisión de ir a la escuela, no es posible que usted con esa pinta, no fuera algo en la vida. Su papá se sentiría muy triste, que la niña de sus ojos no logre algo por lo menos. Usted puede hacer lo que sea para bien”. Desde entonces esas palabras salvan vidas, porque cuando ha tenido momentos duros se acuerda de ese consejo. Fueron frases inconmensurables que calaron tan hondo en el niño Raúl Arcos Flor, que era como esponja que absorbía todo.
Raúl siempre se acuerda de su abuelita y recuerda los consejos que le daba, pero uno de ellos ha marcado su vida. “Mijo usted siempre trate de ganar un amigo diario y de hablar bien de tres personas, eso es un secreto de vida”. Reitera que es un estudiante de la vida, porque cada día aprende.
Uno de los momentos más tristes de su vida fue el fallecimiento de su última hermana Lupita, cuando tenía seis años, y un tiempo después murió su abuelita. Fue una etapa muy dura “que yo me despertaba llorando, acordándome de ellas”. Indica que la vida le devolvió a una niña idéntica a su hermana, su hija Cristina que vive en Quito. Afirma que su esposa tiene el carácter de su abuelita.
Conserva los libros y los vuelve a releer porque se aprende de ellos, para ser cada día mejor persona. Kléber Moreno resalta que su primo como profesional, amigo y persona es 10 sobre 10. Es muy responsable respetuoso, honrado hasta decir basta. Pudo haber salido de Quevedo y estar en Quito o Guayaquil, donde pudo haber dirigido un programa deportivo, pero se quedó en Quevedo, porque valora la libertad que brinda una ciudad pequeña
Formó parte de las Fuerzas Especiales de la Brigada Patria
Raúl tenía 21 años. Había salido de las Fuerzas Especiales de la Brigada Patria. Cuando conoció a su esposa. “Soy de la Escuela de Paracaidistas de Quito, bien formado”, que estaba ubicada en la avenida Alonso de Angulo, en la ciudadela Atahualpa, al sur de la capital.
Fue alumno del general Luis Aguas Narváez, héroe nacional en la Guerra del Cenepa en 1995, quien fue también Comandante del Ejército; Carlo Magno Andrade, Juan Donoso Game; del ex ministro de Defensa, Luis Hernández y Harry Arias. Conoció a los pioneros del paracaidismo como el General Cristóbal Navas Andramuño, “El Ñato” Cadena, el suboficial mayor Adolfo Sierra, Honorato Jadán que fueron los primeros en saltar de un avión. Ellos fueron sus instructores. “Tuve la suerte de encontrarme con personas maravillosas que formaron mi carácter”. Raúl fue policía militar, ese cargo tenía solo el mejor militar del cuartel.
Ruth Violeta Zavala Laverde
Raúl conoció a Ruth Violeta Zavala hace más de cuatro décadas, en La Esperanza, una parroquia rural de Quevedo. Era el caballero de la reina. Ese día su ahora esposa cumplía 18 años. Esa noche el periodista deportivo le dijo “tú vas a ser mi esposa”.
Esa premonición se cumplió y se casó. Su esposa es docente en un centro de educación inicial. Tiene tres hijos: Cristina, Raúl y Karla, además tiene cuatro nietos: Lucas Joaquín, Raúl Alessandro, Sebastián que tiene solo un nombre y el último Santiago. El amor de mi familia me ha motivado a estar presente siempre
Reitera que la comunicación le ha dejado muchas satisfacciones porque cada día es una experiencia maravillosa. “No hay una vida feliz, pero si momentos”. Raúl no posterga absolutamente nada porque, dice que el hoy es una bendición de Dios.
Insiste en que todavía le falta hacer mucho en el periodismo. “Todavía no he hecho el mejor reportaje. Uno realmente comienza a envejecer cuando deja de aprender” y Raúl es un estudiante de la vida.
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Iliana Cervantes Lima
Voces de la Radio
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