Hólger Velasteguí Domínguez, un visionario en una tierra de oportunidades

Foto: Izquierda, don Hólger Velastegui Domínguez en 2008. Derecha superior, en 1970 con sus amigos: Armando Romero Rodas a quien conoció en 1955 en Radio Ortiz de Guayaquil y con el Gobernador Tsáchila Abraham Calazacón. Derecha inferior, en 2011 la señora Angelita y don Hólger con sus nietos.

Hablar de Santo Domingo es hablar de Radio Estéreo Zaracay y de Hólger Velastegui Domínguez, quien nació, en 1934, en el barrio El Sagrario de la parroquia Quisapincha, del cantón Ambato. Es el mayor de siete hermanos. Se graduó en el colegio Bolívar de su ciudad. Estudió medicina en Guayaquil y Quito, pero la oratoria, la poesía y la radio fueron ganando espacio en su vida. Viajó a Colombia donde recitaba poemas en Radio Caracol. Usaba el seudónimo del Marqués de la Fuente.

Trabajó en las radios Equinoccial, de Ibarra; Reloj, Nacional Espejo y Emisora Central de Quito, donde fue locutor, animador y vendedor de publicidad. Entre sus compañeros estaban Edison Vargas Acosta y Edmundo Grijalva Valencia, a quien le conocían como el “Gallo Giro”, porque cantaba igual al cantante y actor mexicano, Luis Aguilar.

 En 1958 obtuvo la primera antigüedad cuando se graduó de subteniente de reserva, ya que en esa época los estudiantes universitarios “debían prepararse militarmente para estar listos ante un eventual conflicto bélico con el Perú”. Para ello se hacían estos cursos en las vacaciones.

Holger Velasteguí Domínguez tenía 24 años cuando viajó a Santo Domingo, por la antigua vía a Chiriboga, que era de un solo carril.  Toda esa zona no tenía luz, todo era selva. Ha escrito 11 libros sobre Santo Domingo. Se trasladó a ese lugar porque le dijeron que por ahí se construirían cuatro carreteras que unirían la Sierra con la Costa. Estuvo 60 años al frente de 100.5 FM, que en sus inicios fue en AM. Se transmitían mensajes y avisos que se convirtieron en los teléfonos y telegramas, que no existían en lugar. Esta emisora tiene un himno escrito por Julia Paladines de Custode.

Hólger Velasteguí Domínguez se inspiró en las radios colombianas para la programación de Zaracay. Fue amigo de Abraham Calazacón y su hijo Nicanor. Los visitantes de otras ciudades siempre iban a la estación para enviar saludos a sus casas y decir que llegaron bien. Tiene dos premios mundiales en radiodifusión. Es el autor del slogan “Santo Domingo crisol de la nacionalidad ecuatoriana”. Fue consejero y diputado por la provincia de Pichincha, así como alcalde de Santo Domingo. Además, presidió la Asociación Ecuatoriana de Radiodifusión (AER).

Asegura que la radiodifusión es importante para el progreso de los pueblos, por ello radio Zaracay fue determinante en el desarrollo de Santo Domingo de los Colorados, que se encuentra situado “en el corazón del Ecuador”, porque por esa ciudad pasan los cuatro ejes viales que unen a la Sierra con la Costa:  Chone, Esmeraldas, Guayaquil, Quito.

 

Ambato, la medicina y la publicidad

Hólger en 1953 se graduó de bachiller en el colegio Bolívar, de Ambato. Caminaba 13 kilómetros todos los días, desde su casa, para recibir clases. Le gustaba cantar y por ello fue parte del dúo Robalino – Velasteguí. La declamación siempre fue parte de su vida, en sus años estudiantiles fue declamador en Radio progreso de su ciudad.

Un evento que marcó la vida de Hólger: el terremoto de Ambato de 1949, que dejó miles de muertos y heridos. Era una situación difícil la que se vivía en Ambato, Pelileo, Píllaro y sus alrededores. En su parroquia se destruyeron casas, una de ellas fue la suya, que sus padres, Nicolás y Cleotilde, la reconstruyeron luego con mucho esfuerzo.

Desde niño quiso ser médico, por ello viajó a Guayaquil para estudiar medicina, contó con el apoyo de sus tíos Sor Teresa y Jorge, quienes le recibieron con cariño en el Puerto Principal. Se inscribió en la Universidad de Guayaquil, que en aquella época tenía un examen de ingreso sumamente fuerte. Paralelamente, trabajaba para financiar sus gastos. Aprobó el primer año en esa ciudad, pero el calor, la fuerte lluvia y otros factores afectaron su salud.

En uno de sus libros cuenta que necesitaba trabajar porque los costos de la carrera de medicina eran caros. Se presentó en la Librería Selecciones, que también había en Quito. Lo aceptaron, pero le indicaron que debía comenzar desde lo más primario y le designaron que vaya con un coche a la empresa de correos, que estaba situada a unas seis cuadras. Iba y regresaba con muchas publicaciones que venían del extranjero. Por si algún paisano esté por ahí, él iba agachado y regresaba agachado, con la gorra hacia abajo, cubriéndose el rostro.

Siempre le llamó la atención la locución y la radio. En 1953 y para poder solventar sus gastos se presentó en la Radio Unidad Nacional. No le aceptaron porque le dijeron “que con su acento serrano nunca llegaría a ser locutor”. Un empleado de esta emisora, llamado Martín Torres Rodríguez, le recomendó con Radio Ortiz, de propiedad del Dr. Rigoberto Ortiz Bermeo, donde el futuro dueño de Radio Cristal, Carlos Armando Romero Rodas, era el director. Hólger se esforzó mucho y le dieron el turno de la noche.

Pero su inicio en la publicidad fue por recomendación de otro locutor que arrendaba un espacio en la emisora, Eduardo Romero Martillo. Le dijo “tú necesitas ganar más, con menos tiempo de trabajo y eso se hace vendiendo publicidad”. Le dio algunos consejos y luego de unas semanas arrendó su propio programa que se emitía todos los domingos “Bailables Orión y Columbia de Emporio Musical”. Este programa también lo dirigió en Radio Cenit.       

El Marqués de la Fuente

Se cambió a la Facultad de Medicina de la Universidad Central del Ecuador, en Quito. Era un ambiente agradable, pero tenía que estudiar hasta la madrugada, porque también trabajaba. Hubo un momento en que fusionar estas dos actividades eran muy fuertes. Trataba de repartir bien en el tiempo, sin desperdiciar un solo segundo.

El locutor Luis Ernesto Terán, creador del espacio 10 sobre 10, cuenta que Hólger, en sus inicios, laboró en radio Equinoccial de Ibarra, de propiedad de su padre, Azael Terán. En Quito trabajó en las radios Reloj y Nacional Espejo. Don Hólger cuenta en uno de sus libros que el propietario de la estación, Gerardo Brborich le dijo: Hólger tienes buena voz, eres un buen animador y vendedor de publicidad, tienes un gran futuro en la radio”.

Luego pasó a la Emisora Central, que en esa época funcionaba en el sector de La Recoleta y era de propiedad de Luis Rivera, en esa época era también ministro encargado de Obras Públicas. Les gustó la voz de Holger, quien tenía una oratoria muy buena.

Se fue a Colombia donde recitaba poemas con el seudónimo de “El Marqués de la Fuente” había auspiciantes que confiaban en su trabajo y en su voz. Era la época cuando al Ecuador llegaba la señal de las estaciones colombianas: Caracol de Bogotá, Sutatenza, La Voz del Río Cauca de Cali, entre otras. A mediados de la década de los 50  el país del norte dominaba la radio, Holger observó la calidad de la radiodifusión, fue aprendiendo y la aplicó en Ecuador.

 

Pepe Borja y la Emisora Central

En 1958, Pepe Borja era sonidista en Emisora Central. Relata que, de pronto, apareció un jovencito, “igual que yo”. Le dijo mi nombre es Holger Velasteguí, quisiera trabajar aquí. Pepe le contestó “como no, señor estamos necesitando ahorita locutores”, para que empiece a ambientarse le pidió que ingrese y le presentó al ingeniero Luis Rivera Zuñiga, propietario de la estación.

Fueron compañeros varios meses. “Los dos compartíamos un bocadito en el almuerzo, en la merienda y se iba a descansar en una pensión que vivía. Teníamos una pobreza bastante grande, pero salimos”. Pepe asegura que fue una amistad muy bonita. “Yo le llevé a trabajar a la radio, como locutor. Hablé con el ingeniero Luis Rivera Zuñiga y le dije yo tengo un gran amigo que se llama Holger Velastegui”. En la Emisora Central empezaba a emitir las novelas, que se incursionaba por primera vez en la capital. Pasó el tiempo y se distanciaron laboralmente. “El empezó a trabajar en Zaracay y yo en otras radios de la capital”.

“Holger es un hombre muy capaz y respetuoso. Yo quiero llamarle por teléfono y hablar con él y decirle soy Pepe Borja tu sonidista de la Emisora Central”, comenta.

 

De Emisora Central a Zaracay

En 1959, luego de estar en la Facultad de Medicina en Quito, el dueño de la Emisora Central, y Ministro de Obras Públicas encargado, Luis Rivera Zuñiga, le dijo: “oye te cuento una cosa, es una oportunidad que se presenta: se va a crear una ciudad en una montaña, en una selva… Por ese sitio van a pasar las cuatro carreteras más importantes del Ecuador”. Una hacía Guayaquil, otra hacia Quito. La tercera a Esmeraldas y la cuarta a Chone. De manera que ahí está el futuro y el porvenir. “Aquí tienes que estudiar algunos años para graduarte, en cambio en Santo Domingo vas a encontrar una oportunidad. Te aconsejo que vayas allá”.

Luis Rivera Zuñiga le pasó la idea a Holger y le ofreció instalar una radio en Santo Domingo de los Colorados con la finalidad de ser socios y ganar por igual. Su argumento se basaba en que se estaban abriendo las vías, lo que significaba una oportunidad. “Deja la medicina y vámonos a Santo Domingo. Yo pongo la radio, yo pongo el equipo y tú vas a dirigir”.

Le dio un mes de plazo para tomar una decisión. Holger regresó a Quito, pero el ingeniero ya no quería poner una emisora. Holger ya había dejado la universidad y no podía dar marcha atrás. “Yo me concentré bastante y me vino una fuerza interna extraordinaria que, sin tener dinero, me dije yo voy a poner la radio”. No tenía ni un sucre.

Un compañero de colegio, Carlos Amacha, le hizo un préstamo de 50 sucres. Se puso su mejor terno y llegó a Santo Domingo para conversar con los lugareños. En el trayecto vio que todo era verde, montañoso y llovía muy seguido. Recién estaba llegando la maquinaria de las empresas Granda Centeno, Guarderas, Conaca y Simar que iban a construir las nuevas carreteras. Había un gran movimiento. Pidió publicidad y le colaboraron todos. Holger llegó con el único fin de poner la radio en el sector, a pesar de que no había nada. “No había de qué agarrarse para el financiamiento”. Con toda la adversidad del momento “se abrió la oportunidad para mí y para todos los ecuatorianos que viajaron al lugar”, repite.

Arrendó un transmisor de 10 watios al señor Modesto Jarrín Barba, dueño de radio Los Lagos de Otavalo, de la provincia de Imbabura. “Fue instalada por su hijo mayor, Raúl Jarrín”.

El 30 de septiembre de 1959 salió al aire. En la inauguración se presentaron varios grupos de la provincia de Imbabura, entre ellos Rumba Habana. También cantó el Gallo Giro, acompañado de un mariachi de la capital.

 

Santo Domingo de Los Colorados

Holger Velasteguí Domínguez recuerda que en esa zona solo había montañas y selva. Poco a poco se fue conociendo que los indígenas Tsáchilas “leían y daban la suerte a las personas”. La gente llegaba con mucha fe, creyendo que los colorados, con un soplo, les creaban un futuro mejor. “La gente decía que es verdad y por eso me vine yo también”, cuenta entre risas el radiodifusor ambateño.

La gente fue a colonizar una selva nublada y lluviosa. Formaron cooperativas agrícolas y de vivienda para iniciar la ciudad. Mientras que otros pueblos iban creciendo a su alrededor. Era una oportunidad de crear fuentes de trabajo. Las personas seguían llegando desde Manabí y Loja, por la sequía que vivían en sus respetivas provincias. Los colombianos huyendo de la violencia interna, vieron que era una zona maravillosa donde tendrían la facilidad de comunicarse en un futuro cercano, porque con las obras terminadas, todo sería diferente.

Holger cuenta que el Gobierno contrató la compañía para que inicien las obras, un alto número de trabajadores viajó al sitio, gracias al anuncio que se hizo a través de su radioemisora. Se decía que “Santo Domingo de los Colorados es el centro y está en el corazón del país. Es una tierra de oportunidades”. Se logró difundir el potencial que tenía, porque fue y será el “porvenir para el Ecuador. Es una región fértil”, repite.

Holger fue el portavoz de la región, desde sus inicios hasta la actualidad.  Asegura que Santo Domingo de Los Colorados inspira, porque al despertarse alumbra y da fuerza para seguir adelante, porque el corazón del Ecuador es esta ciudad”.

Edwin Rivadeneira, quien compiló los libros escritos por don Holger Velastegui, resumió en un texto sobre los inicios de esta comuna, que luego sería recinto, parroquia, cantón y ahora provincia.

“Allá abajo, casi en el extremo occidental de la provincia de Pichincha, la pequeña parroquia, es el punto de encuentros de primitivos caminos y de incipientes carreteras de tierra, donde, alrededor del espacio abierto para la plaza pueblerina estaban diseminadas las casas de los escasos pobladores. La pequeña capilla plantada por los religiosos dominicos, también están allí, lista para brindar auxilio para el alma de los atrevidos pioneros. La tupida y generosa vegetación, casi intocada, la montaña y los altos árboles estaban ahí desde siempre, con las casas construidas con los materiales más a la mano, el pambil, la chinta, el cade. Los mosquitos, las hormigas, los zancudos se encargaban de dejar en la piel de esos habitantes, la malaria y otros males aún exentos de oportunas curaciones. El calor, la humedad y los torrenciales aguaceros eran parte de la vida cotidiana…”.

 

Los inicios de Radio Zaracay

Era inicios de 1959 cuando el primer programa artístico salió al aire en Radio Ecos de Occidente, que un año después, en 1960, sería conocida como Radio Zaracay. Holger Velastegui señala que le puso este nombre en homenaje al “shamán tsáchila del mismo nombre, además la palabra era triple AAA sinónimo de calidad” … Su potencia en aquella época solo cubría el parque central y caseríos de los alrededores de una extensa zona de la parroquia de Santo Domingo de los Colorados.

En esos años, la Dirección Nacional de Frecuencias, hoy Arcotel, le adjudicó la frecuencia de los 3.395 kilociclos en la banda de los 90 metros en onda corta”. Era una frecuencia “despejada” que le beneficiaba, porque la señal y sintonía eran buenas. Luego instaló u transmisor de 500 watios.

Don Holger hizo una investigación de mercado para conocer que le gustaba a la gente y era la música nacional. Tenía pocos discos. Los espacios en vivo de aficionados eran prioritarios en aquella época: cantantes y humor. “El programa se llamaba El Humor del Pueblo”, que duraba tres horas y se lo hacía en la calle. Había premios y los triunfadores se presentaba, los sábados de cada fin de mes, en el Teatro Universal.

Holger hacía de todo en las cuatro horas que salía al aire la emisora, en horas de la tarde. El sonidista era un joven de 16 años, Enrique García Espinoza. Don Hólger insiste en que Radio Zaracay fue un acontecimiento de suerte. Le dio una gran satisfacción ver la apertura de la población. Valió la pena cambiar de camino, aunque le hubiera gustado terminar la carrera de medicina, pero se dedicó a este nuevo trabajo que se constituyó en su apostolado.

Le dieron la oportunidad de un crédito y con eso pudo tener una radio. “Era una locura porque todavía no había servicio eléctrico y se utilizaba un motor”. En las casas era muy común ver en las noches prendidas las petromax. La gente de la zona era muy amable y cordial. Cuando necesitaban enviar un mensaje, sea musical o comunicado, pagaban por el servicio sin protestar.

Era la época en la que a los habitantes de la zona les gustaba enviar mensajes musicales al papá, la mamá, Santa Rosa, San Ramón, Santa María, de Año Nuevo y Navidad. Holger se adaptó al medio y siguió. Los mensajes se convirtieron en una especie de correo o telegrama de la época. Además, los mensajes musicales y los comunicados eran prioritarios para financiar la radio.

Se pagaba un mínimo y se podía comunicar con un familiar en la Costa, Sierra y Oriente, por el alcance de la radio. La gente y las empresas fueron confiando en los resultados que le daba la emisora y don Hólger convirtió a la estación en una gran empresa hasta que se convirtió en la Corporación Zaracay. También creó un canal de televisión regional.

Las personas que colonizaron el lugar tenían la necesidad de comunicar a sus familias, que estaban en los diferentes lugares del país, que se encontraban bien y lo hacían a través de la radio. “Eso era fantástico porque era una comunicación inmediata, el viajero fue a Santo Domingo a conocer, ver si consigue un pedazo de terreno, para mejorar su condición de vida y tener un mejor futuro”.

Don Hólger tiene un buen sentido del humor, es un excelente contador de historias. Entre las anécdotas que cuenta es que una vez la secretaria de la radio tomó los datos de un parte mortuorio, anotó los nombres de todos los parientes menos el difunto.

Radio Zaracay AM funcionó hasta 1992, luego se convirtió en Radio Católica de Santo Domingo. Zaracay en FM se inició desde 1981.

 

Su amigo Abraham Calazacón

El radiodifusor ambateño cuenta que todo el mundo quería conocer el jefe de Los Colorados y la radio fue el medio excepcional para difundir su voz. Todos los domingos, a las 10:00, Abraham Calazacón emitía su programa. El programa se basaba en conocer cómo estaban las siete comunas Tsáchilas, qué trabajo realizaban y como manejaban la agricultura. Los oyentes también querían conocer otro talento que tenían los miembros de la comuna: el poder de adivinar.

Abraham Calazacón pedía a los miembros de su nacionalidad que no cambien su cultura, que sigan usando el achiote en el pelo, la vestimenta y mantengan sus costumbres ancestrales. Este programa permaneció al aire hasta julio de 1982, “un mes antes que falleciera”.

Mucha gente del país viajaba para conocer a los miembros de la nacionalidad Tsáchila para que adivinen la suerte, pero también hacían curaciones, con remedios de la montaña. Ellos tenían mucha acogida en ese sentido. Los Colorados estudiaban la naturaleza y hacían pruebas de los vegetales para ciertas enfermedades y mucha gente iba por allí. Había la creencia que los colorados tenían la facultad de dar la suerte y curar, por ello la concurrencia era masiva.  

El propietario de la Corporación Zaracay señala que, poco a poco, fue desapareciendo este talento de los Tsáchilas, ahora hay pocas personas con el conocimiento ancestral, porque se desarrolló la agricultura y ellos están más dedicados a esa actividad. Se direccionaron a la producción agrícola y ganadera. Cada uno tiene su propiedad, su finca.

Se ha desarrollado todo lo relacionado a la agricultura, actualmente es una zona que se destaca por su gran producción, para beneficio de los colonos que vinieron de todo el Ecuador. En 1989, en el segundo libro escrito por Don Holger, hay una plumilla de Abraham Calazacón, “el gran defensor de las costumbres coloradas”, realizada por de Edwin Rivadeneira.

 

Premios mundiales

Radio Zaracay ganó en 1970 y en 1975 el Premio Mundial Ondas, que fue creado en 1954 por Radio Barcelona, de la Sociedad Española de Radiodifusión “para exaltar los valores artísticos y culturales de la radio y la televisión y galardonar a entidades, programas y profesionales que por su reconocido prestigio se hagan acreedores de ellos”.

Edwin Rivadeneira cuenta que uno de los premios se extravió y para graficar en el libro se hizo un truco fotográfico, para que se vean diferentes. Tomó la foto junto a un espejo y asoman dos trofeos.

 

Antenas en el Atacazo

En 1978 Don Holger pidió autorización a la Dirección Nacional de Frecuencias y al Comando Conjunto de las Fuerzas Armadas para instalar las antenas en el cerro Atacazo, a 4.500 metros de altura sobre el nivel del mar, está ubicado en el cantón Mejía de la provincia de Pichincha. Era antena más alta de América. Las instalaciones estaban en una estructura de hormigón, porque la primera que se puso se la llevó el viento. En ese lugar hay mucho viento y lluvia.

Edwin Rivadeneira tomó una foto del sitio, un primer plano la nieve y el cielo azul. Esa foto se publicó varias veces en algunos libros. El slogan era ¡Con la Antena más alta de América! Equivale a 10 repetidoras. Estéreo Zaracay FM 100 Sintonía Nacional. La cobertura era para todo el país.

 

Como Zaracay no hay y el logo del coloradito

Edwin Rivadeneira es el creador del logo de Radio Zaracay. Asegura que la frase “como Zaracay no hay” es de un oyente. Holger le pidió al creativo otavaleño y amigo que personifique a un colorado diciendo esa frase. “Me imaginé un niño colorado y atrás la vegetación selvática de la zona. Le hizo al personaje lo “más simpático”, con rasgos sencillos, por ello pegó en la gente. “Tal es así que Hólger utilizó la imagen del colorado». En un principio quería que le pusiera audífonos, pero Edwin se negó, porque era cargarle de elementos a la imagen que tenía una vestimenta natural.

“Me salió lindo, me encantó, esta imagen es muy difundida, no solo en la radio sino en la televisión, porque creó simpatía”. Edwin primero hizo el borrador y después la imagen definitiva que tiene un micrófono. Asegura que no se demoró en el diseño. “Es una de las mejores cosas que yo he hecho”, repite con emoción.

Edwin Rivadeneira es su amigo desde hace más de 50 años y ha trabajado en algunas publicaciones que ha realizado el empresario y locutor ambateño sobre la zona de Santo Domingo de Los Colorados. Don Hólger destaca que el diseñador “es un buen publicista y guionista, quien ha estado colaborando por el progreso de la ciudad. Siempre ha estado pendiente para publicar y ayudar a la gente para que tenga más conocimiento sobre la zona, que es inmensa”.

Edwin recuerda que se conocieron cuando trabajaba en la línea aérea Área para promover viajes, en grupos, hacia Estados Unidos. Ahí comenzó la amistad con él. La Radio Zaracay ya tenía fama en esa época. Los festivales de la canción nacional eran auspiciados por Área. Edwin fue miembro del jurado que se realizó en un coliseo que tenía los techos de zinc.

 

Los libros sobre Santo Domingo

La idea era hacer una revista, pero el material que había era extenso y don Holger decidió hacer un libro. Pidió la colaboración de su gran amigo, a quien conoció en la Línea Aérea Área, Edwin Rivadeneira. Los temas los fueron pensando y analizando cuando visitaban las islas Galápagos. Iba tomando notas de las secciones para “la revista”, pero ya en los hechos se iban acumulando las secciones y ya no fue la revista sino un libro.

En el primer número compiló sobre Los Colorados, Radio Zaracay y la Historia de la Región. En la portada estaba el Gobernador Tsáchila Nicanor Calazacón. La foto la tomó Edwin Rivadeneira en 1984. Se puede ver fotografías de la típica familia tsáchila, las mujeres antes estaban con el torso desnudo. Eso lo fueron cambiando conforme avanzaba la llegada de personas de otras partes del Ecuador.

Los colorados en esa época pescaban en los ríos de la zona. En una ilustración del libro se describe el origen de los Tsáchilas que se iniciaron en las cercanías del río Santiago, en la provincia de Esmeraldas. Luego se conformó el poblado Cocanigua, hasta llegar a su actual ubicación.

Edwin Rivadeneira es el compilador de las publicaciones de Hólger Velastegui, por ello destaca que en estos libros no hay elogios solo verdades, “que son contadas de forma simple”, con la finalidad de que la lectura fluya. Trata de poner todos los momentos vividos: “tensos, dramáticos, ingenuos”, pero al humor no se puede dejar de lado, porque es parte de los seres humanos.  El último libro se denomina “Una Gran Región, Santo Domingo de los Colorados”.

Edwin destaca que el conocer tantos años al dueño de Zaracay ayudó mucho en la elaboración de los textos: “Biografía del Radiodifusor Hólger Velastegui Domínguez”. Los libros se agotaban y había que hacer nuevas ediciones aumentando temas actuales. Esta amistad fue muy productiva porque se lograron cosas valiosas para la historia de Zaracay y Santo Domingo.  

José Patricio Velarde Segovia, miembro de la Academia de Historia, indica que Hólger Velastegui fue de los pocos que creyó que “hay que dejar testimoniando”. Sus primeros libros recogen sus anécdotas y vivencias. “Es un hombre que se emociona al hablar de la región de Santo Domingo, porque a medida que la ciudad se desarrollaba, también crecía Zaracay y su imagen. Es un hombre que siempre se adelantaba a su tiempo”.

En sus inicios Santo Domingo fue una parroquia de Quito por eso hay un vínculo con la capital, Zaracay tiene sus oficinas también en Quito y se escucha como una emisora local.

 

Don Holger siempre saluda

Rafael Eduardo Granja Bonilla, conductor del programa de fin de semana “La Loca Historia de la Música”, asegura que la característica de don Holger es que “él saluda con todo el mundo y todo el mundo saluda con él”.

Siempre que entra a la empresa saluda al guardia, a la secretaria, a la gente del banco, a la gente que lo reconocía… La llegada de don Holger es una especie de fiesta. “Ya llega don Holger, todo el mundo le quiere”. Eso sucede no solamente con la gente que trabaja con él, sino con la gente de Santo Domingo, comenta.

Su característica es saludar en voz alta “fuerte con esa voz de trueno que tiene”. Rafael cuenta que cuando empezó a trabajar en 100.5, no le conocía personalmente, porque pasaba en Quito, estaba dedicado a la administración de la emisora. “Yo le conocí después de trabajar cuatro meses en la estación”.

 

Colonización, las vías y la migración

La historia de Santo Domingo está ligada a tres elementos: colonización, las vías y la migración. A finales de los años 50, Hólger encaja dentro de esos tres momentos, “porque es su momento y su espacio y la radio se volvió un factor importante para difundir la colonización en una zona agrícola y ganadera”, destaca José Patricio Velarde.

Don Holger se convirtió en un gran facilitador de la zona, con el impulso tecnológico que le puso a la radio. El uso de las antenas para que se escuche nítido en las carreteras y el pasó de AM a FM. La cobertura que tiene la emisora, porque llega muchas veces a la parte sur de Colombia, en el departamento de Nariño: Pasto, Ipiales…, por ello con el tiempo llega a tener el apoyo de la gente y ocupa cargos importantes en la función pública, como consejero, alcalde y diputado.

El miembro de la Academia de historia asegura que muchos de los propietarios de emisoras en Santo Domingo pasaron por Zaracay, incluidos sus hermanos: Wandemberg, Rommel.

 

Santo Domingo Una Gran Región

José Patricio Velarde Segovia dice que don Hólger vio a Santo Domingo no solo como provincia, sino como una gran región, por eso su emisora la creó para que tenga un alcance regional y nacional. La visión de región es sumamente importante porque al país está dividido en Costa, Sierra, Oriente y Galápagos. “Pero hay una región de estribación entre Sierra y Costa, por ello un libro lleva ese nombre”.

Cuando fue alcalde, el hecho de haber visto crecer una ciudad en menos de 50 años, hizo que la proyecte. En 1950 el censo arrojaba 1.500 personas en el área urbana y apenas 7.000 en el área rural. “Ahora ya supera el medio millón de habitantes. Es una ciudad que comenzó con 10 hectáreas, como área urbana y ahora tiene como 13 mil hectáreas. Don Holger estuvo inmiscuido en todos los acontecimientos en todos los acontecimientos de la ciudad”

“Holger Velasteguí tiene un peso en la historia de Santo Domingo, dejó proyectadas algunas cosas. Uno de sus reconocimientos de su alcaldía fue haber dado impulso a la planificación proyectándola a 15 o 20 años. Todo lo que dejó dentro de un Plan de Desarrollo se fue a los suelos con las nuevas administraciones”, destaca el historiador, quien asegura que hablar de Zaracay, Holger Velastegui y Santo Domingo es una triangulación paralela. Don Holger cumplió su rol en la época precisa. Le tocó vivir ese tiempo y respondió a esos momentos.

 

La señora Angelita

Angelita Ramírez era maestra de escuela y, además, tenía buena vocalización y dicción, por eso trabajó en varias emisoras de Ambato: Paz y Bien, Cosmopolita y Ambato. En 1960 se radicó en Santo Domingo, donde  fue profesora en las escuelas Ciudad de Loja y Jorge Washington, que estaban en la vía a Quevedo y la vía a Chone, respectivamente.

Cuando ingresó a trabajar en Zaracay reemplazaba a Hólger cuando viajaba a Quito. Su hermano, Luis Enrique Ramírez, que trabajaba en el programa de Erradicación de la Malaria, le presentó al locutor. Se enamoraron y luego de dos años, en 1962, se casaron el eclesiástico, a las 05:00, en la iglesia de La Magdalena, que en esa época era las afueras de Quito. “Fue a esa hora porque el vuelo de la compañía Área hacia Manta, era parte de una promoción de luna de miel, así aprovechaba la oferta del pasaje gratis para la novia”, señala en el libro por los 50 años de Radio Zaracay.

Su esposa siempre ha sido y es un gran soporte en los más de 60 años de trabajo, porque siempre estuvieron juntos. Holger indica que, con su esposa, Angelita Ramírez, hicieron un equipo, “como si nos hubiéramos conocido antes, nos encontramos, nos simpatizamos, pues  desde el principio teníamos la misma inclinación de la radio y de trabajar por esa maravillosa gente que venía de todos los lugares del país a colonizar”.

Angelita Ramírez nació en El Corazón, ubicado en la zona subtropical en el occidente de la provincia de Cotopaxi. Ella fue un nexo entre él y sus hijos para que continúen en este mundo de la comunicación, insiste Velarde. Los dos contribuyeron, través de la radio y la televisión, en el desarrollo a la grandeza del Ecuador. La señora Angelita siempre ha permanecido a su lado, apoyándole y manteniendo unida a la familia y la empresa. “Angelita Ramírez estuvo en la estructura de esta gran corporación que es Zaracay”.

Así es la vida de Hólger Velasteguí Domínguez y de Angelita Ramírez, un matrimonio que gestó una familia, pero también promovió el desarrollo de la radio y Santo Domingo de Los Colorados, que es el “crisol de la nacionalidad ecuatoriana”.

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Iliana Cervantes Lima

Voces de la Radio

 

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