Un ecosistema empresarial más responsable
El estudio de ´Sostenibilidad y Tendencias de RSC en Iberoamérica 2020´, realizado por la EAE Business School y CEAPI, desvela que las empresas en Latinoamérica alcanzan un promedio mayor al 50% de sus acciones en aspectos sostenibles; Ecuador va en esa línea.
Hoy, en el siglo XXI y en una pandemia aún activa, inadvertida y sin precedentes, el mundo cambió; la mentalidad y el ritmo empresarial voltean hacia otros entendimientos. El objetivo de implementar un comportamiento socialmente responsable en las organizaciones, a través de sus políticas y prácticas, da pasos más firmes.
Gradualmente, las compañías están cambiando sus agendas corporativas con prácticas de Responsabilidad Social Corporativa; el tejido empresarial nos ha dado una lección en la búsqueda de fórmulas novedosas para mitigar la emergencia sanitaria, económica y social, cada una desde su sector y experticia.
En el escenario actual, “la responsabilidad social pasa a ser una ‘obligación’ moral y ética, así como una ‘necesidad’ para ser resilientes a medio y largo plazo.
Bajo este contexto, EAE Business School y CEAPI han desarrollado el I Observatorio sobre ‘Tendencias en RSC y Sostenibilidad en España y América Latina, en el que se observa cómo las empresas adaptan sus estrategias de negocio con la idea de crear valor compartido más allá de la revisión de estados financieros y se evidencia un compromiso por trabajar de forma conjunta en los 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible de Naciones Unidas.
De esta manera se acelerarán algunos procesos estructurales en marcha y se modificarán parcialmente conceptos como el de globalización. Pero hay un tema que destaca en todos los planes estratégicos de las empresas a escala mundial: la sostenibilidad. Según datos arrojados por este estudio, un 83% de las empresas iberoamericanas con más de 1 billón de facturación cuentan con un departamento específico dedicado exclusivamente a impulsar iniciativas de RSC (habitualmente bajo la etiqueta de Departamento de Sostenibilidad 54%).
Asimismo, un 68% de las empresas participantes considera que entre sus objetivos más importantes se encuentra “atender mejor las expectativas de los grupos de interés”, expectativas que podemos presuponer quedan englobadas en los dos terrenos de trabajo antes presentados: “Contribuir a la sociedad” y “proteger el planeta”, con una mayor incidencia del primero (67%) que del segundo (41%).
La RSC y la Sostenibilidad suponen un marco de colaboración empresarial sin igual entre las empresas iberoamericanas, el 99% de las cuales no solo están dispuestas a enrolarse en proyectos responsables liderados por proveedores u organizaciones más pequeñas, sino que reconocen un grado casi total de apertura (95%) a colaborar con empresas de la competencia en pro del bien común y la preservación del medio ambiente.
El cambio climático será el principal problema de las empresas iberoamericanas (17,5%) en los próximos años por encima de la desigualdad (17%), la corrupción (12%) y los populismos (10%). El 78% de los entrevistados cree que las empresas tomarán un rol más activo en la lucha contra los problemas sociales tras la pandemia ocasionada por el COVID-19.
Caso de éxito de Ecuador
La sociedad exige a las instituciones públicas y privadas un mayor compromiso con el entorno y la biodiversidad. Esto ha permitido que los planes de RSC cuenten con iniciativas concretas destinadas a la preservación y protección del medio ambiente, el compromiso social, la lucha contra el cambio climático y la producción sostenible. El estudio refleja que, en el caso de Ecuador, por ejemplo, junto a Colombia, están las empresas que mayor importancia dan a atender las expectativas de los grupos de interés con un porcentaje superior al 80%.
Las empresas ecuatorianas cada vez más contemplan estas iniciativas en sus procesos. Tal es el caso de Consorcio Nobis, holding gestor de inversiones, que se ha destacado por contemplar a la sostenibilidad como parte de su ADN corporativo al igual que sus empresas. Por esta razón se consideró en este estudio a la compañía Azucarera Valdez, empresa agroindustrial de Nobis, que apostó hace más de 20 años por un cambio en su estrategia de negocio, invirtiendo en proyectos sostenibles como la cogeneración eléctrica a partir de bagazo y el ahorro de agua en los cultivos de caña de azúcar.
El éxito del caso Valdez se basa en la comunicación, difusión y socialización de sus prácticas. Crear consciencia social y medioambiental es una forma de marcar ejemplo: ayuda a inspirar a otras empresas y fomentar la participación y emprendimiento de jóvenes en el ámbito sostenible. “Queremos demostrar a las generaciones futuras que el equilibrio sostenible es posible. A través de programas de concienciación en escuelas, colegios y universidades, invitamos a conocer nuestro caso, evidenciando cómo las grandes empresas pueden velar por la sostenibilidad y establecer esta decisión dentro de los pilares estratégicos de su negocio”, expresa Paula Chacón, Directora de Sostenibilidad de Valdez.
Sobre la iniciativa ecuatoriana Rebird Project – AVEZ:
A partir del 2008, la compañía Azucarera Valdez dejó de utilizar insecticidas para el control de sus plagas en la producción de caña de azúcar con el objetivo de mejorar la rentabilidad del negocio, la salud de los trabajadores y del entorno natural. Esta práctica consiste en utilizar organismos vivos y benéficos con objetivo de controlar las poblaciones de otros organismos invasivos. Este control biológico permitió restablecer el equilibrio del ecosistema al restaurar la cadena trófica, lo que generó como resultado la repoblación de otros actores en los eslabones más elevados de la cadena, principalmente aves, serpientes, roedores y mamíferos grandes.
“Evitamos el uso de insecticidas que pueden contaminar el agua y el suelo, además de ser un componente importante para la salud de nuestros colaboradores y consumidores, ya que no se encuentran expuestos a la manipulación o consumo de un producto que atente en contra de su salud. Desde el punto de vista económico, el proyecto demostró que la agricultura sostenible es rentable, ya que el costo de control biológico es de $0,50 por hectárea frente al costo de control químico de $1,2 por hectárea”, afirma Bryan Guevara, especialista agrícola de Consorcio Nobis.
Gracias a este proyecto, más de 130 especies de aves han encontrado un nuevo hogar para alimentarse, refugiarse y reproducirse en los predios de Valdez. Esta es una iniciativa de conservación de aves única y sin precedentes en el sector privado. Del lado de Valdez, se busca repoblar 14.000 hectáreas de cultivo con aves que han perdido su hábitat natural. “Los primeros resultados del proyecto demuestran que es posible lograr un equilibrio entre la producción y la conservación. Es un orgullo para nosotros poder exponer al mundo este caso de éxito a través de este estudio de RSC promovido por la EAE y CEAPI”, expresa Isabel Noboa Pontón, Presidenta Ejecutiva de Consorcio Nobis.
Con esta perspectiva, la organización podrá en el futuro cercano consolidar su visión de sostenibilidad alineada a la estrategia de marketing, donde la empresa, los colaboradores, el medio ambiente y la sociedad sean todos ganadores. La voluntad de apostar por la coexistencia con el ecosistema como un pilar fundamental de la estrategia de negocio ha convertido a Azucarera Valdez en un caso de éxito ecuatoriano que motiva a las futuras generaciones a orientar el negocio hacia el desarrollo sostenible. (I)
Fuente: Consorcio Nobis
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