Si bien el enfoque de circularidad es un concepto antiguo, la buena noticia es que al día de hoy se ha renovado para reducir el consumo de recursos naturales y contribuir a combatir la emergencia climática-ambiental, ofreciendo grandes oportunidades para la innovación, incrementar la competitividad y favorecer la generación de empleo.

Sin embargo, aún falta camino por recorrer para poder hablar de un modelo establecido en las compañías del mundo y en general, en la sociedad.

La gran pregunta es, ¿por qué?, ¿cuál es el gran reto para la implementación definitiva del modelo económico circular?

La transición a un modelo circular exige cambios no sólo en la estructura actual de producción a cargo de las empresas, sino también en el marco regulatorio ambiental y en los hábitos de consumo, en el que el usuario deja de ser el último eslabón de la cadena de producción y pasa a ser un elemento central para cerrar el ciclo, cooperando en la recuperación de materiales, que pueden ser reciclados o reusados en futuros ciclos de producción.

La sensibilización sobre el poder de los consumidores y la concientización de su rol es determinante para la aceleración de este proceso. En este sentido, los gobiernos y el sector empresarial tenemos la gran oportunidad de lograr un cambio de mentalidad en las personas en función de que minimicen la generación de residuos, inviertan esfuerzos en extender la vida útil de los bienes con actividades de co-creación o comprar productos reciclados o remanufacturados para favorecer modelos basados en el acceso, más que en la propiedad.

En Ecuador actualmente se está tratando un proyecto de ley denominado Ley Orgánica para la Racionalización, Reutilización y Reducción de Plásticos de un solo uso en el comercio. Así que, implementar la estrategia de Economía Circular es fundamental para las empresas y para el país en general y toma aún más sentido en la reactivación económica.

Ahora bien, ¿cómo se refleja la implementación del modelo en una compañía? En empresas como BASF, la sostenibilidad y la competitividad cuentan con propósitos claros con el fin de lograr la transformación hacia la neutralidad de carbono.

Por ejemplo, para 2030, el objetivo es duplicar las ventas generadas con soluciones para la economía circular a € 17 mil millones, concentrando esfuerzos en tres áreas de acción: materias primas circulares, nuevos ciclos de materiales y nuevos modelos comerciales.

Además, con el lanzamiento de un fondo global de 5 millones de euros para 2021, la compañía busca financiar proyectos de Economía Circular formulados por equipos internos junto a clientes alrededor del mundo, que estén convencidos de que el modelo circular es una gran oportunidad para la competitividad y cuenten con la determinación para que juntos demos ese paso.

Sin duda, a partir de la adopción de este modelo y de estas iniciativas, debemos tener la firme convicción de que ser sostenibles, rentables y competitivos, sí es posible.

La economía circular debe seguir siendo una apuesta prioritaria del sector empresarial, con miras hacia un mayor crecimiento en términos económicos y sociales, pero también hacia el logro de un impacto ambiental realmente positivo que beneficie a todos los actores de la cadena y en general a la sociedad. (I)

Por Carolina Vargas, responsable del área de sostenibilidad y relaciones gubernamentales de BASF para Suramérica.

 

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