Los Pacheco: Luis, Francisco, César y después René, han fotografiado a Quito desde 1936. Luis, el pionero de la familia, tomó las primeras fotografías cuando estudiaba en el Colegio Central Técnico, donde se graduó de mecánico. Tenía una cámara de cajón y les tomaba fotos a sus compañeros, las enviaba a revelar y les vendía. Comenzó con la afición porque un señor de origen colombiano le inculcó que aprenda. Primero retocaba y después ya hacía el proceso completo hasta llegar a las fotografías de papel Kodak.
Así inició esta tradición. Con apenas 21 años, en 1936, se comenzó a escuchar su nombre en el mundo de la fotografía. A inicios de la década de los 40 ingresó a diario El Comercio. Luego de un tiempo de estar en el periódico logró que en el pie de foto se ponga primero Foto Pacheco y luego su nombre, Luis Pacheco. “Yo era el único fotógrafo que tenía el periódico, por ello tomaba todo de noche, de día, no me importaba dormir o comer”, contaba Luis, un quiteño nacido en el Centro Histórico en la “maternidad vieja”, ubicada en las calles Montúfar y Sucre.
René, hijo de Luis, comenta que después de un tiempo de trabajar en el matutino quiteño su padre se vio abocado a pedir ayuda, “porque ya no se alcanzaba solo”. Lo primero que pensó fue en sus hermanos: Francisco y César. Les enseñó la fotografía. “Mi padre y mis tíos hicieron la historia gráfica en El Comercio y en Quito”. Las coberturas se multiplicaron y pudieron cumplir sus actividades diarias. Las imágenes salían de distintos lugares y la gente decía cómo puede estar Pacheco en todas partes, porque solo decía Foto Luis Pacheco y como se unió con los hermanos empezó a salir Foto Pacheco.
René relata que Luis vivía todos los actos la ciudad de Quito en ese entonces, a tal punto que “no sé si será cierto”, manifiesta su hijo, que como anécdota contaban “que ningún acto político, social o cultural se iniciaba, si no llegaba Pacheco”. De ahí salió una broma que el propio Luis contaba: estaba Jesús en el Calvario, clavado en la cruz, en medio de los dos ladrones. Entonces Jesús dice: Dimas, estás ahí. Sí, Señor. Gestas. Sííí, porque él era de mal carácter. Entonces, Jesús dice: Pacheco, la foto.
Fue invitado varias veces a fotografiar presidentes de la República, como José María Velasco Ibarra, Camilo Ponce, Galo Plaza Laso. “Pacheco era un cronista gráfico de la ciudad. Era un cazador de instantes”, decía en una nota publicada por el programa Día a Día de Teleamazonas, el docente universitario y fotógrafo François Laso. “Era los ojos de la ciudad en 1950”. En las imágenes que captaba Luis Pacheco hay una condición de igualdad, porque le da la misma importancia a una fotografía con los presidentes o políticos que a la cotidianidad de la gente, artistas, inundaciones, ventas… Además, graficó a la ciudad en sus diferentes ángulos, el transporte, las iglesias, la pobreza. Luis era hincha del Aucas. Tiene una foto tomada en 1955 en el Estadio de El Arbolito, en El Ejido. Jugaban el Aucas y el España y hubo una polémica si hubo o no un gol. Era de las que más le gustaba. Se lo conoce como el “Padre del Cronismo Gráfico”.
El 29 de diciembre de 1954, Luis Pacheco Montesdeoca fue el fundador y primer presidente de la Sociedad de Cronistas Gráficos de Pichincha. En esa época también estuvo el conocido fotógrafo carchense Augusto de La Rosa. Ahora este gremio tiene como presidente a Alfredo Lagla un talentoso fotógrafo que trabajó en diario El Comercio.
Luis se puso un local, primero en la calle Guayaquil, entre Olmedo y Mejía. Y luego se trasladó a la Guayaquil entre Mejía y Olmedo, era casi el mismo sector. Tenía el estudio fotográfico y los laboratorios en el mismo lugar. En los laboratorios primero se revelaban los rollos, luego había todo el proceso de lavado y secado del negativo; posteriormente se imprimía en una ampliadora, que daba la luz al papel fotográfico, que era revelado y fijado. Finalmente se secaba y se obtenía la fotografía.
Luis siempre llevaba la cámara entre sus manos y con el dedo en el disparador. Andaba en la calle y veía una cosa que le llamaba la atención, solo alzaba la cámara y tomaba. “Me decía: siempre tienes que estar atento a lo que te gusta, a lo que te atrae toma la fotografía”, manifiesta René.
Quito de los años 50
René cree que su padre tomó más de 300.000 fotografías a lo largo de su vida, pero el paso del tiempo ha dejado secuelas y no tiene todas. Cuando estaba su estudio de la calle Guayaquil, entre Mejía y Olmedo, se cayó el techo y se dañó la mayor parte de los negativos. Lo demás se llevó al local de la Av. 6 de Diciembre y Colón, donde se produjo una lluvia que bajó con fuerza por la Colón, hubo una inundación y se acabó el archivo.
Solo pudo rescatar una caja de cartón que no le había tocado una sola gota de agua. “Eso cogí, saqué y dije salvemos esto y me la traje”. La caja contenía 5 mil negativos todos ellos de los años 50, donde se ve la manera en que vivían los quiteños el deporte, las conversaciones, las fiestas. En sí, la cotidianidad.
Quito, los cincuenta
Se editaron cinco libros diferentes de “Quito Los Cincuenta”. Los dos primeros fueron auspiciados por el Ministerio de Cultura. Los otros tres libros los hizo René con sus propios medios.
René asegura que, en los años 50, la ciudad comenzó a transformarse e inició la migración hacia la capital. Ahí se notó el cambio en lo social y estructural. Estas imágenes representan la historia de Quito donde se puede observar las calles estrechas, las casas, su gente y todo en blanco y negro que le da un poco de magia y misterio.
Un mes antes de morir, Luis Pacheco estaba en su estudio fotográfico, siempre hacía algo, podía ser una foto tamaño carné u otra cosa. Aunque sus padres: José Pacheco y Sofía Viera no querían que Luis sea fotógrafo, porque tenían propiedades y se dedicaban a la agricultura. Vivían en Cotocollao, cuando este sector no tenía las calles pavimentadas, sino eran empedradas.
René Pacheco y las cámaras
Cuando René tenía 18 años, en 1957, se publicó en diario El Comercio, una fotografía con el nombre de René Pacheco. Eso provocó una emoción y lo atrajo. “Me sentí satisfecho y orgulloso de que un trabajo mío se haya publicado y toda la población lo podía ver. Mi papá se sintió contento”, pero después hubo otras aspiraciones.
Un día, su papá le dijo “René, si no quieres estudiar, ven a trabajar conmigo, de mala gana yo fui. Le ayudé un poco”. De entrada, no le gustó y le dijo: papá, yo no quiero trabajar con usted. Le contestó: hijo, ¿qué quieres? Irme, a los Estados Unidos, fue su respuesta. Pasaron los años y, paradójicamente, en ese país estudió fotografía y periodismo, pagándose él mismo. Trabajó muchos años como fotógrafo y regresó a Quito y comenzó a acompañarle a su padre en el estudio que tenía en la Av. 6 de Diciembre. Su padre le dijo: “hijo esto es lo siempre he soñado, trabajar juntos”.
“Mi padre siempre me apoyo en que yo sea fotógrafo, porque me inculcó y casi que me obligó, pero después nació de mí continuar con este legado. El rato que ya tomo una fotografía, al revelar los rollos y yo mismo ver la imagen. Esa es una satisfacción que no se puede olvidar y queda en la mente, porque se vuelven en recuerdos inolvidables”.
René Pacheco asegura que siempre le han gustado las imágenes en blanco y negro. Quizá sea porque con su padre aprendió hacerla con esos colores, “por eso yo las aprecio mucho”. Lleva 64 años de fotógrafo. Primero aprendió con su padre, Luis, luego estudió fuera del país. Regresó a trabajar con su padre en diario El Comercio. Ahí pudo conocer a Guillermo Corral, a los hermanos Sandoval: Diego y Marco, quienes “aprendieron y trabajaron con mi padre y se forjaron un futuro brillante en la fotografía”.
Tiene una colección de cámaras antiguas, de la marca alemana Lino, con una fotografía de 6×9, la óptica es buena, pero es bastante pesada por eso es difícil manipularla. Tiene una Zenit que no tiene nada de electrónico, todo es manual. Tiene una Sped fabricada en Estados Unidos, porque las demás son fabricadas en Japón. Tiene un cámara para aficionados, fabricada por Kodak. Cuenta que estas cámaras revelaban en siete minutos, por ello se esperaba que en las radios toquen tres canciones y sacaban el revelado, iba al agua y al fijador, todo en completa oscuridad. El resultado era un negativo grande.
El Quito del Ayer en las redes sociales
Desde el 2016, René publica, a través de las redes sociales, fotografías y páginas de periódicos donde están las fotos de su padre, Luis, “para que no quede solo en libros, sino para transmitir estas imágenes a todas las personas que están conectadas, a través de las redes sociales”. Comenzó a subir las fotografías, en blanco y negro, lo mismo las páginas de diario El Comercio en las que dice Foto Pacheco o Luis Pacheco. “Se me ocurrió que todo el trabajo de mi padre no quede solo en libros”, repite.
Antes de subir en redes sociales las evalúa cómo está tomada, si tiene luz suficiente, si el enfoque está muy bien cuadrado, si está bien el blanco y negro, caso contario René le hace algún arreglo digital para que aclararles.
Quiere que la juventud conozca como era “La Carita de Dios” de antaño y plasmar las imágenes para que se queden en la historia. “Que las nuevas generaciones digan esto era Quito en los años 50, 60. Mi padre y yo le queremos mucho a Quito”. Luis tenía muchos amigos. Pasaba por las calles y le decían: hola, Pachequito; hola, Luchito; y así caminaba por las calles del Centro Histórico con su cámara al hombro.
René sube también las fotografías tomadas por su padre y las actuales que son tomadas por él. Parece como que las antiguas y las actuales son tomadas desde el mismo ángulo. “Yo tengo el arco y saco una fotografía. Puede ser de La Alameda hacia el norte con el monumento. El parque había sido captado por el lente de mi padre. Yo lo hacía con un dron desde el mismo sitio donde mi padre había tomado”.
Siempre el Centro Histórico
René, cuando era niño, vivía en las calles Olmedo y Flores, al lado izquierdo donde estaba el almacén Kiwi. Eso permitió que siempre capte las imágenes del Centro Histórico: La Plaza del Teatro, La Plaza de la Independencia, el Palacio de Gobierno, Ministerio de Educación y el Municipio, porque en esa época todas las oficinas del Gobierno estaban en ese espacio.
La población de Quito era muy conocida entre sí y en cada barrio la gente se conocía, se saludaba. “Los domingos íbamos a misa, ya sea a La Catedral, San Agustín y nos encontrábamos con la mayor parte de gente éramos amigos”. Estudio en el Colegio Americano y luego pasó a la Academia Militar Ecuador.
La fotografía y el legado
René Pacheco Jiménez cuenta que a sus compañeros del Colegio Americano y la Academia Militar Ecuador les gustaba que su padre vaya a los eventos que había en los planteles, ya sea como particular o para publicar en El Comercio. Fue compañero de Andrés Vallejo, Álvaro Pérez, Camilo Gallegos, Edgar Terán Terán, entre otros.
“Siempre que veo una fotografía me acuerdo de mi padre. Gracias a él puedo seguir en este camino, por ello lo continuaré haciendo”. La última vez que tuvieron el estudio fotográfico estaba en la 6 de Diciembre y Colón. Cuando su padre falleció cerraron el Estudio Fotográfico y ahora lo hace desde su casa. Lo más usual ahora son las fotografías de matrimonios o en estudio, son las dos únicas que se puede hacer ahorita. Se hace sesiones de fotos con todas las seguridades que la pandemia obliga hacer, acota.
Extraña el Quito apacible de antes. Las personas que vivían en el sector “cada uno ha cogido su rumbo, por el norte, por los valles y es muy difícil ponernos en contacto”.
René indica que la fotografía no le representa réditos económicos, pero lo hará hasta que pueda. Se siente satisfecho del camino logrado en este campo, ya sea para guardar o comparar como era Quito antes y ahora.
Dice que ningún miembro de su familia, ni hijos ni nietos ha seguido o quiere seguir esta tradición. “Conmigo se acabará la tradición de la fotografía”. Tiene dos hijos en Quito y ellos serán los custodios de los archivos de esta leyenda.
Si desea ver la entrevista completa:
Iliana Cervantes Lima
Las Voces y sus Historias